Fascinación tecnológica y comunicación humana en tiempos de la Covid 19

Technological fascination and human communication in times of Covid 19

Rosa María Medina-Borges

https://orcid.org/0000-0002-3592-1745

rmm@infomed.sld.cu

Universidad de Ciencias Médicas de La Habana, Cuba.

 

Ensayo científico proveniente de actividad científica-metodológica.

Recibido: 8 de marzo de 2021              Aprobado: 15 de junio de 2021              Publicado: 25 de septiembre de 2021

Medina-Borges, R. M. (2021). Fascinación tecnológica y comunicación humana en tiempos de la Covid 19. Educación y Sociedad, 19(3), 206-222.

Resumen

Elaborado desde la metodología cualitativa, se reflexiona acerca de las interconexiones entre la fascinación tecnológica y la comunicación humana, en tiempos de la Covid 19. Son tiempos donde la tecnología seduce a millones de seres humanos que se sumergen en las pantallas de sus dispositivos electrónicos durante espacios de tiempo no recomendados. Se destaca la utilidad de las TIC para conectar de manera virtual a los seres humanos durante situaciones de aislamiento social, con sus trabajos, escolarización y demás labores sociales. Se subraya la complejidad de las interconexiones y nexos esenciales que se aprecian entre la fascinación tecnológica y la comunicación humana, en el contexto de la pandemia de la Covid 19 y que las investigaciones actuales acerca de la comunicación humana deben usar los presupuestos de la comunicación compleja, y buscar alternativas para enfrentar la actual infodemia, que acompaña a la pandemia de la Covid 19.

Palabras clave: aislamiento social, comunicación, pandemia, tecnología de la comunicación

Abstract

Prepared from the qualitative methodology, it was proposed to reflect on the interconnections between technological fascination and human communication, in times of Covid 19. The theoretical systematization of authors who have published significant criteria on the subject, preferably in recent years, was carried out. two years. These are times where technology seduces millions of human beings who immerse themselves in the screens of their electronic devices for periods of time that are not recommended. The usefulness of ICTs is highlighted to connect human beings in a virtual way during situations of social isolation, with their jobs, schooling and other social tasks. Current research on human communication must use the assumptions of complex communication, and seek alternatives to face the current infodemic, which accompanies


 the Covid 19 pandemic.

Keywords: communication, communication technology, pandemic, social isolation

Introducción

La humanidad le debe al desarrollo científico y tecnológico haber llegado hasta el siglo XXI. Las necesidades productivas y de bienestar de los seres humanos en el contexto de sociedades y culturas concretas, han hecho avanzar la producción y el desarrollo social de manera desigual, pero los logros están ahí. Solo falta que sean para todos y todas sin distinción de sexo, etnia, cultura, clase social; entre otras discriminaciones que se deben eliminar.

Se concuerda con De Araújo y Andreu (2017) cuando plantean que hoy se vive de manera contradictoria en una sociedad de tecnologías avanzadas en especial en el campo de la comunicación, pero la educación no se beneficia de todo el potencial ofrecido por dichas tecnologías. Estas, podrían favorecer el desarrollo intelectual y demás potencialidades tanto de estudiantes como de profesores. El docente también se transforma y aprende en el proceso formativo; debe prepararse antes, durante y después de pararse en un aula a comunicar, al hacerlo desde un espacio virtual o mediante procedimientos de la educación a distancia.

En muchos casos las instituciones educativas intentan sacar máxima ventaja de las tecnologías disponibles, pero lo hacen a un ritmo muy lento si se compara con las novedades que todos los días surgen. Los docentes enfrentan la siguiente paradoja: las nuevas generaciones disfrutan de una condición de conocimiento de las nuevas tecnologías de la información y las comunicaciones (TIC) que --en general-- es superior a la de sus padres y profesores.

