La educación emocional en los escolares con discapacidad intelectual

Emotional education in the schoolchildren with intellectual disabled

Yohana Violeta de los Reyes-Zulueta

yohana71@nauta.cu

Hospital Provincial General Docente “Antonio Luaces Iraola”, Ciego de Ávila, Cuba.

Sara María Berrío-Sánchez

sara@sma.unica.cu

Universidad de Ciego de Ávila Máximo Gómez Báez, Cuba.

Sulay de las Mercedes Monzón-García

sulaymg@dpe.ca.rimed.cu

Dirección Provincial de Educación, de Ciego de Ávila, Cuba.

Educación y Sociedad

Vol. 15, No.2, Mayo-Junio de 2017 (83-93)

ISSN: 1811- 9034 RNPS: 2073

Resultado del proceso de formación académica de la Maestría en Educación Especial

Recibido: 6 de diciembre de 2016

Aprobado: 2 de mayo de 2017

Publicado 21 de junio de 2017

 

Resumen

En el artículo se presentan los resultados de una revisión de la literatura sobre la inteligencia emocional; se caracterizan las dimensiones que integran esta categoría y su contextualización en los escolares con discapacidad intelectual; finalmente se reflexiona sobre la posibilidad de la educación emocional en estos escolares para contribuir a la formación integral de su personalidad y al desarrollo de relaciones sociales adecuadas y estables.

Palabras clave: dimensiones, discapacidad intelectual, educación emocional, inteligencia emocional

Abstract

In the present article a review on the study of emotional intelligence by different authors is carried out; the dimensions that integrate this category and its contextualization in the schoolchildren with intellectual disabled are characterized; finally, the possibility of emotional education in these students is tackled in order to contribute to the integral formation of their personality and the development of adequate and stable social relationships.

Key words: dimensions, intellectual disability, emotional education, emotional intelligence

Introducción

El estudio de la inteligencia ha sido un tema muy tratado por la psicología a lo largo de la historia, tradicionalmente ha estado vinculada al aspecto cognitivo y se ha medido cuantitativamente por pruebas psicométricas, sin tener en cuenta la unidad entre los procesos cognitivos y afectivos para el desarrollo de la personalidad: “Las capacidades emocionales no se oponen a las capacidades cognitivas, sino que ambas interactúan en forma dinámica, en un nivel conceptual y en el mundo real” (Martínez, 2008, p. 1).

Un desafío y reclamo para la escuela actual es el manejo inteligente de las emociones o la educación de la inteligencia emocional. En este sentido el estudio de la inteligencia emocional en el campo de la psicología ha sido abordado por diferentes autores. En Prieto & Sainz (2014), se alude a que el término inteligencia emocional fue tratado por primera vez por Thorndike, quien en 1920, utilizó el término inteligencia social para describir la habilidad para comprender y dirigir a los hombres, y actuar sabiamente en las relaciones humanas. Se plantea además que David Wechsler en 1940, describe la influencia de factores no intelectivos (afectivos, personales y sociales) que contribuían a desarrollar al individuo para enfrentar de manera inteligente las situaciones de la vida. Según Prieto & Sainz (2014), en 1983 Howard Gardner, en su teoría de las inteligencias múltiples, responde a una nueva visión donde se tienen en cuenta los elementos afectivos y propone inteligencias para las diferentes ramas del quehacer humano, dos de ellas denominadas inteligencia intrapersonal e inteligencia interpersonal, las cuales describen a la capacidad de entender las emociones humanas.

La inteligencia intrapersonal se refiere al conjunto de capacidades que permite tener el conocimiento de sí mismo (potencialidades, necesidades, conciencia de los estados de ánimo, motivaciones) y la habilidad para utilizar este conocimiento en la manera de actuar, se relaciona con la cualidad de entenderse uno mismo, por otra parte, la inteligencia interpersonal indica la capacidad para entender las intenciones, emociones y deseos de los otros y cómo relacionarse adecuadamente logrando buenas relaciones interpersonales, está determinada por la capacidad de entender a los demás.

Fernández & Extremera (2005), refieren que Peter Salovey y John Mayer, propusieron en 1990 una teoría que tenía en cuenta la inteligencia emocional y por primera vez la definieron, a su vez señalan que el modelo de habilidad creado por estos dos psicólogos en 1997 considera que la inteligencia emocional se conceptualiza a través de cuatro habilidades básicas: la de percibir, valorar y expresar emociones con exactitud, la habilidad para acceder y/o generar sentimientos que faciliten el pensamiento; la que posibilita comprender emociones y el conocimiento emocional y la necesaria para regular las emociones promoviendo un crecimiento emocional e intelectual.

