Del movimiento reformista de Córdoba a la extensión universitaria senti-pensante para la transformación social

From the reformist movement of Cordoba to the senti-thinking university extension for social transformation

 

Autores: MSc. Francisco Ramiro Ulloa Enríquez*

Dr. C. José Luis Almuiñas Rivero**

Institución: *Universidad Técnica de Cotopaxi, Ecuador

**Centro de Estudios para el Perfeccionamiento de la Educación Superior, Universidad de La Habana, Cuba

Correo electrónico: fulloa_e@yahoo.com

almu@cepes.uh.cu

 

 

Resumen

El estilo de vida del mundo occidental viene siendo marcado por los impactos que, en los diferentes ámbitos, traza la globalización de corte neoliberal; el posmodernismo con su pesada carga de individualismo, egoísmo, utilitarismo y competencia desleal ha generado que la humanidad caiga en una peligrosa estandarización y homogenización. Las Instituciones de Educación Superior de América Latina, a partir de 1918, con el Manifiesto de Córdoba, expresaron su claro deseo de trazar distancias con el modelo europeo. La actualidad y fuerza del debate sobre las tres funciones universitarias: docencia, investigación y extensión, siguen siendo retos a enfrentar para superar las contradicciones económicas y sociales que existen en la región. El objetivo del presente artículo es presentar, cobijados por el referente histórico del Manifiesto Liminar de Córdoba, algunas reflexiones teóricas sobre el trabajo extensionista, que se consideran cruciales para el desarrollo de los pueblos y, por tanto, plantear estrategias transformadoras e innovadoras, que incorporando el senti – pensar, hacen necesario  manejar un profundo equilibrio entre conocimiento y sentimiento, que lleven de la teoría a la práctica los derechos humanos y se conviertan en una condición para que dichas instituciones asuman un nuevo rol en medio de las presiones y desafíos socioculturales que actualmente enfrentan.

Palabras clave: Cultura artística, extensión universitaria, sociocultural, senti-pensar.

 
Abstract

The lifestyle of the western world has been marked by the impacts that, in different areas, trace the globalization of the neoliberal court; Postmodernism with its heavy burden of individualism, selfishness, utilitarianism and unfair competition has caused humanity to fall into a dangerous standardization and homogenization. The Institutions of Higher Education of Latin America, from 1918, with the Manifesto of Córdoba expressed their clear desire to draw distances with the European model. The news and strength of the debate on the three university functions: teaching, research and extension, remain challenges to overcome in order to overcome the economic and social contradictions that exist in the region. The objective of this article is to present, covered by the historical referent of the Liminar Manifesto of Córdoba, some theoretical reflections on extension work, which are considered crucial for the development of peoples and, therefore, propose transformative and innovative strategies, which incorporating the feeling - think make it necessary to manage a deep balance between knowledge and feeling, take human rights from theory to practice and become a condition for these institutions to assume a new role amid the socio-cultural pressures and challenges that currently face.

Keywords: Artistic culture, university extension, sociocultural, senti-thinking.

 

Introducción

Los impactos de la globalización neoliberal van configurando la tendencia posmoderna de una sociedad líquida, que conduce a las nuevas generaciones a ser simples fichas de un tablero lleno de contradicciones y desigualdades, impidiendo el crecimiento de los países con equidad, justicia y sostenibilidad. En este contexto, se manifiesta también una crisis cultural, que plantea múltiples retos para salvaguardar la supervivencia humana.

Las Instituciones de Educación Superior (IES) de América Latina, a partir de 1918 con el Manifiesto de Córdoba, expresaron su claro deseo de trazar distancias con el modelo europeo. La actualidad y fuerza del análisis, así como el debate sobre las tres funciones universitarias: docencia, investigación y extensión, son retos a enfrentar para superar las contradicciones que existen. La tarea extensionista tiene una permanente postergación y limitada comprensión de su trascendencia social. Las instituciones están obligadas a brindar respuestas a las crecientes y exigentes demandas culturales, en especial, a aquellas en las que su abordaje es complejo, ya que son muchos sus componentes, entre los cuales se encuentra la cultura artística, que tiene una amplia gama de manifestaciones.

