Educación y sociedad ISSN: 1811-9034 RNPS: 2073 Vol. 22, No. 1, enero-abril (2024) |
La Inteligencia Emocional en la Convivencia Escolar de Estudiantes de Primaria
Emotional Intelligence in the School Coexistence of Elementary Students
Nieves Dolores Eugenio-Barroso
https://orcid.org/0009-0005-9994-4347
Universidad Metropolitana de Educación, Ciencia y Tecnología, Panamá.
Resumen
La convivencia ciudadana se ve inmersa en diferentes situaciones y escenarios que hace de su mantenimiento una tarea ardua, sobre todo en la actualidad cuando las dinámicas sociales, culturales y tecnológicas abren una brecha en la comunicación humana, dejando la formación del ser casi en un segundo plano, enfocándose al cumplimiento de objetivos y metas institucionales, curriculares, laborales. Desde aquí, el presente artículo, muestra una visión ontológica sobre la necesidad que tiene el adecuado manejo de la inteligencia emocional y su relación con la sana convivencia desde temprana edad, permitiendo la formación de hombres y mujeres bajo principios de valores humanos. Se fundamenta en un enfoque interpretativo, atendiendo a la naturaleza del fenómeno, con apoyo hermenéutico, desde donde se aspira cumplir con el objetivo generar una fundamentación teórica sobre la incidencia de la inteligencia emocional con la convivencia escolar en los estudiantes de primaria. Contribuyendo así con el desarrollo de los estudiantes. Con este estudio se espera que los sujetos reconozcan el valor que tiene la inteligencia emocional en las relaciones humanas, así como de constituirse un aporte para futuras investigaciones relacionadas con el manejo adecuado de las emociones como base del desarrollo de los individuos.
Palabras clave: inteligencia emocional, convivencia, formación integral
Abstract
Citizen coexistence is immersed in different situations and scenarios that make its maintenance an arduous task, especially today when social, cultural and technological dynamics open a gap in human communication, leaving the formation of being almost in a second. plan, focusing on the fulfillment of institutional/curricular, labor objectives and goals. From here, this article shows an ontological vision of the need for proper management of emotional intelligence and its relationship with healthy coexistence from an early age, allowing the formation of men and women under principles of human values. It is based on an interpretive approach, taking into account the nature of the phenomenon, with hermeneutical support, from which it aspires to meet the objective "Generate a theoretical foundation on the incidence of Emotional Intelligence with school life in primary school students". Thus contributing to the development of students.
Keywords: emotional intelligence, coexistence, comprehensive training
El presente estudio se constituye un medio de reflexión que permitirá dar a conocer una serie de aspectos relacionados con la inteligencia emocional y su relación con el desempeño académico dada su complejidad ya que es un tema relevante que desde lo social impacta en el sector educativo. La investigación propondrá tornar la mirada hacia la importancia de su impacto en los procesos de aprendizaje, así como el rol determinante de los docentes para contribuir a que los estudiantes reflexionen sobre sus niveles de inteligencia emocional.
A pesar de que el mundo actual vive a un ritmo acelerado, las relaciones humanas siguen siendo importantes en todos los ámbitos desde lo familiar, social, educativo y laboral, en las que el ser humano con sus características propias le definen, pero también le generan la responsabilidad de conocerlas, evaluarlas y gestionarlas en todo lo que hace. Pero, para poder tener un adecuado desempeño en comunidad es importante que las personas desarrollen elementos internos que les permitan regularse, conocerse y al conocerse a sí mismas podrán conocer a otros y por ende comunicarse de forma efectiva manteniendo una adecuada vida social y por tanto tener armonía en las experiencias, la respuesta adecuada ante las demandas del ambiente, la toma de decisiones y las conductas en general, para así trascender en el marco de las relaciones de cooperación e interdependencia.
Al hablar de relaciones humanas se hace referencia a los vínculos generados por varias personas, correlaciones determinadas por la forma en que cada uno exprese sus emociones y sentimientos, la regulación de estos y el reforzamiento social y afectivo que reciba del otro. Estas primeras reflexiones sobre la mente humana se dieron desde los griegos y posteriormente con el surgimiento de la psicología empieza formalmente el interés del hombre en el comportamiento humano, así como los procesos cognitivos y afectivos (pensamiento, lenguaje, emociones, motivaciones inteligencia entre otros). Los diferentes campos de la psicología permiten hacer un abordaje integral el ser humano en función de las áreas del conocimiento, así como de las necesidades de este.