Dicha realidad se expresa de manera más acentuada en el contexto de educación virtual y/o a distancia que ha impuesto la pandemia de la Covid 19. El aislamiento social, necesario como criterio epidemiológico de control sobre el Sars-Cov-2, sumerge a millones de personas en las pantallas de los dispositivos digitales más tiempo del razonable. Para unos se convierte en la posibilidad de continuar trabajando, única vía de mantener la escolarización y algún contacto con la familia; para otros acentúa la depresión, el consumo no supervisado de materiales audiovisuales violentos o de dudosa calidad, y otras tendencias negativas.

Los estudios académicos sobre el impacto de las TIC en la sociedad en general y en la educación en particular no son concluyentes, ni lo pueden ser a partir del proceso acelerado y abigarrado de su desarrollo e introducción en la práctica social, acentuado en la presente coyuntura.

Un análisis inicial de la palabra fascinación conduce a la idea de una atracción irresistible que ejerce o siente una persona hacia una cosa u otra persona (Miyares, 2015). La tecnología seduce (Serrano, 2017) con la posibilidad de simultanear varias actividades. Se considera que es ventajoso acompañar de sonido la llegada de un messenger o de un whatsap cuando se está concentrado en la preparación de un enjundioso documento y puede que el mensaje sea algo banal e intrascendente. Antes, los carteros no llamaban al timbre de la casa para avisar la llegada de una carta. Con el nuevo hábito de simultanear tareas se desecha la tradición intelectual de la solitaria concentración como única tarea. La presión social de atender y estar disponible para la comunicación incesante y trivial está asumida.

La fascinación por la tecnología es impulsada por el capitalismo en su esencia mercantil desde los propios orígenes. En la actualidad llega a niveles insospechados cuando las secciones de ciencia de los diferentes medios y la publicidad excesiva, en lugar de promover el interés por el conocimiento y una mayor cultura científica se dedican con preferencia a informar de manera compulsiva sobre nuevos descubrimientos científicos, sofisticados modelos de teléfonos u otros aditamentos electrónicos. El mercado se impone y determina sobre las demás bondades que pueden tener los adelantos tecnológicos.

La prensa y los medios en general reciben de las empresas productoras, y en ocasiones de los propios investigadores o las universidades privadas, cuantiosas ganancias por dicha publicidad. Esta se basa en estudios e investigaciones psicológicas que sugieren las maneras de convertir a los usuarios en adictos a ciertos productos tecnológicos como teléfonos, tabletas, redes sociales ya que esa es la fuente de ganancias ilimitadas de los grandes imperios de la información y las comunicaciones. Dicho proceso rebasa los límites regionales o nacionales pues su alcance es global.

La complejidad de la comunicación y la transformación de paradigmas y prácticas comunicativas, no pueden ser explicados con las mismas herramientas asumidas como válidas hasta el momento. Se requieren nuevos enfoques, y sistematización de experiencias durante, y posteriores a los tiempos del coronavirus. La autora del presente ensayo considera que se trata de un problema complejo y multidisciplinario que abre las puertas a disímiles investigaciones para el presente y el futuro de la humanidad.

Se trabajó desde la metodología cualitativa la sistematización teórica de autores, que han publicado criterios significativos, con preferencia en los últimos dos años, a partir de los cuales las problemáticas abordadas resultan pertinentes para acercarse a un tema en perenne construcción teórica.

A partir de los métodos teóricos del conocimiento se realizó el análisis y la síntesis, así como la valoración crítica de diferentes artículos de revistas electrónicas, libros impresos; tanto de medios nacionales como internacionales. El eje transversal de la presente propuesta descansa en subrayar la complejidad de las interconexiones y nexos esenciales que se aprecian entre la fascinación tecnológica y la comunicación humana, en el contexto de la pandemia de la Covid 19 que afecta todas las esferas de la vida social (en particular en el área de la información donde se sufre la infodemia). A este fin, se expone una diversidad de puntos de vistas, con la toma de partido de la autora del presente artículo; matizado por lo vivido en el año 2020 y lo avizorado a inicios del 2021.