Los estudios socioculturales pueden aportar elementos de análisis de carácter holístico, que posibiliten visualizar la compleja trama social y cultural de pueblos que no han teorizado lo suficiente sobre sus valores de identidad, pese a sus profundas raíces ancestrales, que han entregado con el paso del tiempo. Esto aún genera debates sobre su autenticidad, o la usurpación simbólica de tradiciones y costumbres de pueblos confrontados por una historia poco feliz de conquistas, colonialismos y neocolonialismos.

En correspondencia con lo expresado anteriormente, el objetivo general de este trabajo es presentar, cobijados por el referente histórico del Manifiesto Liminar de Córdoba, algunas apreciaciones sociales de la extensión universitaria en el ámbito de la promoción de la cultura artística.

 

Desarrollo

Importancia de los estudios socioculturales

El campo de los estudios socioculturales está marcado por la independencia entre los hechos sociales y las realidades culturales, sin olvidarse de su estrecha relación. Al respecto, Bell (1977) divide la sociedad humana en tres esferas: «la social, que se rige por el principio de la simpatía y la antipatía entre las personas; la esfera económica, que se rige por el principio de la ganancia, el lucro y la riqueza; y la esfera cultural, que tiene que ver con el afán de autorrealización».

Para efectuar estudios socioculturales es necesario encontrar las correlaciones entre las esferas social, económica y cultural. Para mejor precisión conceptual, el argumento de Pierre Boudieu, citado por Rojas y Rodríguez, señala que: «La investigación sociocultural es el intento de superar las limitaciones artificiales y la unilateralidad de la investigación histórico – económica, histórico – cultural, histórico – religiosa, que emerge como resultado de la división del trabajo al interior de la artesanía del historiador» (2013, p.46).

En el marco de esta breve precisión conceptual, se coincide en que el estudio sociocultural se dirige a la articulación entre todos los elementos que conforman el tejido de una sociedad, incluyendo entre estos, no solo los explícitos, sino los implícitos e inconscientes como lo que hoy en día se llama mentalidad (Ibídem, 2013, p.45).

A partir de los sustentos teóricos señalados, se asume que los estudios socioculturales apuntan a relacionar variables educativas, sociales, económicas, políticas y culturales; y por ello, se considera que, siendo el ser humano un ente social y naturalmente cultural, la característica mayor de sus capacidades está signada por el lenguaje.

Para cerrar este cuerpo de referencias conceptuales, es imprescindible que un estudio sociocultural incorpore los elementos fundamentales de la crítica (de) colonial; con ello, se asumirá el distanciamiento y ruptura respecto del proyecto neoliberal y se podrán plantear escenarios distintos, que permitan pasar de las fases declarativas a la praxis comprometida de inclusión social de las minorías.

Esta reflexión, obligatoriamente, remite a pensar en la necesidad de un constructivo diálogo intercultural, como requisito previo y de resultados. Para ello, Tubino, citado por Cruz, sostiene: «El diálogo intercultural es una alternativa a la imposición de valores mono culturales. Requiere, por lo menos, tres condiciones que deben ser definidas entre las distintas culturas: igualdad, reciprocidad y rechazo a la coacción» (2013, p.65).

Universidad y cultura

En Córdoba (1918), se cuestionó el statu quo de una sociedad pacata y de una universidad enclaustrada, es por ello que en las primeras décadas del siglo XXI es imprescindible referenciar a la globalización como estrategia geopolítica de carácter imperialista. Constituye el punto de partida en el análisis de cualquier problemática derivada de la crisis sistémica mundial actual, que pretende ser abordada con rigor científico, ya que el estudio del contexto incide en un conjunto de dimensiones: económicas, sociales, políticas, culturales, ambientales, educativas, entre otras.

Al respecto, Pupo señala: «la globalización es un fenómeno histórico – cultural objetivo, resultado del desarrollo de la ciencia, la técnica y la cultura, en general» (2013, p.177). Específicamente, los países latinoamericanos en el ámbito cultural requieren que, con pensamiento crítico, sean capaces de referenciar la complejidad de los fenómenos que genera la globalización, ya que al aplicar políticas de carácter neoliberal se privilegia el mercado en detrimento de los derechos humanos, que son la pauta en el desarrollo humano.

