El desarrollo de la autonomía moral en los adolescentes, una revisión de la teoría

The development of adolescents’ moral autonomy, a literature review

Elia Esperanza Tuirán-Madera*

tumaeles15@hotmail.com

https://orcid.org/0000-0001-5737-4706

Gofredo Abelardo Olascoaga-Izquierdo**

gofredoabelardo@gmail.com

https://orcid.org/0000-0002-7270-2023

Isabel Alicia Sierra-Pineda***

isasierra3@yahoo.com

https://orcid.org/0000-0002-2699-8230

*Institución Educativa Marceliano Polo de Cereté, Córdoba, Colombia.

**Institución Educativa Cristóbal Colón, Montería, Córdoba, Colombia.

***Universidad de Córdoba, Colombia.

 

Artículo de revisión, resultado del proceso de formación académica en la maestría de Educación.

Recibido: 3 de julio de 2020.              Aprobado: 5 de octubre de 2020.              Publicado: 19 de octubre de 2020.

 

Tuirán-Madera, E. E., Olascoaga-Izquierdo, G. A. y Sierra-Pineda, I. A. (2021). El desarrollo de la autonomía moral en los adolescentes, una revisión de la teoría. Educación y Sociedad, 19(1), 14-29.

 

Resumen

Para fundamentar un estudio sobre las dinámicas en torno al desarrollo de la autonomía moral de estudiantes adolescentes en el proceso educativo, que permita desde la escuela, la integración de una identidad personal con independencia intelectual y actitud crítica para la toma de decisiones, se realizó una revisión de literatura pedagógica que consideró artículos, libros, ensayos y documentos escritos en español, publicados en las dos últimas décadas, relativos al concepto, enfoques éticos y metodologías para la formación de valores, actitudes y sentimientos morales. Se encontró que una reinterpretación ética y moral desde la racionalidad intersubjetiva con enfoque crítico humanista, modifica y amplía las concepciones, valores y metodologías para desarrollar una personalidad autónoma en este siglo.

Palabras clave: autonomía educativa, desarrollo moral, educación moral, valores éticos

Abstract

To sustain a study on the dynamics around the development of moral autonomy of adolescent students in the educational process, which allow from school, the integration of a personal identity with intellectual independence and critical attitude for decision-making, a pedagogical literature review that considered articles, books, essays and documents written in Spanish,


published in the last two decades, related to the concept, ethical approaches and methodologies for the formation of moral values, attitudes and feelings. It was found that an ethical and moral reinterpretation from intersubjective rationality with a critical humanist approach, modifies and expands the conceptions, values ​​and methodologies to develop an autonomous personality in this century.

Keywords: moral education, ethical values, educational autonomy, moral development

Introducción

Alcanzar la autonomía moral, es una exigencia social y cultural de ciudadanía que demanda una dinámica intervención educativa (Puig y Martin, 2014); aunque este hecho está asociado a implementar una educación que inicie desde la primera infancia y continúe durante toda la vida, surge la preocupación por los adolescentes. La formación del sí mismo, es decir, los rasgos personales de individualidad, aquello que le identificará en adelante, será en esta etapa de la vida, una de las más significativas tareas que enfrentará el adolescente, por lo que implica para la personalidad, la constitución del auto-concepto, la motivación hacia las metas y la auto-valoración (Molina, Raimundi y Giménez, 2017).

El paso a la adolescencia, caracterizado por una transición hacia aspectos progresivamente más abstractos como cambio cualitativo de las estructuras cognoscitivas del ser humano, distancia el pensamiento concreto del “ya no-niño”, quien, como adolescente, elabora razones para sus conductas a partir de la formalización de reglas no necesariamente aparejadas con las convencionales (Cano de Faroh, 2007). Esta mutación es frecuente en el desarrollo intelectual, no en las relaciones sociales y afectivas. La integración intelecto socio-afectividad ocurrida en la adolescencia, explica la evolución de la capacidad de hacer inferencias, establecer relaciones de causalidad, anticipar consecuencias, reflexionar sobre sí mismo, criticar a los otros, formándose una escala de valores que actuarían como marco de referencia.