Partiendo de los anterior, desde sus inicios la psicología usaba diferentes técnicas que se valían de la observación y la experimentación junto a otras disciplinas, así como la fisiología y la psicología experimental estudia los procesos psicológicos o habilidades cognitivas dentro de los que se encuentran la atención, la memoria el pensamiento, el lenguaje y la inteligencia mediante el uso de las pruebas psicológicas, las entrevistas y las observaciones, apoyándose de la psicometría. Entendiendo que los procesos psicológicos son esas destrezas que permiten la realización de las tareas que contribuyen a la adquisición del aprendizaje, el lenguaje y el pensamiento.
Desde aquí, la investigación que da origen al presente artículo tiene en sus proyecciones ampararse a un estudio bajo el enfoque interpretativo con apoyo en la hermeneusis tanto del contenido como del discurso, esto con la finalidad de posteriormente generar una fundamentación teórica sobre la incidencia de la inteligencia emocional con la convivencia escolar en los estudiantes de primaria. A fin de orientar el adecuado desarrollo de los estudiantes en todas sus esferas.
También es importante destacar que este tema ha sido considerado de relevancia por diferentes autores, y en contextos diferenciados, así se tiene a nivel internacional en Brasil, Vaquero (2020), en su tesis doctoral “Relación entre inteligencia emocional y rendimiento académico en adolescentes dentro de un centro educativo de excelencia en Sao Paulo”, el cual se plantea como objetivo central, interpretar la relación existente entre inteligencia emocional y rendimiento académico en adolescentes dentro de un centro educativo de excelencia en Sao Paulo. Metodológicamente se siguió el camino del enfoque positivista, con un estudio de campo. Para ello, en primer lugar, se realiza una descripción de la muestra, para proceder al estudio en profundidad ambas variables con los datos obtenidos del instrumento, a partir de estudios de correlación bivariada.
También, en Venezuela, Sanguino (2021), realizó su tesis doctoral titulada “Aproximación teórica de la convivencia escolar, para la optimización del tiempo libre”, su objetivo general aportar constructos teóricos de la convivencia escolar, para la optimización del tiempo libre en la Institución Educativa Colegio Manuel Fernández de Novoa, la investigación se amparó en los postulados del paradigma interpretativo, mediante el enfoque cualitativo, con un método hermenéutico, como informantes clave se seleccionaron a dos docentes del grado quinto, estudiantes del mismo grado y dos padres y/o acudientes del mismo grado, su selección respondió al criterio intencional, a dichos informantes se les aplicaron entrevistas, la información que de allí subyace fue analizada mediante el proceso de categorización, seguidamente se realizó en la presentación y la interpretación de resultados, las cuales fueron interpretadas a través del software ATLAS ti, arrojando las redes semánticas que permitieron un análisis efectivo.
En el ámbito Nacional, se tiene en Barranquilla, Hernández (2020), realizo su tesis doctoral “la inteligencia emocional y su relación con el rendimiento académico”. Tuvo como objetivo analizar la relación existente entre la inteligencia emocional y el rendimiento académico, en la institución educativa distrital Antonio José de Sucre, La metodología utilizada en esta investigación está enmarcada en un enfoque complementario de carácter racionalista-deductivo, utilizando un diseño no experimental, para la recolección de datos de esta investigación se utiliza los instrumentos cuestionario y fichas técnicas y se procedió a obtener los resultados a través de las técnicas de análisis documental y cuestionario, para así poder darle respuesta a la pregunta problema formulada al inicio de esta investigación, se contó con una población de 31 estudiantes del grado quinto de primaria del colegio Antonio José de Sucre.
A través de los resultados y sus respectivos análisis, se puede concluir que esta investigación ha sido relevante, puesto que demostró la importancia de la inteligencia emocional en el rendimiento académico de los educandos y cómo está influye tanto positivamente cómo negativamente y no solo académicamente sino en la vida cotidiana de cada uno de ellos.
En Cúcuta, Santamaría (2020), realizó su tesis doctoral titulada “Convivencia Escolar Resiliente y Desarrollo Humano: Una mirada desde sus actores”. Es un estudio investigativo que presenta una propuesta que reconfiguró los procesos para mejorar las situaciones de convivencia presentadas en una institución educativa rural, catalogada como víctima del conflicto, desde características asociadas a la Resiliencia. En coherencia con el objetivo, se abordó a partir de un paradigma socio crítico, tipo cualitativo y un diseño de Investigación Acción Educativa (IAE).