El Comandante en Jefe, Fidel Castro Ruz, en el discurso pronunciado en el acto de clausura de la Tercera Convención Internacional de Educación Superior, celebrada en La Habana, alertó sobre las consecuencias de la globalización de corte neoliberal para el planeta:

Todo está en peligro hoy, desde la supervivencia de la especie hasta la supervivencia de las identidades y de las culturas ¿Hacia qué mundo marchamos? Hacia la monocultura, hacia la desaparición, incluso de los idiomas. Los dialectos han ido desapareciendo por miles y son producto de la inteligencia humana, de la forma de comunicarse unos seres humanos con otros ¿Qué protección han recibido? Ninguna, han desaparecido al mismo ritmo que han desaparecido especies vegetales que quien sabe cuánto valor encierran (Ulloa, 2007, p. 22).

Esta reflexión advierte sobre el carácter excluyente y dominador de la globalización neoliberal, que se inspira en la acumulación de riquezas en pocas manos antes que en la solidaridad humana. Cuando se deja abierta la interrogante sobre el futuro del planeta, la invitación es para que se asuma el reto de promover una cultura de paz, que las soluciones se alcancen por la vía negociada de los conflictos, que la tolerancia y el «aprender a vivir juntos», sea uno de los pilares de la educación del siglo XXI.

El mundo cambia con una velocidad asombrosa, ya que fenómenos que no existían unas décadas atrás, están impactando, drásticamente, en las expresiones culturales de los países. Así lo señala Pupo:

Hoy el mundo vive un momento difícil, pues la globalización neoliberal no solo impide el desarrollo del llamado tercer mundo, sino que está poniendo en peligro la propia existencia de nuestro planeta con su acción depredadora. Por eso urge una ecosofía, que funde una conciencia de resistencia y de lucha. Una utopía realista, sustentada en la cultura del ser y la existencia humana para bien de todos (2013, p. 179).

En términos generales, la crisis cultural de América Latina se produce por la persistente penetración imperialista, que utilizando la tecnología trastoca valores éticos y morales, deshumaniza a las sociedades, hace que se tenga vergüenza de ser humanos en esta humanidad, que se desvaloricen las expresiones artísticas, se renieguen las raíces culturales. La manipulada posmodernidad y su interesado fin de las ideologías, trae como consecuencia la robotización del ser.

Frei Betto, con extraordinaria precisión y agudeza en su conferencia magistral «El papel del educador en la formación política de los educandos», desarrollada en el 9no. Congreso Internacional de Educación Superior celebrada en La Habana en febrero del 2014, señaló: «entre los desafíos que los países latinoamericanos deben vencer en la actual coyuntura está el mimetismo cultural, que según Paulo Freire, es propio de la conciencia colonizada, que considera el opresor como modelo a ser imitado por el oprimido» (2014, p. 8).

Específicamente, el control imperialista de las tecnologías de la información y comunicaciones, constituyen la punta de lanza en la penetración cultural que, sistemáticamente, sufren los países de la región. Los procesos de aculturación que a través de los medios de comunicación masiva y del internet con sus redes sociales, traen como consecuencia la alienación[1]. El predominio de los países más ricos en el control y manejo de la tecnología, se constituye en nuevas formas de dependencia y vasallaje cultural, ya que, desde los centros de poder político, económico y militar, a través de la denominada cultura mundial o cultura de masas, se tiende a imponer su homogeneidad.

Esto hace que la brecha digital, científica, tecnológica e idiomática incremente el analfabetismo funcional. Es por ello urgente la consolidación de la idea de masificar la cultura general integral, donde los conocimientos mundiales sirvan para encontrar soluciones a los problemas y necesidades nacionales y locales, respetando su cultura e identidades. Es un grave error importar e implantar soluciones ajenas a la diversidad de realidades socio culturales.