Desde la adolescencia hasta etapas posteriores, el razonamiento moral se concibe como el aspecto más encumbrado del desarrollo intelectual, es decir, el que permite el reconocimiento de conflictos, modelos de actuación, patrones morales y discernir con criterios de elección y estructuración del razonamiento. Esto permite a los investigadores estudiar desde el contenido de las respuestas, las formas y lógicas de razonamiento y desde ellas, inferir el estadio de juicio moral de los sujetos (Kohlberg, 1982).

En la reflexión sobre los adolescentes, se evidencian casos en los que el juicio moral dista de las actitudes, pues “la toma de consciencia es el primer paso para iniciar un proceso de maduración de la conciencia moral y poco a poco desarrollar la autonomía moral” (Escobar, 2016, p.71). Es posible encontrar en la etapa adolescente, jóvenes con problemas de orientación educativa, “dificultades de aprendizaje y de concentración, ausencia de motivación, actitud insegura a la hora de elegir, desconocimiento sobre opciones e itinerarios de estudio” (Puig y Martin, 2014, p.75). Son grupos de adolescentes portadores de lo que se conoce como crisis de la adolescencia por las contradicciones que encierran. Ellos transitan entre la necesidad de independencia y autoafirmación y su necesidad de realización. Todo lo quieren y nada concretan, por la ansiedad que experimentan. Como se ha estudiado desde la psicología del desarrollo, son situaciones que viven los adolescentes, quienes necesitan ser orientados para que el razonamiento moral alcanzado en esta etapa, sea congruente con sus decisiones y actuaciones.

Una revisión de documentos de auto-evaluación de la Institución Educativa Marceliano Polo de Cereté, revela algunas limitaciones presentadas por los adolescentes en el entorno escolar, entre las cuales se identifica, la escasa y desmotivada participación de los estudiantes en la dinámica democrática institucional, evidente en la negativa de los estudiantes adolescentes a participar en las elecciones para el consejo estudiantil, el trato poco amigable con el medio ambiente, la violencia con los iguales, el manejo inadecuado de la argumentación, lo cual se refleja en los bajos niveles obtenidos por la mayoría de los estudiantes en las pruebas externas e internas y en la falta de sentido crítico para asumir responsablemente las consecuencias de sus decisiones (Proyecto Educativo Institucional (PEI), 2018).

Como puede verse, es una problemática desarrollada en la práctica del contexto escolar, lo cual hace necesario una revisión de las concepciones éticas y metodológicas, que permitan mediar en la escuela, la formación moral autónoma de los estudiantes adolescentes, dinamizar su capacidad para potenciar los ideales personales y sociales en correspondencia con sus necesidades intelectuales y prácticas de conocimiento, razonamiento crítico y acierto en la toma de decisiones.

El objetivo de este artículo es revisar la literatura pedagógica, para fundamentar un estudio sobre las dinámicas en torno al desarrollo de la autonomía moral en el proceso educativo de estudiantes de undécimo grado de la Institución Educativa Marceliano Polo de Cereté.

La revisión de literatura pedagógica se realizó, orientada por las siguientes preguntas de investigación ¿Qué concepción de autonomía moral fundamenta la educación de valores y sentimientos morales en este siglo? ¿qué propuestas éticas se perfilan como enfoques metodológicos para el desarrollo de la autonomía moral? Para la búsqueda, se emplearon los siguientes descriptores en español: concepto de autonomía moral, desarrollo de autonomía moral, autonomía moral y adolescencia.

Se usaron las bases de datos Scielo, Dialnet, Latindex, el buscador Google Scholar; los criterios de inclusión establecidos fueron: artículos, libros, ensayos, tesis, escritos en español en las dos últimas décadas relativos al concepto, enfoques éticos y metodologías para el desarrollo de la autonomía moral. Los criterios de exclusión determinados fueron: que no aportaran a responder las preguntas de investigación y a ampliar la temática del estudio.