Una vez conceptualizada la línea de enfoque de la psicología como ciencia de estudio humano, es importante destacar la inteligencia como parte esencial de la misma y como objeto de estudio. Desde allí, la inteligencia es una construcción social multi definida desde lo psicológico, lo biológico y lo educativo, así como multifactorial que le permite desarrollarse en diferentes aspectos de la vida. Al respecto Arias (2013):
La inteligencia humana es entonces una propiedad del binomio pensamiento-lenguaje que favorece la adaptación del individuo, tanto en el mundo físico como en la esfera de las relaciones sociales. La inteligencia depende del pensamiento, porque como dijimos, no es como cualquier otro constructo psicológico que existe por sí mismo (p. 2).
Los seres humanos poseen un sin número de características que los definen, hacen únicos y a la vez los diferencian de los demás, la inteligencia es una de ellas definida por distintos autores, pues resulta complejo establecer una sola concepción de esta, aunque puede aproximarse a comprenderla como el conjunto intrincado y variado de capacidades, que no necesariamente pueden ser medibles por los test psicológicos o que están influenciados directamente por la genética o por el medio ambiente; estas capacidades están relacionadas con razonamiento y el análisis hasta la integralidad de Gardner con la teoría de las inteligencias múltiples.
Inicialmente la inteligencia solamente era analizada desde el punto de vista del procesamiento abstracto o de la razón. Para Villacorta (2010) “Es ancestral la costumbre de relacionar la inteligencia con la capacidad de raciocinio lógico, con las competencias de comprensión, análisis, síntesis, resolución de problemas, etc., que componen el cociente intelectual” (p. 3); esta característica es un concepto abstracto que ha sido definido desde la psicología y la antropología y que ha estado soportado por los aportes de otras ciencias.
Desde los griegos la inteligencia se ha apreciado en diferentes formas, que van desde la capacidad de adaptación hasta la teoría de inteligencias múltiples, y se ha encontrado que está relacionada con los procesos de desarrollo, tanto biológico como cognitivo, dada la maduración de los procesos perceptuales, cognitivos y sociales. Una de las definiciones que más aceptación tiene es la formulada por Ardila (2011) para quien la inteligencia es un conjunto de habilidades cognitivas y conductuales que permite la adaptación eficiente al ambiente físico y social. Incluye la capacidad de resolver problemas, planear, pensar de manera abstracta, comprender ideas complejas, aprender de la experiencia. No se identifica con conocimientos específicos ni con habilidades específicas, sino que se trata de habilidad cognitiva general, de la cual forman parte las capacidades específicas.
El origen etimológico de la palabra inteligencia “intus legere quiere decir: leer o conocer en su intimidad y en profundidad la realidad de las cosas”. (Pacheco, 2003) se puede afirmar, también que significa saber elegir, entendiendo el concepto desde la concepción de la inteligencia como la habilidad para decidir acertadamente la mejor alternativa. Sin embargo, hay autores como el caso de Binet, psicólogo y pedagogo francés cuyos estudios se vieron orientados a la medición de la inteligencia, y así lo expresa Ardila (2011): “El concepto de inteligencia ha estado muy ligado a su medición” (p.98). Esta concepción ha sido muy aplicada sobre todo en el ámbito educativo, a través de la aplicación de pruebas estandarizadas (PISA, ICFES, SABER), donde los estudiantes son catalogados por un índice numérico alcanzado, y es a este valor que se le llama inteligencia.
En líneas con lo mencionado, Ardila (2011), menciona un referencial de Binet quien diseñó una serie de situaciones problema que poseían dificultad gradual creciente y clasificó las que podían ser resueltas por niños de diversas edades. En esta forma se propuso una secuencia que dio origen al concepto de "edad mental" a diferencia de la "edad cronológica", posteriormente muchos otros investigadores siguieron el legado. (p. 98).
Pero más allá de establecer la relación de la edad mental con la cronológica, los posteriores estudios demostraron que la predicción de éxito o fracaso de los estudiantes también podría estar relacionada con otros factores como el cultural, el familiar, el motivacional, el actitudinal, el fisiológico y el emocional; todos en sintonía con lo propuesto por el psicólogo norteamericano Howard Gardner, citado por Pérez (2018) para quien la inteligencia es “un potencial biopsicológico de procesamiento de información que permite resolver problemas o crear productos valiosos en una comunidad o cultura determinada” (p. 362), es decir es una expresión plural y refleja la diversidad de las capacidades humanas.