 

Al respecto, Romero señala:

Culturicidio: delito contra el derecho de gentes consistente en la aniquilación intencional de las creaciones, objetos y valores culturales, patrimonio de un pueblo, indispensables para la constitución de sus subjetividades, de su identidad nacional, con el propósito de transformar a los sujetos sociales en seres diametralmente diferentes, en individuos despolitizados, temerosos, aislados de lo colectivo, disciplinados según los intereses del sector dominante (2014, p.7).

Esto deja sentada la trascendencia de hacer cotidiano y masivo el proceso de comprensión de la cultura. Para este trabajo, se asume la definición que plantea Hart, ex ministro de Cultura de Cuba:

La cultura no es accesoria a la vida del hombre, está comprometida con el destino de la humanidad, está situada en el sistema nervioso central de las civilizaciones. En la cultura hacen síntesis los elementos necesarios para la acción, el funcionamiento y la generación de la vida social de forma cada vez más amplia. En la médula de la cultura encontramos no solo al factor humano, sino también a una compleja trama de relaciones, creencias y valores. La cultura siempre ocupó un lugar destacado en los procesos productivos, y en la economía (2014, pp. 148-149).

Esta definición permite asumir que la esencia del ser humano está en la cultura y que es esta la que determina sus acciones y relaciones. Además de dejar claro que se puede aprender a vivir en armonía y paz, con tolerancia y comprensión de la diversidad, si se respetan las creencias y valores que pautan las identidades de los pueblos del mundo. Entender con claridad que la cultura no es únicamente una dimensión del desarrollo, sino una condición necesaria para el desarrollo.

América Latina cuenta con una diversidad de expresiones culturales, que son producto no solo de la cosmovisión de pueblos originarios, sino de la enorme hibridación que se genera de tres vertientes principales: indígena, hispana y africana. Este hecho enriquece y complejiza la construcción de identidades culturales. Se coincide entonces con Seijas, cuando afirma:

La identidad cultural es, un concepto relativamente nuevo para las ciencias sociales, que sistematiza los elementos que distinguen a una colectividad humana, localidad, región, un país, área geográfica e incluye los rasgos que tipifican entre sí a los individuos que forman parte de la sociedad. La esencia está en que no se homogenizan a referidos sujetos, sino que se tienen en cuenta y se integran sus diferencias en un todo a desiguales escalas. Está inmersa en un proceso de construcción y se enriquece con la pluralidad de culturas, con las cuales está en constante interacción (2010, p. 2) (…) La identidad cultural es la autodefinición de un grupo humano, un pueblo, una nación, un continente. Es producto de un devenir histórico y atraviesa distintas etapas en las que puede desarrollarse y acrecentarse; pero también, si no es preservada, puede tender a desaparecer (2010, p. 5).

Esta definición, al concebir a la identidad como un concepto nuevo, parte de un ámbito inacabado, en construcción, que se transforma permanentemente. Otro aspecto fundamental radica en la importancia de respetar las diferencias sin pretender homogenizarlas, esto posibilita que constantemente se enriquezca. Concebir que la identidad es producto de la autodefinición, brinda la oportunidad de entender que ésta nace del propio pueblo; rompe con la tradicional visión de fijar identidades a través de la construcción teórica de carácter intelectual. A su vez, al fijar la identidad en el marco referencial del devenir histórico, se abre la opción de entender las causas y motivaciones que hacen que determinados rasgos de identidad cultural se acrecienten o tiendan a desaparecer.

Afrontar los problemas culturales de la región y establecer las estrategias para su solución, visualizando un futuro que responda a las nuevas demandas, requiere desplegar un esfuerzo concertado en cada IES, pero también entre dichas instituciones, las representaciones gubernamentales y los sectores comunitarios que se involucran y se relacionan de diferentes maneras. Esto no se logra si se tienen IES como si fueran torres de marfil, encerradas en sí mismas, contemplando la realidad, en un ambiente tranquilo, a espaldas del entorno cultural que les rodea.