Desarrollo

De acuerdo con la metodología ya descrita se identificaron treinta y dos artículos, libros, ensayos tesis y documentos institucionales, revisados por los investigadores, en los cuales se verificó el cumplimiento de los criterios de inclusión y exclusión. Al final, se seleccionaron veinte documentos significativos, cuya revisión se presenta en este artículo a partir de la técnica de síntesis narrativa, discriminado en los siguientes apartados: el concepto de autonomía moral, los enfoques educativos y de desarrollo de sujetos autónomos y las metodologías y prácticas educativas para el desarrollo de la autonomía moral.

El concepto de autonomía moral

Resultado de la metodología desarrollada, se advierte en una perspectiva histórica, que la tradición filosófica moderna desde Kant determinó el concepto de autonomía, como el supremo principio de la moralidad de una voluntad libre, que se resuelve según el filósofo, con la elaboración del juicio cognitivo o racionalidad individual y continuado por Piaget y Kholberg, en el siglo pasado, como individualidad metódica (Sepúlveda, 2003). Pero el final del siglo XX reclamó la humanización racional y moral, justicia, equidad, solución a las necesidades materiales y afectivas (Vásquez, 1993).

En la literatura revisada, se encuentra un trabajo escrito iniciando siglo XXI donde se analiza la moralidad sin apartarse totalmente de los lineamientos de la racionalidad individual. Se plantea: “la autonomía moral es la aplicación a problemas propiamente morales del derecho-deber del individuo a la mayoría de edad y al uso crítico de su propia razón” (Papacchini, 2000, p.10). Concepto ligado al sentido ético como derecho y como deber. La conciencia que ha alcanzado la moralidad autónoma, es capaz de elegir lo que es correcto, no permite determinaciones. Un concepto que es y será punto de referencia de la discusión moral.

En perspectiva pedagógica, se encontraron trabajos que han logrado redefinición ética y moral del concepto y ejercicio de la autonomía moral. Declaran como base de las normas, los valores, las emociones y sentimientos la racionalidad intersubjetiva (Puig y Martin, 2014), cuyos principios se concretan, por ejemplo, en el concepto de autonomía moral solidaria en el sentido de “una autonomía enraizada en el desarrollo del ser y cuyo elemento vital es la solidaridad de los hombres que se reconocen y son reconocidos como libres” (Sepúlveda, 2003 p. 27).

Otro concepto que amplía la concepción de racionalidad intersubjetiva, define la autonomía moral como “la capacidad que tienen las personas para adoptar una actitud y juzgar la moralidad de las acciones, tanto de las propias como las de los demás” (Conill, 2013, p. 3), ello implica implementar el proceso de educar al ser humano a actuar por convicción, en libre decisión y de ninguna manera impulsado, lo cual valoriza el acto, es decir, moraliza lo que hace (Conill, 2013). En tal sentido, autores como Ortiz (2016), han planteado que “la autonomía individual, comprende la autonomía moral, es decir, la capacidad que tenemos de darnos a nosotros mismos los valores y principios con los que decidimos guiar nuestras vidas morales” (p. 131).

Desde el humanismo ético se ha identificado el concepto de autonomía moral, como un proceso desarrollado históricamente e integrado a lo interno del sujeto en un entorno socialmente favorable. Una condición de la individualidad que se ejerce en la colectividad (Domínguez, 2014). Un postulado que tiene sus bases en el enfoque histórico cultural de Vigotsky, sobre el carácter histórico de los períodos del desarrollo de la personalidad, referente teórico, para desarrollar desde la escuela, la identidad personal, los proyectos de vida, los valores y sentimientos morales.

En la dimensión pedagógica del humanismo ético, la autonomía moral, no solo es una disposición personal, sino una meta de la escuela hacia el desarrollo humano, en función de potenciar las capacidades humanas para la realización del proyecto de vida personal y social (De Zubiría, 2016). Es decir, la propuesta de educación moral se concibe de forma integral al hacer depender el desarrollo humano de la interrelación de las dimensiones humanas. Plantean que existen elementos cognitivos en las valoraciones éticas, como comunicativas en los procesos cognitivos, por ejemplo.