Con Gardner surge la teoría de las inteligencias múltiples iniciándose un nuevo camino para entender cómo los seres humanos tenemos distintas formas de ser y de aprender, a diferencia de las anteriores posturas que definían la inteligencia y el aprendizaje desde una sola vía ya que por su amplitud permite la flexibilización y diversidad de los procesos educativos, facilita la integración de las capacidades individuales, promoviendo la motivación y atención entre otros procesos que atendieran las necesidades de los estudiantes. Esta teoría ha tenido un impacto positivo a nivel educativo, pese a que los ocho componentes de la misma no puedan ser medidos por tests, pero pueden ser evaluados e identificados más allá de la aplicación de pruebas estandarizadas, dichos componentes o tipos de inteligencia son: espacial, lingüística, corporal, musical, lógico matemática, naturalista, interpersonal y la intrapersonal.
Las dos formas de ver la inteligencia a nivel interpersonal e intrapersonal, están relacionadas con la Inteligencia Emocional (IE), teoría que es propuesta por el psicólogo estadounidense Daniel Goleman. Aunque inicialmente el tema de la inteligencia emocional aparece en un artículo publicado por Salovey y Meyer en 1990, la IE se relaciona con el uso adaptativo de las emociones y como se aplica al pensamiento, pero es hasta 1995 cuando Goleman lo retoma, divulga y continúa disertando sobre el tema en diferentes libros, entre ellos Inteligencia Emocional publicado en 1995 en el que se describe la importancia del reconocimiento de las habilidades emocionales y sociales y su impacto en el bienestar de las personas, profundizando en la tesis de que no solo lo intelectual es importante.
Goleman expresa que las habilidades para relacionarse con los demás denotan una forma en que se manifiesta la inteligencia, aunque no dependan del aprendizaje escolar pero que influyen directamente en la forma en que el individuo se maneja a sí mismo y a sus relaciones, así como las consecuencias que conllevan esas interacciones. Si la persona reconoce lo que siente y por qué lo siente puede gestionar su vida y lograr una actitud positiva frente a los contratiempos, las frustraciones y todo cuanto pueda trastornar el logro de sus metas e inclusive reconocer qué emociones negativas pueden afectar su salud tanto física como emocional.
También esta inteligencia emocional se manifiesta en la comprensión de los sentimientos y actitudes del otro, desarrolla empatía para entender las razones que le llevan a actuar de cierta manera, entender su forma de pensar y aceptar las diferencias. Este acercamiento permite que se trabaje en equipo armoniosamente para lograr metas mediante el trabajo colaborativo, resolver conflictos, influenciar y convencer para comunicarse, factores que, en últimas, provocan un mejor desempeño en todos los ámbitos.
De acuerdo con Castillo (2015) favorecer el desarrollo de la inteligencia desde la perspectiva emocional permite en el ser humano incrementar sus habilidades cognitivas, la satisfacción personal, los valores, la eficacia social y las relaciones afectivas sólidas; características fundamentales para vivir satisfactoriamente alcanzando el éxito dentro de un contexto social compartido. Siendo la escuela uno de los espacios de socialización por excelencia es allí donde se deben fortalecer las habilidades sociales que nacen de la inteligencia emocional, para que a partir de esto se fortalezcan las habilidades académicas tradicionales. Tal y como lo plantea Mota (2007), al referir los estudios de Lev Vygotsky en su teoría sociocultural: los procesos internos de desarrollo solo se producen cuando el niño está en interacción con adultos del entorno (padres, familiares y maestros) y sus pares (niños de su misma edad), en el que se dan situaciones sociales que sean significativas para luego ser internalizadas y convertidas en aprendizajes.
La importancia de la emocionalidad y por ende del desarrollo de la inteligencia emocional radica en el hecho que permiten que se facilite el fortalecimiento de los procesos de aprendizaje dados en el aula con las competencias académicas y su vinculación al medio escolar, la confianza en el otro y en sí mismo, dando como resultado una mejor y más alta autorregulación emocional que conlleva a asumir con responsabilidad las asignaciones escolares y por lo tanto su proyecto de vida, optimizando las habilidades personales de cada individuo. En relación a esto la IE, es la habilidad para comprender las emociones propias y las de los demás, la autogestión emocional (autoconocimiento, el asertividad y el autocontrol).