Se formula como objetivo: reflexionar acerca de las interconexiones entre la fascinación tecnológica y la comunicación humana, en tiempos de la Covid 19.

Desarrollo

Fascinación tecnológica y comunicación compleja

Desde el punto de vista metodológico se debe considerar que la percepción social de la tecnología está muy distorsionada. Es fuente de ilusiones y rechazos que se mueven desde los extremos de la aceptación acrítica a la satanización injustificada. Extremos que en el presente artículo se tratan de evitar hasta considerar una postura equilibrada que permita disfrutar de sus ventajas para la docencia y la vida en general, y alertar sobre las perjudiciales consecuencias de su uso excesivo. Sobre dicho fenómeno se apunta:

La alienación del espectador en favor del objeto contemplado (que es el resultado de su propia actividad inconsciente) se expresa de este modo: cuanto más contempla, menos vive; cuanto más acepta reconocerse en las imágenes dominantes de la necesidad, menos comprende su propia existencia y su propio deseo. (Debord, 2010, p. 10)

Los hipervínculos, al decir de Carr (2012), alteran la experiencia acerca de los medios de comunicación. Los enlaces son en cierto sentido una variante de las alusiones textuales, citas y notas al pie que han sido elementos comunes de los documentos. Sin embargo, su efecto no es en absoluto el mismo. Los enlaces no solo guían a las obras relacionadas o complementarias, sino que más bien invitan a pulsarlos. Incitan a estar inmersos en lugar de dedicarle una atención sostenida. Su valor como herramienta de navegación es inseparable de la distracción que provocan.

Se coincide con Serrano (2017) cuando afirma:

La forma de lectura en pantalla y en internet es diferente a la del papel. Con más frecuencia el usuario digital busca el titular, el resumen, el surfear en el texto sin llegar a leerlo… Este consumo informativo de abeja que va saltando de medio a medio, la lectura superficial, junto con el flujo constante y abrumador de la información, está desplazando géneros como el reportaje periodístico que requiere extensiones largas, mucho tiempo para la elaboración, contraste de opiniones, gastos en corresponsales extranjeros que se encuentran en el lugar de la información. Todo ello requiere tiempo por parte del lector y es caro para la empresa. (p. 54)

La prensa continuará siendo vital para la información de la humanidad, tanto en formato impreso o digital. El problema no es de forma, sino de contenido, aunque la manera en que se presentan los soportes físicos de las noticias (explicados con anterioridad), tiene su impacto en el resultado noticioso que se consume. La historia de la humanidad demuestra que ningún medio informativo ha sustituido al otro: el cine no sustituyó a la radio, la televisión no sustituyó al cine. La prensa digital no sustituirá a la impresa, ni el libro digital al libro de papel (sino que todos se deben complementar, pero redefiniendo los presupuestos de cada uno ante las nuevas realidades). Se experimenta una crisis de identidad de la prensa impresa respecto a la digital ya que pretende usar sus mismos derroteros. Los académicos y asesores de dichos medios deben contribuir con sus investigaciones a redefinir como debe afrontar la prensa impresa las nuevas realidades. La comunicación social vive un momento de transición y de crisis en su sentido dialéctico.

Una mirada muy resumida acerca del despliegue de las principales concepciones en materia de comunicación, permite delinear los siguientes presupuestos:

La concepción trasmisiva tiene su origen en la creencia de que existen verdades absolutas, o al menos de que hay dueños de las verdades y los conocimientos. Tiene sus orígenes en las fundamentaciones de Aristóteles allá por el año 323 ANE. Tal visión de la comunicación ha sido ampliada, desarrollada y aplicada durante cientos de años (reforzada por los avances tecnológicos en el área de las comunicaciones de la segunda mitad del siglo XX). Ha resultado muy funcional para algunos modelos políticos de dominación. El mensaje se codifica y decodifica y se completa con la retroalimentación. De manera reiterada esta concepción se mantiene en muchos estudios comunicacionales actuales (Medina, 2016).