Resalta el humanismo ético que la sociedad plural, de cambios y evoluciones posibilita el desarrollo de la autonomía mediática, porque ella requiere la condición moral humana como premisa para el desarrollo de la autonomía moral. La autonomía mediática se alcanza con la alfabetización para la comunicación libre y responsable con los demás en contextos que sufren cambios sociales y tecnológicos muy importantes (Caldeiro, 2014). En este orden, adquiere relevancia la sociedad de la cibercultura, que desarrolla la autonomía humanista producto de acercar los cuerpos digitales: “La corporeidad digital comprende la autonomía moral como la máxima realización de cumplir los ideales más altos de la vida” (Chica, 2012, p. 43).

Tendencias y enfoques en la educación y desarrollo de sujetos autónomos

La modernidad, históricamente incorporó a la educación el desenvolvimiento moral. Con Kant se introdujo la educación como producto cultural y de orientación al hombre en la búsqueda de su desarrollo moral (Ocampo, 2011). Los enfoques cognitivo-evolutivos propios del siglo XX, defendieron la educación para el desarrollo de la autonomía moral, desde la visión kantiana de la racionalidad individual, lo cual desembocó en exacerbación del individualismo y el narcisismo (Sepúlveda, 2003).

La literatura pedagógica escrita en español en la dos últimas décadas, conduce a concluir que una reinterpretación moral se abre paso, expresada en éticas discursivas, narrativas, dialógicas, solidarias, críticas, las cuales apuestan a la implementación de modelos de desarrollo humano, de concepción humanista unos y con fundamentos en la teoría crítica o en el enfoque histórico cultural, otros (Onofre, 2018; De Zubiría, 2016; Ortiz, 2016; Domínguez, 2014; Caldeiro, 2014; Puig y Martin, 2014; Conill, 2013; Rodríguez, 2011; Yáñez, 2004; Sepúlveda, 2003; Cortina, 2002), que amplían y fundamentan la visión de desarrollo moral autónomo.

Currículos educativos, filósofos, pedagogos y educadores de distintos escenarios sociales y educativos, ofrecen algunos resultados de sus interpretaciones e investigaciones acerca del desarrollo moral autónomo. Educar para alcanzar sujetos autónomos, es “aportar las razones que permitan mejorar la concepción integral y humanista de la educación desde un ámbito completamente emancipador que implique generar seres humanos críticos capaces de inmiscuirse en las problemáticas sociales de manera libre” (Onofre, 2018, p.7-8).

Desde esta perspectiva, se ha encontrado el enfoque ético humanista para el aprendizaje autónomo, intelectual y moral, que sustenta educar sujetos moralmente autónomos en entornos ciudadanos que integran una comunidad digital, denominada sociedad de la cibercultura, caracterizada por el diálogo, la descentración y la reciprocidad (Chica, 2012). Estas características, tienen significado para la formación de la identidad individual y colectiva del adolescente, porque en la descentración o superación del egoísmo, encuentra su capacidad para considerar juicios, acciones y puntos de vista contradictorios y conflictivos distintos a los suyos. La descentración, la gana el adolescente principalmente en el diálogo con su grupo etario, al desarrollar relaciones de igualdad, reciprocidad, autonomía y libertad.

Se refuerza este planteamiento en la teoría revisada porque los espacios de alteridad, cooperación y reciprocidad, facilitados en la escuela, generan procesos de socialización que favorecen la elaboración de juicios morales cada vez más autónomos y el establecimiento de relaciones democráticas los cuales influyen en el desarrollo moral de los niños, quienes pueden contextualizar los hechos antes de calificarlos como buenos o malos (Ochoa, 2018). En las interacciones sociales los sujetos logran establecer criterios morales para valorar los actos, de la forma como se organicen los entornos de crianza y formación de los niños, sobre la base de derechos y deberes. Las vivencias personales proveen experiencias morales que acumuladas permiten la aprehensión del conocimiento de lo que es bueno y de lo que no lo es, como referente de la conducta y de los valores (Chacón, 2015).