De acuerdo con Bisquerra (2003) “la educación emocional es una innovación educativa que responde a necesidades sociales no atendidas en las materias académicas ordinarias” (p. 7). Es entonces donde los procesos cognitivos básicos surgen como facilitadores en la construcción de conocimiento como son: el pensar, el procesar la información, el pensamiento crítico, la resolución de problemas, la atención, la memoria entre otros.
Ahora bien, este manejo adecuado de las emociones va a jugar un papel de gran importancia en las relaciones sociales de los sujetos con su entorno, sobre todo en los primeros años de vida, en los que debe aprender a convivir con personas ajenas a su círculo familiar, quienes de ahora en adelante se convertirán en su compañía día a día. Es aquí, donde Esteves (2019), señala que: “Un motivo por el cual es importante educar en inteligencia emocional, es que no solo se potencian los aspectos cognitivos e intelectuales del niño, sino que se favorece el desarrollo de la personalidad, las aptitudes, los valores, y esfuerzo”. (p.8)
Desde la educación en los espacios de clase, se hace necesario la formación de un sujeto con su personalidad fundamentada en un sistema de valores acordes a la realidad actual, donde la igualdad entre pares, el respeto, la pluriculturalidad, donde las dimensiones del aprendizaje (ser, hacer, conocer y convivir), se desarrollen de manera adecuada entre los estudiantes; también, es importante que los docentes creen espacios donde cada estudiante adquiera la capacidad de analizar problemáticas reales a su entorno, que cada uno de ellos tenga la posibilidad de expresarse y que sus compañeros puedan compartir con él sus puntos de vista.
El desafío de la escuela moderna es precisamente la creación de un todo, donde se priorice la emoción, la imaginación sobre la razón, propiciando para ello condiciones donde la democracia y participación para el desarrollo pleno de las personas desde una perspectiva autónoma. En concordancia con lo explicado anteriormente, la educación de la inteligencia emocional para las relaciones interpersonales y, por tanto, de la sana convivencia, no debe catalogarse como una actividad más, sino una necesidad imperiosa para la formación integral de los niños (sujetos en el estudio). Así se hace notar en la siguiente referencia de Goleman (2015):
El desarrollo de la Inteligencia Emocional hoy por hoy resulta una necesidad y sobre todo una importante herramienta dentro del aula para aprender a reconocer las emociones propias, aprender a regular y dominar dichas emociones, aprender a reconocer los derechos del otro como ser social, a convivir y aceptar las diferencias de los demás, las cuatro esferas genéricas de la Inteligencia emocional: la autoconciencia, la autogestión, la conciencia social y la gestión de las relaciones. (p.12)
Entonces la escuela no se debe limitar al desarrollo curricular- académico, sino que se debe adaptar a la realidad actual, creando oportunidades para la formación del ser de los niños, quienes en la edad de primaria están en el proceso de formación de su identidad y personalidad, donde cada pauta de conducta aprendida le permite interaccionar con el contexto, pares y semejantes, discerniendo entre lo que vive y su respuesta al medio.
Además, la inteligencia emocional, vista como un área del desarrollo humano, le permitirá al sujeto, el reconocimiento de su propio ser, sus emociones, sus fortalezas, debilidades y maneras de trabajar con ello; posteriormente se trata de identificar estos mismos aspectos en el otro y cómo aceptarlo desde la individualidad. Por último, esta capacidad de autoconciencia y reconocimiento del otro le permitirá la adaptación a la sociedad en la cual se está desarrollando, sus normas y aspectos a aportar para el mejoramiento de la misma.
Ante lo planteado, queda clara la importancia de educar desde y para manejar adecuadamente las emociones, sobre todo cuando las sociedades actuales se encuentran inmersas en una dinámica cambiante, acelerada, donde el estrés laboral arropa a los círculos familiares y se presentan situaciones donde la agresividad se hace presente, no se manejan adecuadamente los canales comunicacionales, acciones que los niños ven, aprenden y reproducen en sus recintos escolares, poniendo en amenaza la convivencia que debe imperar en estos centros pluriculturales.