Posteriormente la inteligencia emocional alcanzó prestigio internacional al definirse como “la capacidad de reconocer nuestros propios sentimientos, los sentimientos de los demás, motivarnos y manejar adecuadamente las relaciones que sostenemos con los demás y con nosotros mismos” (Goleman, 1998, p. 349). Se puede decir que el mayor mérito de Goleman radica en expresar de forma sencilla y accesible todo lo relacionado con la conducta y el procesamiento de las emociones.

Bisquerra por su parte utiliza el término de educación emocional y lo concibe como “proceso educativo, continuo y permanente, que pretende potenciar el desarrollo de las competencias emocionales como elemento esencial del desarrollo integral de la persona, con objeto de capacitarle para la vida. Todo ello tiene como finalidad aumentar el bienestar personal y social” (Bisquerra, 2003, p.27).

Investigadores cubanos han sustentado la importancia del desarrollo de la inteligencia emocional; Martínez (2013) ha realizado estudios sobre el papel de las emociones en la comunicación y la importancia de las competencias emocionales para el trabajo en equipo; ha abordado la inteligencia emocional desde el significado del juego para el desarrollo social del niño, además de referirse a la labor orientadora que le corresponde a la familia y a los educadores como mediadores de esta actividad.

Por su parte Bello (2014), ha destacado las bondades de la educación emocional como vía para lograr una vida afectiva en los niños y ha propuesto una alternativa psicopedagógica para la educación de la inteligencia emocional en niños con dificultades en el aprendizaje. Bello considera que “su visión se dirige a características emocionales más que a académicas y es mucho más amplia, pues propone considerar como recursos inteligentes el dominio de las emociones propias y el adecuado manejo de las de los otros en la relación interpersonal” (Bello, 2014, p. 13).

Ambos autores desde el análisis de cada una de las aristas que componen el concepto de inteligencia emocional han brindado ideas para desarrollarla en nuestro contexto social y educativo.

Los términos inteligencia emocional, uso inteligente de las emociones, educación emocional, manejo inteligente de las emociones o educación de la inteligencia emocional, son indistintamente utilizados por los diferentes estudiosos del tema, para referirse a la necesidad de saber expresar las emociones, independientemente del estado de ánimo de la persona. La inteligencia emocional está constituida por cinco dimensiones y sobre la base de estas se desarrollan capacidades emocionales, las cuales pueden educarse y desarrollarse bajo la dirección de un adulto. Es propósito de este artículo caracterizar las dimensiones que integran la inteligencia emocional y su contextualización psicopedagógica en los escolares con discapacidad intelectual, así como abordar la posibilidad de la educación emocional en estos escolares.

Desarrollo

La creación de un clima emocional afectivo favorable constituye una condición imprescindible para contribuir al desarrollo psíquico de los escolares con discapacidad intelectual, término que actualmente se utiliza en Cuba para identificar a la población con retraso mental y que se define como:

Una condición relativamente estable del desarrollo que se caracteriza por limitaciones significativas y de diferentes grados en la actividad intelectual, en general, y en la adquisición de los aprendizajes conceptuales, prácticos y sociales revelados en los modos de actuación social, en particular; que requieren apoyos de diversa intensidad a lo largo de la vida. (Leyva & Barreda, 2017, p. 168)

Este concepto incorpora términos que aparecen en la actual definición de discapacidad aportada por la Organización Mundial de la Salud y permite asumir una posición desde la concepción histórico-cultural, pues se hace énfasis en la variabilidad y diferencias en el grado del compromiso funcional, permitiendo el diseño de una atención individual y diferenciada sobre la base de un estudio profundo de la estructura de las manifestaciones y las potencialidades en los escolares con discapacidad intelectual.

En épocas anteriores el interés sobre estos escolares se centró en determinar y explicarla posibilidad de su aprendizaje, determinando el cociente intelectual, sin embargo, la presencia de los problemas emocionales ha sido objeto de menor atención, pues se creía que no los presentaban debido a su condición. En la actualidad son cada vez más los estudios que señalan los trastornos emocionales en los escolares con discapacidad intelectual. Se ha demostrado que sus capacidades emocionales básicas están poco desarrolladas, dificultándose el manejo adecuado de las emociones y por ende las relaciones interpersonales, todo esto trae como consecuencia que tengan dificultades en el proceso de adaptación social, por lo que se hace necesario desarrollar en ellos la inteligencia emocional.