En la actualidad, en un alto porcentaje de los adolescentes, la comunicación con los iguales se da en la virtualidad (Portoles y González, 2016), en promedio, más de dos horas diarias de consumo de medios tecnológicos; se plantea: “actualmente la comunicación trasciende fronteras de tal forma que la virtualidad gana paso a la interacción y a la comunicación presencial, al tiempo que sitúa como lícitos valores hasta el momento impensados” (Caldeiro, 2014, p.11).

Por lo anterior, hay razones para decir que la sociedad de la cibercultura, exige la consolidación de los valores, la formación de las actitudes y la consecución de las metas del adolescente, un perfil con personalidad interesada por el conocimiento, cuestionador, constructor de argumentos con independencia y reflexión moral e intelectual, para asumir responsablemente el tiempo que dedica la comunicación por redes. Ello sólo es posible a partir de la capacidad de autorregulación de experiencias de aprendizaje que se vinculan a la formación del sí mismo, con significado ético y moral; al respecto se ha expresado: “la sociedad de la cibercultura acerca los cuerpos digitales para formar parte de una autonomía humanista y de experiencias de aprendizaje en una corporeidad digital que comprende la autonomía moral como la máxima realización de cumplir los ideales más altos de la vida” (Chica, 2012, p. 43).

Es necesaria una formación humanista del estudiante adolescente en la sociedad de la cibercultura, para lograr mediar experiencias de aprendizaje en la relación comunicativa digital, que le permitan crecer en su desarrollo intelectual, pero también moral. Lo primero, para analizar ideas y encontrar la verdad con independencia de criterio y lo segundo para gestionar y regular su propio aprendizaje. En ese orden, el adolescente lograría orientarse por principios éticos universales, presupuestos para alcanzar sus ideales de conocimiento, de independencia y toma de decisiones.

En esta perspectiva humanista del desarrollo de la autonomía moral, Cortina (2002) declara los valores morales, como los que debería tener toda persona para llamarse humana. En consecuencia, familia, escuela y sociedad con pretensiones pluralistas y diversas, deben educar a sus ciudadanos en la libertad, cuyo significado más preciado es el de autonomía, que en su concepto “significa ser dueños de la propia vida, tomar las propias decisiones, pero no hacerlo sin los otros, sino con los que son significativos” (Cortina, 2002, p. 36).

Cortina (2002) defiende la necesidad de desarrollar en los humanos la conciencia del otro, concepto que reafirma lo reiterado en los documentos revisados: la autonomía personal exige derechos en favor de los demás y por tanto deberes con ellos. Ser moralmente autónomo, es ser responsable consigo mismo, con la sociedad y con la naturaleza, lo cual implica, pensar en el futuro de ellos.

Investigadores argentinos, --en un estudio sobre los posibles sí mismos de los adolescentes--, concluyeron que el ideal de desarrollo moral de los adolescentes se enmarca en una visión de metas y proyectos personales individuales:

Los adolescentes de la Ciudad de Buenos Aires proyectan su visión de sí mismos en el futuro, en cinco grandes áreas: sus características personales o rasgos de personalidad; sus ocupaciones y su estilo de vida; su apariencia y aptitudes físicas; sus relaciones interpersonales; y su satisfacción general, aspiraciones y logros. (Molina, Raimundi y Giménez, 2017, p. 465)

Individualización que se refuerza en un mundo donde se promueve lo particular y no lo comunitario. Estas conclusiones sobre los adolescentes, contrastan con lo expresado por Cortina (2002), por cuanto ella plantea que, la responsabilidad individual sí debe desarrollarse moralmente, pero no solo para establecer vínculos consigo mismo, sino, con la naturaleza y con la sociedad, es decir con lo otro y con los otros.