Ahora bien, atendiendo que, en la etapa actual, son muchos los factores globalizantes emergentes que han influido notablemente en estas relaciones sociales, modificándolas, tanto de manera favorable como desfavorablemente en algunas ocasiones, y es la etapa de la adolescencia la que se ve impactada en mayor proporción, pues la adolescencia es un período evolutivo caracterizado por cambios importantes tanto en el desarrollo físico, mental y emocional, como en las relaciones interpersonales, los cuales provocan ambivalencias y contradicciones en el proceso de búsqueda del equilibrio consigo mismo y con la sociedad a la que el adolescente desea incorporarse. Por ello, los adolescentes están en un período donde son moldeables a las influencias de los modelos sociales y de los entornos de vida (Inglés, 2007)
De acuerdo a lo anterior, las relaciones humanas son la base de las sociedades; sin embargo, en ella se suscitan una serie de elementos y factores que muchos casos amenazan su sano desarrollo o evolución, y es aquí como las principales estructuras sociales (familia y escuela) deben intervenir para poder crear rutas de trabajo en pro del restablecimiento de estas relaciones y por ende del desarrollo social de los sujetos, misma que se fortalece en la adolescencia – tiempo de cambios madurativos en los sujetos-.
La fuente de mayor influencia sobre la conducta del adolescente varía según el asunto que se considere. De esta manera, los hallazgos de las investigaciones indican que es más probable que los jóvenes escuchen a sus padres que a los compañeros cuando se trata de cuestiones morales, educativas o que tengan que ver con el dinero o con el control de relaciones interpersonales, distintas de las que tienen con los compañeros. Por el contrario, los adolescentes son más susceptibles de escuchar a sus compañeros cuando se trata de elegir a amigos, controlar las relaciones con los compañeros o pasar el tiempo libre (Smetana, 1993).
Puede deducirse, entonces, que las habilidades sociales son un campo de estudio en las sociedades científicas, los resultados de estos estudios permiten evidenciar que existe una gran coincidencia entre los déficits sociales con ciertos trastornos de la personalidad, así como ansiedad social, soledad depresión y la autoestima. Al respecto Monjas (2006), plantea:
En particular, el estudio de las habilidades sociales y la competencia social en la infancia y adolescencia ha tenido un fuerte impulso a partir del reconocimiento de que estas etapas de la vida representan un periodo crítico para su adquisición y desarrollo. Los estudios en estas poblaciones destacan que habilidades sociales competentes se asocian con un mejor ajuste social, académico y psicológico, tanto durante la niñez y adolescencia como en la vida adulta. Asimismo, se enfatiza que la incompetencia social se relaciona con baja aceptación, rechazo, ignorancia o aislamiento social por parte de los compañeros o iguales, bajo rendimiento académico, inadaptación escolar, baja autoestima y desajustes psicológicos, entre otros (p.24).
Específicamente, las habilidades sociales propias del hombre se centran en el reconocimiento de emociones, habilidades de negociación, resolución de conflictos interpersonales, expresión de emociones positivas y negativas, defensa de los propios pensamientos y opiniones y expresión respetuosa de desacuerdos y opiniones con los demás, se consideran necesarias para lograr relaciones interpersonales positivas por su importancia social, y demás, la competencia demostrada en habilidades sociales se ha identificado como un factor protector frente al Bullyng o acoso escolar, rescatando los valores de convivencia en cualquier grupo social donde se desarrollen y considerando que en Colombia, escenario de estudio, los niños y jóvenes pasan gran parte de sus días en las instituciones educativas interactuando con sus compañeros, y docentes.
Partiendo de esto, la convivencia, es uno de los factores más esenciales para el desarrollo social de los jóvenes en la escuela, así como es de suma importancia para el desarrollo de las actividades académicas, sociales, culturales, porque cuando se crean relaciones respetuosas entre las personas, la comunicación funciona fluidamente y la resolución de conflictos es más fácil entre todos. La escuela debe ser un lugar donde vas a disfrutar, ser feliz, hacer amigos y aprender de personas. Permite también el desarrollo de actitudes y disposiciones que concuerdan en reconocer al otro como sujeto con cualidades y capacidades a las que puede asociarse, experimentando valores como: autoestima, respeto por el conocimiento y exigencia de los derechos de los niños y niñas, pero también se entiende que el otro es diferente y por tanto la riqueza está en el aprendizaje entre diferentes personas, y estas razones no deben desembocar en agresiones entre iguales.