Esta inteligencia la componen cinco dimensiones, denominadas también habilidades prácticas o competencias, cada una requiere de la otra para desarrollarse, se sirven de base recíprocamente y en dependencia de la actividad, se hacen necesarias en distintos grados; la forma de nombrarlas varía según el autor: autoconocimiento o autoconciencia, autorregulación, motivación o automotivación, empatía y destrezas sociales, también llamadas manejo de relación o habilidades sociales. Goleman (1998) se refiere a las dimensiones de la inteligencia emocional como habilidades emocionales y sociales básicas, las cuales integran la conciencia de uno mismo, autorregulación, motivación, empatía y habilidades sociales. Bello (2014) las identifica como autoconocimiento, autocontrol, automotivación, empatía y manejo de relaciones. Muchos estudiosos del tema prefieren agruparlas para una mejor comprensión dentro de la inteligencia intrapersonal y la interpersonal.

Es importante destacar que sobre la base de estas cinco dimensiones se despliegan diferentes capacidades que marcan el desempeño exitoso en las distintas esferas de la vida, las mismas son básicas para el desarrollo de habilidades sociales y para el establecimiento de relaciones interpersonales adecuadas. Castellanos, et al (2013) y Bello (2014) establecen las capacidades emocionales correspondientes dentro de cada una de las dimensiones y destacan la importancia de ellas para la población infantil:

·                    El autoconocimiento se refiere a tener conciencia de los propios estados internos, recursos e intuiciones, reconocer las emociones en el momento en que transcurren, sus causas y sus efectos; tener confianza en uno mismo, conocer las propias fortalezas y debilidades a partir de una autovaloración realista.

·                    El autocontrol hace alusión al control de los estados, impulsos y recursos internos, a la capacidad de reorientar las emociones y los impulsos conflictivos para afrontar cambios y situaciones de tensión, ofreciendo confiabilidad.

·                    La automotivación significa ordenar las emociones al servicio de un objetivo. Es motivarse por el logro o satisfacción de un determinado criterio de excelencia, comprometerse con los objetivos de un grupo o institución, aprovechar oportunidades que permitan alcanzar las metas personales y superar contratiempos con perseverancia y optimismo.

·                    La empatía alude a la conciencia de los sentimientos, necesidades y preocupaciones ajenas. Es ser sensible a los sentimientos de otras personas, ponerse en el lugar del otro y aprovechar y adaptarse a la diversidad existente entre las personas.

·                    El manejo de relaciones se centra en las relaciones interpersonales. Es la capacidad para inducir respuestas deseables en los otros, persuadir, inspirar y dirigir a un grupo de personas; iniciar o dirigir los cambios, negociar y resolver conflictos, ser capaz de colaborar con los demás en la consecución de una meta común y formar equipo.

Los escolares con discapacidad intelectual suelen mostrar una gran variabilidad en el desarrollo y evolución de distintas áreas de su personalidad, constituyen un grupo muy diverso debido a la etiología de dicha discapacidad, a su comportamiento y a las habilidades y capacidades adquiridas. Una de las particularidades que los identifican es la capacidad que experimentan para aprender en mayor o menor grado, lo que influye prácticamente en todas las facetas del desarrollo, entre ellas: la independencia, comunicación y lenguaje, interacción social, relaciones personales, motricidad y aprendizaje. Se pretende entonces caracterizar el comportamiento de las dimensiones, las cuales por lo anteriormente expuesto, pueden presentarse en mayor o menor medida según sus particularidades individuales.

En relación al autoconocimiento es muy importante tener la capacidad de expresar los sentimientos, ideas, deseos y las emociones; hablar y actuar sobre ellas, controlarlas. Sin embargo, los escolares con discapacidad intelectual presentan pobreza de vocabulario y un nivel bajo del desarrollo lógico-verbal, por esta razón suelen ser excitables y lloran fácilmente al no ser capaces de explicar cómo se sienten y la causa de este sentimiento. Se les dificulta además comprender el mundo que les rodea y a sí mismos.

Por otra parte a los escolares con discapacidad intelectual se les dificulta tener autocontrol de sus emociones, no son capaces de controlar y contener las reacciones emocionales adversas, presentan poco control de los impulsos y no son responsables de las consecuencias de sus acciones, algunas emociones no se corresponden con el estímulo, lo que se hace necesario desarrollar en ellos habilidades para controlarlas y tener una actitud positiva ante los problemas.

La automotivación se afecta por la poca autoestima y confianza en sí mismos, por lo que a veces se frustran con facilidad adoptando posiciones negativas antes las dificultades que se les presenta, son indecisos y generalmente dependientes, necesitan de un estímulo para la realización de acciones y no son capaces de trazarse metas, no se esfuerzan para lograr ser mejores en distintos ámbitos de la vida ni están dispuestos a tomar iniciativas antes nuevas oportunidades. Es importante señalar que la sobreprotección impide el logro de metas. Se hace necesario valorar el esfuerzo que realizan y enseñarles a superar los fracasos.