En la actualidad, se requiere una IES dialógica, concienciadora, problematizadora y contextualizadora, que supere su mirada solamente hacia dentro, para promover ampliamente la cultura, en sus diferentes manifestaciones; profunda y sólida, para que la población acumule, conscientemente, valores materiales y espirituales creados, propios de un determinado pueblo o comunidad. Esto significa que dichas instituciones deben concebir a la cultura no solo para ellas mismas, como una exigencia interior, sino para los pueblos, cumpliendo así uno de los componentes de su real misión social: la proyección cultural para el desarrollo integral de los ciudadanos.

Las IES de la región son centros autónomos de libertad, creadores de ideas nuevas y provocativas, diríamos casi de transgresiones, abiertas a diversas corrientes y a la experimentación; y es a través de la función de extensión universitaria que promociona la cultura.

En resumen, se puede plantear que la educación superior en la región es uno de los ejes estratégicos y elemento insustituible para construir mayores niveles de crecimiento cultural de los pueblos en cada uno de los países. Uno de los principales componentes de su misión, dentro de la sociedad, es contribuir a la satisfacción de las demandas del desarrollo cultural de la población. Ello se logra a través de las relaciones que se establecen entre los procesos académicos universitarios, donde un rol importante le corresponde al de extensión universitaria, clara expresión del fortalecimiento del vínculo universidad – cultura y, por tanto, de la función social de una IES al promover, en su interior y en el entorno, como parte de su estrategia, diferentes expresiones de la cultura, entre las cuales, se encuentran aquellas vinculadas con la artística.

Esto va de la mano de la necesidad de emprender la gran tarea de (de) colonizar la interculturalidad, reciclar el eurocentrismo y desmonopolizar la vida de corte occidental, para revalorizar los saberes ancestrales. Es urgente también concienciar que la cultura no es ornamental ni accesoria, y para ello la propia IES tiene que mirarse a sí misma para, incluso en el ambiente académico, romper con viejos esquemas y conceptos que han relegado la tarea cultural a un segundo plano, olvidándose que la cultura es la única respuesta global cuando el ser humano se pregunta qué hace sobre la tierra. En consecuencia, los referentes teóricos son imprescindibles para un cabal entendimiento de una de las tareas esenciales de las IES.

Fundamentos teóricos y características de la extensión universitaria

La historia de la extensión universitaria está pautada por muchos aportes teóricos, que con el pasar del tiempo han ido evolucionando, y en la medida que fueron cambiando los niveles de comprensión de su tarea misional, las rupturas conceptuales le brindaron a esta importante función universitaria nuevos y mayores retos.

A partir de la bibliografía internacional consultada, se puede plantear que existe un gran número de autores que han abordado el devenir histórico de la extensión universitaria en América Latina. Con estas referencias, se pueden establecer de manera sucinta las etapas de evolución del trabajo extensionista y sus principales características: (a) desde su surgimiento hasta la Reforma de Córdoba (1908 a 1918): aislamiento social; (b) desde la Reforma de Córdoba hasta finales de la década del 40: ruptura con el esquema europeo; (c) desde la década del 50 hasta mediados de la década del 70: conceptualización de los procesos de reforma; (d) desde mediados de la década del 70 hasta los últimos años del siglo XX: inicio de la integración entre las funciones esenciales de la universidad (docencia, investigación, extensión), y (e) desde el 2000 hasta la actualidad: búsqueda de nuevos paradigmas, producto de la influencia tecnológica.

El movimiento reformista de Córdoba, marca un antes y un después en el quehacer universitario, al concebir la Misión Social de las universidades, es por ello que el análisis y debate cobra actualidad en este siglo, por la creciente influencia de la tecnología y la diversificación de los medios de comunicación, que ubican a la extensión universitaria en un nuevo momento. Los países de América Latina, en su gran mayoría, con diferentes matices, tienen un despertar de posturas ideológicas que favorecen el ejercicio de los derechos humanos y, por ende, la búsqueda de aplicación práctica de los derechos culturales. La extensión universitaria debe asumir la responsabilidad social de promover la cultura en un escenario de interculturalidad y pluriculturalidad con participación social.

La extensión universitaria forma parte de los compromisos vitales de la educación superior en la región, ya que contribuye a fomentar las culturas en un contexto de respeto y defensa de la diversidad, y sin discriminaciones de ningún tipo y en general, como garantía de los derechos humanos. Esa promoción, desde una cosmovisión pluricultural, ayudará a crear mejores condiciones para desarrollar la interculturalidad, entendida como la convivencia armónica y estable entre distintas culturas.