Uno de los mayores problemas generados en el ámbito escolar está relacionado con el manejo de los conflictos en el aula, y en los altos índices de agresividad en la escuela, lo cual ha propiciado que las investigaciones pedagógicas estén encaminadas a elaborar proyectos que se inserten nuevas metodologías dentro del contexto escolar que involucren diversos espacios de reflexión y acción, como es el de la educación emocional. En los últimos años mantener un buen clima escolar y de convivencia en las aulas resulta cada vez más difícil. Conflicto o violencia escolar están provocando una gran preocupación en toda la comunidad educativa y en la sociedad en general, incluso a veces más que los propios resultados académicos (Torrandel, 2006).
Por último, y tal vez una de las razones por las cuales la inteligencia emocional tiene gran relevancia en la formación de los niños, y debe ser tratada en las instituciones educativas, es porque los niños y niñas que se encuentran bien educados emocionalmente demuestran un compartimiento dinámico y armonioso que se manifiesta en la interacción con una relación consigo, y con los demás, expresando sus sentimientos y respetando la de los otros.
Posteriormente, este proceso va a facilitar la sintonía entre profesor y estudiante, quien en la medida que logre la implementación de un ambiente humano, se compenetrará con su rol de un docente dinamizador, guía, amigo, negociador, comprometido con el bienestar institucional y de sus actores. Es decir, la coordinación de los estados de ánimo es la esencia de la compenetración, experimentando de esta forma un determinante de la efectividad interpersonal, habilidad desarrollando una sincronía emocional.
Uno de las principales propuestas de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), es el de aprender a vivir juntos, y ha sido un requisito para las relaciones y evolución social. Así, se puede decir que, desde hace más de una década la convivencia y disciplina escolar ha sido considerada como un fenómeno que preocupa tanto a docentes como a gerentes institucionales, y a la administración educacional. Los sujetos se encuentran preocupados por la presencia de eventos que alteran y perturban la armonía y la convivencia de clases.
De igual manera, García (2005), considera que la buena armonía, la convivencia, el respeto y la disciplina escolar son elementos necesarios para el logro de las metas y objetivos educativos, y más importante para los valores educativos y las actitudes sociales adquiridas a través de la experiencia. Así, las normas y reglas de respeto y convivencia sin considerados como fines y contenidos interdisciplinarios en el sistema educativo, pues a través de estos se ayuda a entender el mundo, enseñan la responsabilidad y el desarrollo del autocontrol, la autonomía y la convivencia, acciones necesarias para la adaptación y desarrollo social.
En este orden de ideas, Rodríguez y Figueroa (2019), ofrecen el siguiente esquema donde se resume la postura teórica sobre la convivencia escolar, bajo las premisas de la teoría social:
Figura 1
Postura teórica sobre la convivencia escolar bajo las premisas de la teoría social. Fuente: Rodríguez y Figueroa (2019).
Como queda constatado en ambos casos, la gestión de la convivencia afecta efectivamente a las relaciones interpersonales escolares: cuanto mayor sea el énfasis en la administración escolar y los docentes toman medidas para mostrar la relación más saludable y viceversa. Sin embargo, la estancia de los estudiantes suele estar fuera del marco de la gestión de la institución. Todas estas relaciones se ven influenciadas de manera directa por la intervención de los sujetos con el medio o contexto, de donde se asimilan los conocimientos y se fortalecen las relaciones interpersonales.
Desde la revisión bibliográfica realizada se tiene que la educación del sujeto debe iniciarse desde temprana edad, tomando en consideración el fortalecimiento de cada una de las dimensiones, siendo entre la más relevante la social, misma que le va a permitir relacionarse con su entorno, adquirir nuevas estructuras de saberes y aumentar las posibilidades para adaptarse a una sociedad cambiante como la actual. La simbiosis inteligencia emocional y convivencia escolar, debe ser considerada en cada una de las áreas del contenido curricular, ésta adquiere gran relevancia en la intencionalidad del sistema educativo si se desea cumplir con lo expresado en las normativas legales y referentes en cuanto a la formación de un ser capaz, innovador, hábil, social, íntegro.
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Artículo de investigación derivado del proceso de formación académica. Recibido: 30/08/2023 – Aceptado: 24/01/2024 – Publicado: 29/01/2024 Eugenio-Barroso, ND. (2024). La Inteligencia Emocional en la Convivencia Escolar de Estudiantes de Primaria. Educación y sociedad, 22 (1), 206-221. https://doi.org/10.5281/zenodo.10578452 |