En la misma perspectiva conceptual humanista, se han identificado aportes respecto a las implicaciones morales de las decisiones ciudadanas de los jóvenes en estas edades (Rodríguez, 2011). Su investigación permite comprender el comportamiento moral, como base para ejercer la ciudadanía, desde la perspectiva de formar la consciencia moral para referenciarse socialmente. En el estudio se asume el significado de moral, como aquello que hace referencia a la justificación y motivación para actuar, de un modo determinado, donde el elemento fundamental es la responsabilidad del sujeto autónomo y contextualizado.

En ese sentido destaca como fundamento teórico para asumir la conciencia del otro, el comunitarismo, un modelo teórico útil para encontrar la relación entre lo moral y lo ciudadano. A su juicio, los postulados del comunitarismo permiten al joven, comprender que se encuentra inmerso en la confusión y ambivalencia moral individual y colectiva, de la educación recibida, que, aunque fundamentada en valores religiosos con pretensiones morales, evidencia un vacío de ética social, de referentes colectivos éticos que tengan en cuenta a la ciudadanía en sus valores comunitarios. Se presentan sus conclusiones como propuesta de formación de los valores y sentimientos morales alternativa, para trabajar con adolescentes.

En la revisión se encuentra la ampliación y profundización de la visión humanista con la teoría crítica, al argumentar que “la educación debe estar enfocada hacia la emancipación” (Onofre, 2018, p. 1). Este autor enfatiza su crítica a la educación actual en las sociedades de masas porque ésta promueve la competencia, la enajenación y la barbarie; fundamenta el papel del educador como promotor de un proceso de liberación de sus estudiantes a través de influencias pedagógicas que los motiven a la toma de conciencia para transformar las situaciones reales en las que se expresa el mundo capitalista hoy. Lograr la emancipación, es decir, la autonomía moral, es su propuesta educativa y la libertad, el valor ético-moral para conquistarla.

Ello implica educar para negar la lógica capitalista, para recuperar la independencia, para humanizarse y comprometerse con la visión de quienes aspiran a un mundo donde vivan seres humanos con altos niveles de desarrollo moral para el disfrute de la felicidad personal y social. Como se advierte, esta concepción ética humanista con fundamentos en la teoría crítica, plantea la implementación de modelos educativos que reorienten la capacidad humana de pensar por sí mismos, críticos de las problemáticas sociales y capaces de reconocer y valorar a los ciudadanos, en fin, portadores de “autonomía moral crítica como forma de expresión de la ciudadanía” (Caldeiro, 2014, p. 14).

La pedagogía crítica como modelo educativo para desarrollar la autonomía moral, apoya sus principios en los postulados de la ética discursiva de Habermas (1996) quien explica que, el desarrollo moral se logra en acción comunicativa desde la argumentación de los hechos personales o sociales con pretensión de validez, susceptibles de crítica. En esa actividad discursiva consigo mismo y con los otros, el hombre logra desarrollar una relación de independencia de otra persona, o de normas de fuerza (Escobar, 2016). Independencia es liberación, es toma de conciencia de sí mismo junto a los demás y de frente a la realidad histórico-política, de los sujetos en la relación comunicativa, que lleva al estadio de conciencia moral, postulados del paradigma educativo crítico de Freire (2007).

En la visión del nuevo paradigma de competencias, fundamentado en el cognitivismo-evolutivo, se propone fortalecer la formación del estudiante por medio de estrategias de desarrollo de la autonomía moral. Para ello recomienda la intervención educativa a partir del uso de dilemas morales, lectura, análisis y discusión de casos, a través de los cuales, los alumnos adolescentes interactúan en clase. Se sustenta como un proceso de sensibilización que genera empatía y les permite salir de “yo”, para pensar en los demás y fortalecer su inteligencia para actuar mejor en distintos contextos (Molina y Sánchez, 2019). Se defiende con este modelo la superación del egocentrismo, fundamento de la solidaridad humana, por cuanto este tiene lugar en la adolescencia. El estudiante adolescente al considerar otros puntos de vista, al analizar situaciones dilemáticas, contextualiza un mayor número de relaciones sociales sobre las que reflexiona y encuentra una oportunidad de desarrollo autónomo de la moral.