La concepción centrada en la significación parte de la idea de que las verdades son construidas por los seres humanos en correspondencia con sus sentimientos, creencias y que la comunicación es el proceso de puesta en común de esas verdades. Cada mensaje emitido no es más que una propuesta de interpretación de la realidad que es reinterpretada por el que recibe el mensaje. Los receptores no se enfrentan a los procesos comunicativos vacíos de ideas, historias y expectativas, por el contrario, se enrolan en una secuencia que implica diversos grados de involucramiento y procesamiento del contenido de los mensajes. Se transita por la comprensión, la selección, la valoración, la comparación con informaciones anteriores, para llegar a la apropiación. No se está ante un procesamiento mecánico de la información. Bajo estos presupuestos la comunicación se realiza de emirec-emirec: todos emisores, todos receptores. Muy aceptada en la comunicación educativa (Medina, 2016).

Se encuentra otra concepción no acabada, y por ello muy sugerente y perturbadora, que sería la concepción multidimensional-compleja de la comunicación. Morin (1994) plantea que es complejo aquello que no puede resumirse en una palabra maestra, aquello que no puede retrotraerse a una ley, aquello que no puede reducirse a una idea simple. Lo complejo no puede resumirse en el término complejidad. La complejidad no sería algo definible de manera simple para tomar el lugar de la simplicidad. La complejidad es una palabra problema y no una palabra solución. Mientras que el pensamiento simplificador desintegra la complejidad de lo real, el pensamiento complejo integra lo más posible los modos simplificadores de pensar, pero rechaza las consecuencias mutilantes, reduccionistas, unidimensionalizantes y cegadoras de una simplificación que se toma por reflejo de aquello que hubiese de real en la realidad.

La comunicación compleja refuta que existe algo sustantivo y completamente objetivable llamado comunicación humana, que el significado de una palabra o frase pueda ser reducido al dato. No es un simple proceso de emisión y recepción. Se debe renunciar a seguir pensando la comunicación en términos clásicos de emisor-receptor, y comprender la existencia de actos de interacción comunicativa, que conllevan y generan un cierto número de incertidumbres, paradojas y antagonismos, poco perceptibles mediante esquemas y métodos que reducen y simplifican las diferentes dimensiones de semejante multiplicidad.

Los significados de las palabras y de las cosas están determinados tanto por la construcción sociocultural del sentido, como por el dominio de coherencias subjetivas construidas en las experiencias vitales de los sujetos. La interacción comunicativa es inseparable de la capacidad interpretativa del ser humano. El sentido se construye a partir de infinitos diálogos, con otros y consigo mismo. Investigar en comunicación debe incluir la ambigüedad del significado y la contradicción generada por la diversidad de sentidos construidos en función de la experiencia y la cultura de cada sujeto, o de los grupos: sociales, etarios, profesionales, étnicos y otros.

La multidimensionalidad de la comunicación en las redes digitales actuales se encuentra mediada por los procesos descritos con anterioridad. Solo que a veces resultan imperceptibles porque son procesos controlados, direccionados, y lastrados por los detentadores del poder global.

Se concuerda con Morin y Delgado (2017) cuando plantean que se ha llegado a la actualidad guiados por un pensamiento que universaliza de manera abstracta, que separa y fragmenta. Las TIC han traído consigo la posibilidad de novedosas integraciones de conocimientos y prácticas, pero en igual medida han contribuido a otras segmentaciones relativas a las posiciones de las personas dentro de las redes digitales. Términos como: nativos digitales, tercer entorno y otros; significan nuevas dicotomías entre modos de conocer, aprender, interactuar y comunicar. La posibilidad y realidad de una integración que supere semejantes dicotomías compite con la posibilidad y la realidad de la segmentación (manifestada en el plano social como exclusión y dominación).