La extensión universitaria, comprometida con el desarrollo social, posee un conjunto de características, a saber:

Es bidireccional: La comunidad universitaria y la sociedad, mutuamente y en igualdad de condiciones, aportan sus conocimientos y saberes. Esto facilita la solución de los problemas e influye positivamente en universitarios y comunidad, otorgándoles nuevas y mejores visiones de las complejas y diversas problemáticas del planeta.

Es educativa: Los procesos de aprendizaje son de carácter individual, colectivo, organizacional y de la sociedad en su conjunto. La extensión universitaria facilita la educación permanente para impulsar la formación cultural de todos durante toda la vida.

Es transformadora: Desarrolla el pensamiento crítico, creativo y propositivo. Impulsa la autotransformación y transformación. Genera cambios de creencias, valores, actitudes y comportamientos.

Es comunicacional y dialógica: Freire plantea: «la educación es comunicación, es diálogo, en la medida en que no es la transferencia del saber, sino un encuentro de sujetos interlocutores, que buscan la significación de los significados» (2001, p.77). El ser humano es un animal social y naturalmente cultural, la característica mayor de sus capacidades está signada por el lenguaje.

Con estos sustentos teóricos, se pueden sustentar varios aspectos que en el marco del trabajo extensionista aportarían a una adecuada promoción de la cultura artística.

Cultura artística y extensión universitaria

En América Latina, si bien se cuenta con pueblos originarios que tratan de mantener sus propias expresiones culturales, la población mayoritaria es, ciertamente, producto de un mestizaje racial. Sin embargo, su mayor riqueza radica en su realidad cultural, su carácter fundamental está marcado por sus ideas, costumbres, religiosidad, lenguas y dialectos, que reflejan una compleja identidad cultural. Esta gran diversidad humana se asienta a su vez en una gran variedad de climas, espacios geográficos y realidades ambientales, que en conjunto han ido gestando identidades nacionales y locales que dan la muestra de una variada y a veces, contradictoria expresión, donde se incluyen las manifestaciones de su cultura artística.

Varios autores han efectuado definiciones de cultura artística, desde diversas ópticas, tomando esas referencias se puede afirmar que la cultura artística significa: construir, participar y reflexionar sobre las formas simbólicas del pensamiento estético de la sociedad en que se producen; es una penetración profunda a ideas y cosmovisiones, actitudes y creencias, sistemas de valores y jerarquización de los mismos, formas de comportamiento y modelos de expresión y contemplación del arte y las artesanías.

Al respecto, resulta interesante el pensamiento del Comandante en Jefe de la revolución cubana Fidel Castro, quien, al referirse sobre la diversidad cultural y creatividad, expresó:

(…) todas las manifestaciones artísticas no son exactamente de la misma naturaleza, y a veces, hemos planteado aquí las cosas como si todas las manifestaciones artísticas fuesen exactamente de la misma naturaleza. Hay expresiones del espíritu creador que, por su propia naturaleza, pueden ser mucho más asequibles al pueblo que otras manifestaciones del espíritu creador (2001, p. 15).

La cultura artística es muy amplia, por ejemplo, tiene entre sus manifestaciones las artes plásticas, musicales, dancísticas, teatrales, visuales, literarias y artesanales. Cada una de ellas aporta al desarrollo humano con sustentos fundamentales para cimentar la identidad de los pueblos, elementos que sirven a su vez para estructurar su patrimonio material e inmaterial. A menudo, haciendo un todo armónico, suelen formar parte de las expresiones festivas populares, hecho que, en muchas ocasiones, se convierte en un factor decisivo para incluir a determinadas fiestas en los registros patrimoniales inmateriales y constituirse en la principal representación identitaria de las comunidades.

El trabajo extensionista en las diferentes manifestaciones de la cultura, contribuye a una formación integral y armónica de la personalidad, facilitando que el pueblo sea conocedor y disfrute del hecho artístico. Cuando esto se logre, será entonces cuando se pueda hacer realidad la premisa martiana de «ser cultos para ser libres».