La autonomía moral. Metodologías y prácticas educativas

Las aplicaciones metodológicas y prácticas educativas para desarrollar la autonomía moral en el proceso educativo, se asocia a la aplicación de modelos pedagógicos y sus contextos. Estos hoy “están marcados por los cambios y evoluciones, tanto de índole social como tecnológico”, (Caldeiro, 2014, p.103). En la mayoría de los trabajos revisados tienen como fundamento, el humanismo filosófico. En las propuestas humanistas se destaca el modelo de desarrollo de la autonomía mediática, el cual presupone alcanzar narrativas audiovisuales adaptando metodologías que promuevan aprendizajes a través del juego y actividades divertidas para la trasmisión de contenidos, con estrategias para desarrollar la autonomía, donde prime la intuición y la reflexión: “el aprendizaje trasciende fronteras y no se adscribe únicamente a los libros y a los contenidos cognitivos, sino que ha de tener en cuenta los axiológicos, estéticos y la forma en que se transmiten” (Caldeiro, 2014 p. 278).

Los comunitaristas hacen la propuesta metodológica de Gilligan y Noddings (2005), citados por Rodríguez (2011), llamada moral del cuidado, la benevolencia o de los sentimientos morales, fundamentada en la empatía, la preservación de las relaciones significativas, la evitación del conflicto negativo, el cuidado por los sentimientos propios y ajenos (Rodríguez, et al., 2011). Se plantea como propuesta de trabajo con adolescentes porque al tocar sus emociones, se logra despertar en ellos, sentimientos de responsabilidad, solidaridad y cooperación.

Se ha encontrado la oferta de desarrollo de la autonomía moral de Martha Nussbaum y Richard Rorty (2005) citados por Yáñez y Fonseca (2003), modelo conocido como ético-narrativo. Los filósofos sugieren el uso de la literatura y las artes en los propósitos pedagógicos de desarrollar los juicios y sentidos morales, porque posibilitan nuevos mundos de significación a través de historias, de los discursos narrativos, coherentes con el sentido moral: “el arte sería la estrategia ideal para ampliar nuestras concepciones de semejante y nos posibilitaría incluir a otras poblaciones en nuestro estrecho círculo de los merecedores de respeto y dignos de gozar todas las ventajas y derechos de la ciudadanía” (Yáñez y Fonseca, 2003, p. 15), refiriéndose al hecho de aceptar que es en lo comunitario, con el otro y en sus narrativas, donde se forma la ciudadanía.

Como metodología de desarrollo humano para una moral autónoma, se presenta el modelo de formación valorativa centrada en el desarrollo de lo actitudinal, que implica enseñar a los estudiantes a reflexionar y asumir compromisos morales, sobre sí mismos, los otros, el contexto y la especie humana en general (De Zubiría, 2002). La propuesta se centra en el desarrollo ético para demostrar predisposición a actuar solidaria y asertivamente, en asociación con diversos factores de gran importancia como los vínculos afectivos, lógicos y de cuidado que el sujeto establece consigo mismo, con los otros con el contexto natural y con la especie, mediados por la cultura y la historia (Andrade, 2010). Por los resultados en promedios a nivel nacional, se concluye que el modelo actitudinal es eficaz para su contexto.

En Colombia la propuesta oficial curricular para el desarrollo moral desde el área de Ética y Valores Humanos expresa: “es claro que, aunque el dilema en que se mueve la educación moral es el de heteronomía, es necesario siempre apostarle a la autonomía, como medio y como fin” (Ministerio de Educación Nacional, 1998, p. 4). Aunque este enfoque metodológico, aparece planteado como orientación, no están claramente establecidos los valores, sentimientos y actitudes a formar para desarrollar la autonomía como el propósito final de la educación. En Colombia los valores y estrategias para desarrollar la autonomía, son definidos por las instituciones en el Proyecto Educativo Institucional (PEI).