Covid 19- aislamiento social-fascinación tecnológica

La actual pandemia ha venido a complejizar aún más los procesos comunicacionales, aderezados desde antes por la fascinación tecnológica, y otras interconexiones globales. La forma inicial en que se construyó la narrativa sobre la pandemia en los medios de comunicación occidentales evidenció el afán de demonizar a China (De Sousa, 2020). De manera subliminal, el público mundial fue alertado sobre el peligro de que China, que hoy es la segunda economía mundial, domine al mundo. Si China era incapaz de prevenir semejante daño a la salud mundial, ¿cómo confiar en la tecnología del futuro propuesta por China? Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el origen del virus aún no se ha precisado del todo. Es irresponsable que los medios oficiales en los Estados Unidos y otros países se refieran al coronavirus chino.

La presente emergencia no es sólo una crisis sanitaria. Es lo que las ciencias sociales califican de hecho social total, en el sentido de que transforma el conjunto de las relaciones sociales, y conmociona a la totalidad de los actores, instituciones y valores (Ramonet, 2020). Por su alcance global, la Covid 19 representa una situación inédita para el mundo. Enfermedades de máxima gravedad como el Ébola, no recibieron tanto interés mundial y mediático, al quedar circunscritas a un continente olvidado como lo es África.

Las estrategias salubristas como las cuarentenas datan de varios siglos atrás. Sin embargo, la variante inaugurada con la Covid-19 se basa en medidas de aislamiento tanto a sanos como a enfermos (Basile, 2020). Tal detalle es nuevo si se compara con las cuarentenas en la modalidad de lepra, donde el aislamiento era sobre los enfermos, o la peste donde los aislados eran los sanos.

La interdependencia física del mundo contemporáneo, el carácter extremo de la contagiosidad del nuevo coronavirus, y la no existencia de fármacos o vacunas definitivas para su control, han provocado la necesidad de un aislamiento social imperecedero, tanto por su extensión, como por su cualidad. A su vez sus consecuencias nefastas no tienen la misma gradualidad para todos los paises, clases sociales, grupos etarios, géneros, entre otros. La actual pandemia muestra con más nitidez las desigualdades y contradicciones del capitalismo globalizado, frente a otras crisis sanitarias vividas.

La Covid 19 se pudiera catalogar como una enfermedad cuyo principal riesgo y sus vías de contagio se derivan de manera muy directa de las propias relaciones humanas, y a su vez las múltiples implicaciones que trae para las relaciones afectivas (no contacto físico, distanciamiento; aumento de la adicción a las tecnologías, la violencia intrafamiliar, entre otros). Se avizoran profundas grietas sobre la propia condición humana, por lo cual son diversas las paradojas del reaprendizaje de la dinámica social. En este sentido, la época actual y su hiperconectividad pueden ser muy útiles en tiempos de pandemia, pero al unísono se requiere rebasar sus tendencias nocivas que datan de antes, y subsisten instauradas en las dinámicas comunicacionales de millones de personas. 

La paradoja principal sería que, si bien se requiere del aislamiento social para controlar la propagación del coronavirus, el mismo puede provocar a largo plazo, afectaciones en la capacidad de comunicarse afectivamente. Por lo tanto, se sugiere por parte de los expertos evitar el aislamiento emocional de los seres humanos confinados, con la mantención de los contactos familiares y la escolarización de manera virtual. No obstante investigaciones recientes (cuyos resultados no se pueden generalizar a todos los contextos) pudieran ser un referente que muestra la gravedad de la situación que se afronta en cuanto al asilamiento emocional, por lo cual la virtualidad no resultaría suficiente para evitarlo.

El estudio Espacov I y II realizado en toda España (Serrano et al., 2021) señala a la fatiga pandémica como una de las realidades detectadas, con especial incidencia entre los jóvenes, lo que se manifiesta de manera explícita en su deplorable estado anímico (más deteriorado aún que en el resto de la población). Junto a ello se destaca que este grupo ha perdido parte de la confianza en colectivos claves para la superación de la crisis como son los expertos/as y científicos/as. Además, entre los jóvenes se extiende más la percepción sobre el escaso cumplimiento de las medidas y recomendaciones sanitarias, y declaran un mayor costo personal en su cumplimiento; sobre todo en las restricciones a la movilidad geográfica, el toque de queda, o el límite impuesto al número de personas en las reuniones de amigos y familiares.