El reconocer las emociones ajenas y ponerse en el lugar de otro, implica una observación y saber reconocer los mensajes no verbales; las relaciones de empatía en los escolares con discapacidad intelectual no están sustentadas en criterios valorativos y racionales y tienen baja competencia para el reconocimiento de las emociones en los demás, por lo que no son capaces de anticipar y prevenir posibles conflictos interpersonales.

Por otra parte el pobre vocabulario dificulta la comprensión del lenguaje ajeno y su utilización como vehículo de comunicación, por lo que los escolares con discapacidad intelectual no pueden transmitir mensajes claros a los demás ni evitar conflictos con otra persona mediante una buena comunicación asertiva, en consecuencia, al no tener desarrolladas las habilidades para la escucha activa, se obstaculizan sus relaciones interpersonales por ello tienden a relacionarse con niños de menor edad. A estos escolares se les imposibilita entender las habilidades sociales necesarias para mantener un buen manejo de las emociones, tienen poco iniciativa, necesitan asistencia para actividades que generalmente sus coetáneos realizan solos.

Los escolares con discapacidad intelectual asumen con independencia el interpretar adecuadamente las situaciones y las redes interpersonales, se debe reconocer que socialmente ellos prefieren estar acompañados, aunque no son capaces de realizar conjuntamente tareas con otros para alcanzar un fin o una meta común. Estos escolares se pueden mostrar solidarios y afectuosos, fundamentalmente con los que les brindan cariño y alegría, incluso les gusta ser centro de atención. Las relaciones con sus coetáneos se dan fundamentalmente en la actividad del juego y no en la del estudio.

Estas características obstaculizan la adaptación al medio escolar de los escolares con esta discapacidad, dificultan su aprendizaje y les impiden establecer relaciones sociales adecuadas y estables con los que los rodean. Por ello es importante la educación emocional y el desarrollo de las capacidades emocionales de los escolares con discapacidad intelectual con el fin de lograr un mejor desempeño de sus relaciones sociales e interpersonales, un buen desarrollo emocional y una inclusión social favorable en cualquier contexto en que se encuentren.

Si se quiere que los escolares con discapacidad intelectual, se desenvuelvan con naturalidad y manejen adecuadamente sus relaciones, es importante enseñarles que estas son parte fundamental en su vida; deberá procurarse la adquisición de conductas que faciliten la aceptación social, para que los demás los valoren y vean sus cualidades positivas. Igualmente, es necesario enseñar a estos escolares a presentarse, despedirse, sonreír, aportar y compartir en el juego, dar y pedir ayuda, compartir el tiempo libre, entre otras conductas.

La psicología educativa con enfoque histórico-cultural, explica las posibilidades que tienen los escolares con discapacidad intelectual para aprender en cualquier contexto educativo. Sobre esa base, a fin potenciar el desarrollo de este tipo de escolares, los padres y maestros deben estimularlos y adaptar a sus necesidades los recursos desarrolladores de la capacidad para aprender. De acuerdo con el enfoque histórico-cultural, se requiere propiciar un ambiente estimulante y un buen manejo de los recursos y apoyos que les permitan su integración sociolaboral, desenvolverse de manera independiente en la vida, desarrollar habilidades sociales y de comunicación en diferentes grados, así como adiestrarse en el manejo eficaz de sus propias emociones. En este sentido se ofrecen algunas pautas estratégicas para la educación emocional de estos escolares:

1.                  Caracterización del estado emocional de los escolares con discapacidad intelectual.

2.                  Concientización de los profesionales de las escuelas con la necesidad de la educación emocional de los escolares con discapacidad intelectual.

3.                  Diseño, implementación y evaluación de las acciones de intervención para la educación emocional de los escolares con discapacidad intelectual.

Se le concede primordial importancia al proceso de caracterización psicopedagógica para obtener la información necesaria antes de iniciar el trabajo con el escolar. El resultado de este proceso se expresa en términos constructivos y funcionales pues constituye premisa para la determinación de las necesidades especiales y las potencialidades para diseñar posteriormente las acciones que contribuyan a la educación emocional según sus características. En este sentido es conveniente contar con una caracterización del área afectivo motivacional, enriquecida de manera tal, que describa suficientemente los elementos que conforman la dinámica del ambiente emocional, tanto en el seno familiar, como en el escolar y la comunidad.