La receptividad de la comunidad universitaria, en materia de extensión y cultura artística, siempre ha sido muy fuerte; el reto es enfocarse en la promoción de esta generadora de identidad. Esto podría significar una real responsabilidad social universitaria, que vaya más allá del ya conocido tercer pilar de la universidad latinoamericana, que la reforma de Córdoba llamó la «misión social». El trabajo extensionista en las IES siempre se ha desarrollado en condiciones difíciles, y enfrentar con éxito los retos que le plantea el siglo XXI no es la excepción.

Al promocionar la cultura desde los diferentes ángulos artísticos, es necesario contribuir con un profundo sentido de los deberes sociales y humanos para lograr una IES vinculada con su pueblo, y que ese pueblo contribuya con la academia en la formación integral de las nuevas generaciones, en la construcción del hombre nuevo. Las afirmaciones anteriores invitan a meditar sobre alternativas para promocionar la cultura que respondan a los intereses y necesidades de los millennials y centennials que constituyen la población mayoritaria.

Nuevas vías para la promoción de la cultura artística

El panorama que se presenta es de amplias necesidades y carencias que demandan importantes, urgentes e innovadoras respuestas. Por ello, es imperativa la búsqueda de nuevas vías para la promoción de la cultura artística mediante el trabajo extensionista. Resulta impostergable una ruptura definitiva con la extensión bancaria, aquella que expresa desánimo frente a los desafíos, privilegia el individualismo antes que los derechos colectivos, es indiferente a las necesidades de los grupos de atención prioritaria (niños, adultos mayores, personas con discapacidad).

La cultura artística jamás debe ser entendida como algo estático e inmutable, para plantear nuevas vías de promoción e innovaciones desde el proceso extensionista. En la comunidad universitaria debe consolidarse la idea de una vivencia artística, altamente cambiante y dinámica, que, sin perder su esencia, acoge a todas las expresiones culturales, las procesa, las incorpora y las transforma en función de las diversas identidades, producto de la multiculturalidad o pluriculturalidad.

Se hace necesario crear un adecuado hilo conductor entre las tres funciones de la educación superior. La promoción de la cultura debe ser claramente entendida e incorporada a las tareas cotidianas de la docencia, la investigación y la extensión universitaria. Esto es esencial en un mundo tan dinámico y cambiante. Si los tomadores de decisiones en los diferentes niveles no efectivizan esta premisa, los diferentes proyectos o propuestas artísticas pueden quedar descontextualizadas y con bajo impacto en los resultados deseados.

El fenómeno unidireccional de globalización busca imponer un modelo mundial que uniforme la cultura y para ello, cuentan con el control absoluto de las nuevas tecnologías de la comunicación y a través de ellas, universalizan la información. Estos ejes del poder homogenizante, trastocan y atentan contra la diversidad cultural, debilitan las identidades locales y las reemplazan por imaginarios colectivos de carácter mediático, que convierten al ser humano en una pieza de los intereses comerciales. Hart, ex ministro de Cultura de Cuba, al respecto señaló:

Recordemos que el mundo se ha globalizado y sus problemas también; que no se trata ya de salvar a una comunidad aislada, sino a la humanidad toda; porque se ha ido imponiendo un materialismo vulgar acompañado por el desorden jurídico, las diferencias de desarrollo económico, social y cultural, el racismo, el hegemonismo y la ´fascinación´ por el modelo consumista a ultranza que impone el lenguaje subliminal y empobrecedor de los medios de comunicación masiva (2014, p. 147).

Al concluir este conjunto de reflexiones, en la búsqueda de nuevas vías para la promoción de la cultura artística desde el proceso de extensión universitaria, se puede señalar que todo el empeño que se ponga en la preservación de la identidad, será estéril si no se cultiva en las instituciones educativas el conocimiento intercultural.

 

Conclusiones

El mundo actual es escenario de una globalización de corte neoliberal, que marca tendencias en múltiples relaciones de toda índole, en las que se pone en evidencia la importancia que tiene la cultura para el desarrollo integral y la calidad de vida de la sociedad humana.