Otro de los fenómenos que toma fuerza en el actual contexto pandémico es la cibervigilancia sanitaria. La mejor manera de perseguir a un microorganismo tan indetectable sería con el uso de un sistema computarizado mediante los dispositivos de los teléfonos móviles, que calcule cuánta gente estuvo cerca del infectado (Ramonet, 2020). En Corea del Sur, por ejemplo, las autoridades crearon una aplicación para smartphones para tener un mayor control sobre la expansión del coronavirus mediante el seguimiento digital de los ciudadanos presentes en zonas de contagio o que padecen la enfermedad. La app (Self-Quarantine Safety Protection) ha sido desarrollada por el Ministerio del Interior y Seguridad. La misma descubre si un ciudadano ha estado en zonas de riesgo. Sabe si su test es o no positivo. Si es positivo le ordena confinarse en cuarentena. También rastrea los movimientos de todos los infectados y localiza los contactos de cada uno de ellos. Los lugares por los que transitaron los contagiados se dan a conocer a los teléfonos móviles de aquellas personas que se encontraban cerca. Y todas ellas son enviadas a cuarentena.

Desde hace años, algunos Estados y los grandes operadores privados de telefonía móvil han guardado billones de datos de cada uno de sus usuarios. Google y Facebook también han conservado numerosos datos que podrían ser utilizados, luego de terminada la pandemia, para una vigilancia intrusiva masiva (Ramonet, 2020). Además de que Google maps, Uber, Grab, Cabify o Waze también conocen las rutas y el historial de sus millones de clientes; y podrán en algún momento, justificar su uso bajo el telón de la necesidad del control epidemiológico.

Otra de las iniciativas propuestas en algunos países de Europa y en China es el uso de apps equivalentes a lo que sería un pasaporte de inmunidad (Smith, 2020). El mismo muestra en pantalla un código de colores o un código QR, para que un vigilante o un sistema de control de acceso pueda dejar pasar o no al portador. Este procedimiento es similar al que se usa con las tarjetas de embarque de los aeropuertos, solo que en lugar de decir que un usuario tiene un billete de avión válido o está en una lista, lo que revela es si el portador está contagiado o inmunizado. Según la Agencia Española de Protección de Datos (2020) estas aplicaciones móviles están anticipando lo que puede ser un futuro documento de identidad en el móvil, con el riesgo añadido de incluir y mostrar un dato de salud, con todos los inconvenientes que se derivan de las vulnerabilidades actuales de dichos sistemas: acceso a manos de ciberdelincuentes, cruce con otros datos como la localización, incorporación de metadatos, lectura remota o no estar al alcance de muchas personas que no pueden usar teléfonos inteligentes aun en los propios países desarrollados. No obstante, se valora su buen uso en situaciones muy controladas y específicas con el ajuste todas las medidas tecnológicas y éticas para la protección de los derechos humanos vinculados con la privacidad.

Muchas innovaciones digitales resultan valiosas, allí donde las condiciones tecnológicas de los países, y regiones del mundo lo permitan (sin perder de vista la injusta brecha tecnológica que existe entre el Norte y el Sur). La Organización Panamericana de la Salud (OPS, 2020a) señala cómo en el actual contexto pandémico, las TIC pueden ser muy útiles en la atención primaria de salud. En particular los medios móviles, se han transformado en el principal medio por el cual personas, gobiernos e instituciones de salud trabajan, interactúan entre sí, comparten información, intercambian, generan conocimiento y se comunican. Entre ellas se destacan: webs, tableros de información, aplicaciones móviles (app), redes sociales, números telefónicos (call centers), campus virtuales, videos, mensajes de textos (SMS), wikis y foros. Y de manera más específica: registros informatizados de enfermedades, aplicaciones para registro de datos de proveedores, aplicaciones para interacción con los pacientes, registros electrónicos de salud, sistemas para prescripciones electrónicas, u otras herramientas para telesalud.