En cambio, se han encontrado en las orientaciones estatales para el desarrollo del currículo anual español que el gobierno determina para la enseñanza primaria y secundaria, las actitudes y valores para desarrollar la autonomía y la iniciativa personal. Según Puig y Martín (2014), estos valores y actitudes son la responsabilidad, la perseverancia, el conocimiento de sí mismo y la autoestima, la creatividad, la autocrítica, el control emocional, la capacidad de elegir, de calcular riesgos y de afrontar problemas, así como la capacidad de demorar la necesidad de satisfacción inmediata, de aprender de los errores y de asumir riesgo.

A partir de esta lista, Puig y Martín (2014), exponen la necesidad de implementar la enseñanza de los valores, desde los fundamentos ético-filosóficos de la racionalidad intersubjetiva, consistente en que lo práctico y los conflictos deben ser resueltos a través de la participación dialógica haciendo uso de la razón y el diálogo, básicos para desarrollar la competencia de autonomía e iniciativa personal, aplicable al resolver los conflictos y tomar las decisiones con independencia y juicio crítico, consecuencias del desarrollo moral autónomo.

La pedagogía crítica aporta como medio para el desarrollo moral, el modelo educativo de acción comunicativa, resultado de la interpretación pedagógica de la ética discursiva de Habermas (1996). La acción comunicativa es la metodología de la pedagogía crítica. Exige la participación de quienes toman las decisiones morales mediante la razón y el diálogo: “la razón no es puramente individual, ni permanece encerrada en el sujeto, sino que su constitución y uso son dialógicos” (Habermas, 2002, citado por Escobar, 2016). El discurso, debe darse en la vivencia de la cultura de forma crítica, requisito para entender la razón de ser de las situaciones y crecer en su capacidad de pensar (Freire, 2007).

Conclusiones

La autonomía personal cuando alcanza el nivel de razonamiento moral, congruente con las decisiones y actuaciones es, un logro individual que involucra lo social. La reflexión acerca de la ampliación y modificaciones al concepto de autonomía moral desde la racionalidad intersubjetiva, es un reto teórico y práctico que enfrenta este siglo para hacer efectiva la educación de la moralidad autónoma.

Enfoque humanista para el aprendizaje autónomo intelectual y moral, autonomía humanista de experiencias de aprendizaje en una corporeidad digital, comunitarismo ético, humanismo para la emancipación, humanismo ético con enfoque histórico cultural, ética discursiva, representan una importante sistematización de conocimientos y referencias educativas actuales, sustentadas por investigadores y pedagogos.

Las aplicaciones metodológicas para la práctica educativa aquí presentadas, están asociadas a modelos pedagógicos y a sus contextos. Variada es la oferta en la tarea de integrar desde la escuela una personalidad libre, crítica, solidaria, con conciencia del otro, independencia de criterio, gestión y regulación del propio aprendizaje. Modelo de desarrollo de la autonomía mediática, modelo moral del cuidado, la benevolencia o de los sentimientos, modelo ético-narrativo, modelo de formación valorativa centrada en el desarrollo de lo actitudinal, acción comunicativa, son referentes para la planeación de acciones didácticas en el aula, en tiempos de sociedades plurales y de la cibercultura.

Los hallazgos teóricos y prácticos, sintetizados en este artículo, constituyen fuente para el docente en la búsqueda de conocimientos pedagógicos para el diseño de estrategias y acciones aplicables en la práctica educativa. No obstante, son insuficientes para establecer conclusiones más amplias, sobre acciones didácticas específicas para la aplicación de las metodologías descritas.

Es evidente que una formación humanista del estudiante adolescente, se actualiza en la sociedad plural y de la cibercultura, para lograr mediar experiencias de aprendizaje en relación comunicativa, que le permitan crecer en su desarrollo intelectual y moral. Desarrollo intelectual, para que logren analizar las ideas y encontrar la verdad con independencia de criterio y desarrollo moral para gestionar y regular su propio aprendizaje. Será un acierto de la pedagogía encontrar congruencia entre el análisis teórico, la práctica y las necesidades de los adolescentes actuales.

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