Por otra parte, hay que poner un énfasis marcado en el ambiente emocional que rodea al niño. Un ambiente tranquilo y respetuoso, creará las condiciones previas para una adecuada maduración emocional, en cambio, un ambiente convulso, propicia y crea inseguridad en estos escolares.

Igualmente es importante la aplicación de técnicas sencillas que den la posibilidad de evaluar adecuadamente el estado de las capacidades emocionales en las cinco dimensiones de la inteligencia emocional, así como entrevistas a familiares y personal docente, con toda la información en este sentido, se estará en mejores condiciones de tomar decisiones correctas y de trabajar en el diseño de las acciones de la estrategia de intervención pedagógica a ejecutar.

Es fundamental para la implementación de la estrategia que todo el personal docente sea consciente de la necesidad de la educación emocional para los escolares con discapacidad intelectual, primero se debe aceptar que esta labor requiere el análisis y la intervención multidisciplinaria y en la medida en que reconozcan la importancia y la necesidad de su perfeccionamiento, se logrará contribuir al desarrollo de las capacidades emocionales del escolar con discapacidad intelectual y se propiciará el desarrollo de su personalidad; se requiere comprender que:

Asumir la diversidad, desde sus diferentes dimensiones, como aquellas de tipo cultural, de capacidades, motivaciones y expectativas, desde los más a menos dotados, como es el caso de los alumnos discapacitados, implica un gran reto, debido al conjunto de creencias, representaciones y estereotipos que maneje la sociedad, de las personas discapacitadas, y por consiguiente con las concepciones que se va formando también el profesorado. (Damm, 2009, p. 27)

Es evidente la necesidad de trabajar para que los docentes y el personal de apoyo de las escuelas, acepten las diferencias en cualquiera de sus manifestaciones. Hay que suscitar una mayor sensibilidad social y hacer cumplir lo que ya está legislado, el derecho de todos a una educación, sobre la base de la integración y el trabajo colectivo de los docentes. Este cambio de actitud hacia las personas con discapacidad y especialmente hacia los portadores de una discapacidad intelectual, forma parte de todo un movimiento que habla a favor de estas minorías y que cada día cobra más auge.

Los docentes deben fomentar el clima emocional dentro y fuera del aula, promoviendo oportunidades y situaciones de crecimiento y desarrollo armónico, creando atmósfera emocional positiva y de confianza, seguridad afectiva, empatía, cooperación emocional y de colaboración mutua, además de saber utilizar la vía curricular de manera intencional para la adquisición de las capacidades emocionales por parte del escolar, así como ser capaces de aprovechar situaciones difíciles que surjan para guiar a los escolares a manejar sus emociones.

Es preciso destacar que los docentes de las escuelas deben valorar la necesidad de su propia formación emocional como indispensable para poder lograr la educación emocional de los escolares con discapacidad intelectual y deben ser coherentes en sus actuaciones debido a que su comportamiento emocional constituye un modelo para ser tomado en cuenta por los niños.

El diseño de las acciones de intervención para la educación emocional de los escolares con discapacidad intelectual se debe hacer sobre la base de las capacidades emocionales que han de desarrollarse, según las necesidades especiales referidas en la caracterización psicopedagógica. Se implementarán en cada contexto donde se desarrolla el escolar, de forma tal que se tenga presente a todos los factores que interactúan con el mismo. Estas acciones serán ejecutadas en una atmósfera adecuada, donde prime el amor, la comprensión, los mensajes positivos, cuidando de no dañar su autoestima; las correcciones han de hacerse con calma y utilizando los refuerzos positivos de manera que se vayan apropiando de ellos.

Es fundamental evaluar periódicamente las acciones de intervención para comprobar su validez y para rediseñarlas de acuerdo con los resultados que se van logrando, de esta manera se puede a la vez valorar si se cumplen los objetivos propuestos a partir de la caracterización inicial. La educación emocional debe ser parte del proceso educativo y es importante que sea tomada como un proceso continuo, permanente y sistemático a la que se debe incorporar a la familia y la comunidad para apoyar la labor de la institución educativa.

Conclusiones

Es posible educar emocionalmente a los escolares con discapacidad intelectual. El desarrollo de sus capacidades emocionales es importante para fomentar habilidades sociales y el establecimiento de relaciones interpersonales adecuadas.

En el diseño de las acciones de intervención para la educación emocional de los escolares con discapacidad intelectual, es primordial tener en cuenta las capacidades emocionales que han de desarrollarse según la caracterización psicopedagógica realizada, y para su implementación se debe lograr la integración de la familia y la comunidad a la institución educativa.

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