Covid 19 e Infodemia

El nuevo coronavirus no ha venido solo: está acompañado la Infodemia (como metafóricamente le llaman los expertos). Como antecedente, una de las características más peculiares del mundo actual está relacionada con la abundante información que se produce, distribuye y consume. A criterio de Palacios (2020) en la llamada Era de la información, el ideal de circulación de flujos de información mantiene una constante axiomatización, y no existe --en su lógica-- lugar para una noción de orden, para una función de corte. En el espacio web y en redes sociales, circulan flujos de información que son colocados en plataformas virtuales, a las cuales se accede mediante el uso normalizado de tecno dispositivos, convertidos en verdaderos objetos de control.

La desinformación se genera a partir del consumo de información errónea, distorsionada, falsa o engañosa; que no refleja el verdadero estado del fenómeno o proceso de la realidad que se pretende desentrañar. Determinante para evitar tal situación sería el comportamiento responsable que tenga el consumidor en su interacción con la información, lo cual es proporcional a las competencias informacionales del sujeto para discernir y evaluar con pensamiento crítico, tanto a las fuentes como a los proveedores de la misma (OPS, 2020b). Pero: ¿cómo formar sujetos críticos en situación de desastre, cuando millones de seres humanos no están ni tan siquiera alfabetizados, o sus niveles de escolarización son muy bajos?

El caos informativo ha llegado a niveles tan desatinados e imprevisibles durante la actual situación pandémica, que la propia OMS comenzó a utilizar el término infodemia para catalogar la sobreabundancia de información falsa y su rápida propagación entre las personas y medios de comunicación a nivel global. Sobre ello Zarocostas (2020) plantea:

El término infodemia se refiere a un gran aumento del volumen de información relacionada con un tema en particular, que puede volverse exponencial en un período corto debido a un incidente concreto como la pandemia actual. En esta situación aparecen en escena la desinformación y los rumores, junto con la manipulación de la información con intenciones dudosas. En la era de la información, este fenómeno se amplifica mediante las redes sociales propagándose más lejos y más rápido, como un virus. (p. 676)

La pandemia de la COVID-19, en un contexto informacional y tecnológico superior a las que le precedieron, ha superado con creces el número de teorías alternativas y su propagación a través de las redes, sobre aspectos tan sensibles como la naturaleza de su origen, la efectividad de los tratamientos, el total de población infectada y fallecidos, así como las implicaciones económicas que ha tenido en los países afectados, quiénes son inmunes a la enfermedad, los países que han creado vacunas efectivas, la utilización de remedios con plantas medicinales, infusiones y agua caliente, entre otras (Alfonso y Fernández, 2020).

Ante semejantes situaciones las organizaciones internacionales articulan respuestas paliativas. La Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de las Naciones Unidas ha creado directrices acerca de cómo incluir a las personas marginadas y vulnerables en la comunicación de riesgos y en la participación comunitaria (UNESCO, 2020). Valiosos materiales se han diseñado por los organismos competentes:

·          Manual de la UNESCO sobre la comprensión y la lucha contra la desinformación destinado a la educación y la formación periodística. Producido en colaboración por expertos internacionales. Incluye herramientas y ejercicios para apoyar la alfabetización en materia de desinformación y las contramedidas pertinentes para la infodemia de la COVID-19.

·         La alfabetización mediática e informacional, para hacer frente a la desinformación, incluida la iniciativa: pensar antes de compartir.

·         Desacreditar mitos para el asesoramiento de salud pública sobre la COVID-19, producido por la OMS.

Bajo la iniciativa de la UNESCO (2020) otras acciones de empresas muy decisoras han sido:

·         YouTube ha declarado al coronavirus como un tema sensible. El contenido relacionado con COVID-19 que no siga ciertas pautas, se desmonetiza o se elimina.