Los procesos de modernización y estandarización hacia conceptos homogenizantes de la cultura occidental, inciden en modificaciones esenciales de los patrones culturales pre-existentes y generan actitudes, en muchos casos, proclives a la depredación cultural.

Se evidencia que la crisis cultural de América Latina tiene referentes históricos de carácter colonial y neocolonial que trastocan valores éticos y morales, deshumanizando y desvalorizando las expresiones artísticas.

El vínculo universidad - cultura debe dejar atrás concepciones elitistas que encierran a las IES en sí mismas, como si fuesen torres de marfil y convertirse en centros culturales dialógicos, concienciadores, problematizadores, contextualizadores; las claves para el desarrollo humano sostenible están en el fortalecimiento del antes dicho vínculo para enfrentar la gran tarea de (de) colonizar la interculturalidad y la transculturalidad.

Tomando como referencia el Manifiesto Liminar de Córdoba y los aportes teóricos sobre la tarea extensionista que, con el pasar del tiempo fueron evolucionando, es importante analizar los retos y tensiones de la extensión universitaria en una época marcada por la creciente influencia de la tecnología y la diversificación de los medios de información. La extensión universitaria en la era de la información, el conocimiento y las crisis multifacéticas, debe constituirse en un proceso sustantivo clave para lograr una adecuada vinculación de la universidad a la sociedad.

La extensión sentí-pensante es expresión de la evolución de las definiciones conceptuales que en diferentes épocas se han dado, y que requieren ser llevadas a la praxis desde una mirada que recorra holística ese importante desarrollo teórico.Cada vez más una IES es consciente, si se exige a sí misma y se le demanda un compromiso con la cultura y la sociedad, que se manifieste en una labor extensionista coherente con su comunidad universitaria, con su época y con su entorno.

La sociedad de hoy es compleja, multiforme, multicultural, cambiante; y la extensión universitaria debe ser cada vez más reflexionada, abierta y crítica, para ayudar a los ciudadanos a comprender mejor su mundo y tener la oportunidad de orientarse en él. Concebir una extensión universitaria con sentido” brinda una visión más aguda y a la vez, comprensiva y diferente de la convivencia humana.

 

Referencias Bibliográficas

Bell, D. (1977). Las contradicciones culturales del capitalismo. Madrid.

Castro, F. (2001). Palabras a los intelectuales. Edición homenaje 4ª aniversario, Letras Cubanas, La Habana, Cuba.

Cruz, E. (2013). Pensar la interculturalidad: una invitación desde Abya-Yala/América Latina. Quito, Ecuador.

Frei, B. (2014). El papel del educador en la formación política de los educandos, en el 9no. Congreso Internacional de Educación Superior, La Habana, Cuba.

Freire, P. (2001). ¿Extensión o Comunicación? Siglo XXI editores, México.

Hart, A. (2014). Crónicas. Casa Editora Abril, La Habana, Cuba.

Herrera, E. y otros (1994). Hacia una Filosofía de la Educación Ecuatoriana. Quito, Ecuador.

Ministerio de Educación y Justicia (1985). Manifiesto Liminar de la Reforma Universitaria de 1918. Talleres Gráficos, Argentina.

Pupo, R. (2013). Globalización de la cultura, equidad y justicia social. La Habana, Cuba.

Romero, F. (2014). Culturicidio. Editorial de Ciencias Sociales. La Habana, Cuba.

Rojas, B. y Rodríguez, L. (2013). Lo sociocultural un trabajo pendiente. Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, Cuba.

Seijas, C. R. (2010). La identidad cultural local en las disciplinas del ciclo artístico. Editorial Pueblo y Educación, Cuba.

Ulloa, F. (2007). Fidel un hombre Universal. Universidad Técnica de Cotopaxi, Latacunga, Ecuador.

 



[1]Transformación de los productos de la actividad humana (producto del trabajo, relaciones sociales y políticas, normas de conducta, teorías científicas, formas de la conciencia social), así como de propiedades y capacidades humanas en algo independiente del hombre, ajeno a él y que lo domina (Herrera y otros, 1994).