·         Facebook ha creado un Centro de Información sobre Coronavirus. Incluye actualizaciones en tiempo real de las autoridades nacionales de salud y de organizaciones mundiales como la OPS, así como artículos, vídeos y publicaciones útiles sobre el distanciamiento social y la prevención de la propagación de la COVID-19.

·         Whatsapp ha lanzado un centro de información sobre Coronavirus WhatsApp para ofrecer una orientación sencilla y práctica a los trabajadores sanitarios, educadores, líderes comunitarios, organizaciones sin ánimo de lucro, gobiernos locales y empresas locales que confían en la comunicación de whatsapp. El sitio también ofrece consejos generales y recursos para que los usuarios de todo el mundo reduzcan la propagación de rumores y se conecten con información sanitaria precisa.

La autora del presente artículo no ha encontrado información disponible, acerca del impacto que estas iniciativas hayan tenido hasta el momento en el combate al virus de la desinformación que acompaña al Sars-Cov-2, y sus respectivas consecuencias: la infodemia y la pandemia.

En Cuba, son variados los esfuerzos que se realizan, liderados por la máxima dirección del país, el Ministerio de Salud Pública, la Academia de Ciencias de Cuba, los Centros de Investigación, las Universidades y los Organismos de la Administración Central del Estado. Sus miembros se integran a grupos de trabajo temporales multidisciplinarios, que desarrollan investigaciones científicas y estrategias para enfrentar la pandemia con éxito. Los medios de difusión masiva y los sitios web oficiales difunden información oportuna y validada para que la ciudadanía tome decisiones acertadas en su responsabilidad individual y ciudadana frente a la COVID-19 (Alfonso y Fernández, 2020). Tampoco se han constatado hasta el momento, estudios científicos detallados acerca del impacto de las estrategias comunicacionales e informacionales de las instituciones cubanas, durante el enfrentamiento a la Covid 19.

Conclusiones

En la actualidad nadie discute la importancia del desarrollo de las TIC para todas las esferas de la actividad humana, y en particular para la educación. Pero también se perciben los riesgos de su uso indiscriminado. Se transcurre en una sociedad mediática y se convive con los mensajes que transmiten los medios de comunicación en sus soportes tradicionales (cada vez menos populares) y los predominantes soportes digitales. Hablar de medios de comunicación hoy implica abarcar un abanico de posibilidades muy amplio: canales de televisión, radio, internet, publicaciones impresas y digitales de todo tipo. Cada uno desde sus particularidades pudieran devenir en herramientas educativas poderosas, con las ventajas y desventajas que ello supone en las condiciones de la fascinación tecnológica, y en la terrible coyuntura de aislamiento social que se vive con la pandemia de la Covid 19.

La fascinación tecnológica no ha de asumirse con impotencia, ni pasividad. Debe aprovecharse para el crecimiento humano o moderarse desde el encargo educativo de la familia, la escuela, los medios y otras instituciones sociales; que se reconfiguran en nuevos escenarios emergidos durante la pandemia.

La circulación global del Sars-Cov-2 y su consecuencia: la Covid 19, han demostrado la exposición de millones de personas a la desinformación crónica llamada por los medios especializados a nivel internacional, como infodemia. Ello también deja al descubierto que las investigaciones en el área de la comunicación humana, deben moverse hacia metodologías que partan de la concepción de la comunicación compleja y su multidimensionalidad; para dejar atrás análisis simplistas y esquemáticos resumidos en la interacción de emisores y receptores. Los Innumerables retos a la filosofía de la comunicación, deben convertirse en motores impulsores para el desarrollo de la misma.

Para hallar alternativas más integradoras ante un entorno comunicacional tan contradictorio, se hace necesario crear alianzas estratégicas entre: decisores políticos a nivel nacional e internacional, sistemas de información, universidades y medios de comunicación; que conlleven a implementar programas de alfabetización informacional para los ciudadanos, que contribuyan a la formación de sujetos críticos que sepan comunicarse e informarse en tiempos de normalidad, o durante el enfrentamiento a desastres sanitarios o de otro tipo.

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