Del
movimiento reformista de Córdoba a la extensión universitaria senti-pensante
para la transformación social
From the reformist movement
of Cordoba to the senti-thinking university extension for social transformation
Autores:
MSc.
Francisco Ramiro Ulloa Enríquez*
Dr. C. José Luis Almuiñas
Rivero**
Institución:
*Universidad
Técnica de Cotopaxi, Ecuador
**Centro de Estudios para
el Perfeccionamiento de la Educación Superior, Universidad de La Habana, Cuba
Correo
electrónico: fulloa_e@yahoo.com
Resumen
El estilo de
vida del mundo occidental viene siendo marcado por los impactos que, en los
diferentes ámbitos, traza la globalización de corte neoliberal; el posmodernismo
con su pesada carga de individualismo, egoísmo, utilitarismo y competencia
desleal ha generado que la humanidad caiga en una peligrosa estandarización y
homogenización. Las Instituciones de Educación Superior de América Latina, a
partir de 1918, con el Manifiesto de Córdoba, expresaron su claro deseo de
trazar distancias con el modelo europeo. La actualidad y fuerza del debate
sobre las tres funciones universitarias: docencia, investigación y extensión,
siguen siendo retos a enfrentar para superar las contradicciones económicas y
sociales que existen en la región. El objetivo del presente artículo es presentar,
cobijados por el referente histórico del Manifiesto Liminar de Córdoba, algunas
reflexiones teóricas sobre el trabajo extensionista, que se consideran
cruciales para el desarrollo de los pueblos y, por tanto, plantear estrategias
transformadoras e innovadoras, que incorporando el senti – pensar, hacen
necesario manejar un profundo equilibrio
entre conocimiento y sentimiento, que lleven de la teoría a la práctica los
derechos humanos y se conviertan en una condición para que dichas instituciones
asuman un nuevo rol en medio de las presiones y desafíos socioculturales que
actualmente enfrentan.
Palabras clave:
Cultura artística, extensión universitaria,
sociocultural, senti-pensar.
Abstract
The lifestyle of the western world has been marked by
the impacts that, in different areas, trace the globalization of the neoliberal
court; Postmodernism with its heavy burden of individualism, selfishness,
utilitarianism and unfair competition has caused humanity to fall into a
dangerous standardization and homogenization. The Institutions of Higher
Education of Latin America, from 1918, with the Manifesto of Córdoba expressed
their clear desire to draw distances with the European model. The news and
strength of the debate on the three university functions: teaching, research
and extension, remain challenges to overcome in order to overcome the economic
and social contradictions that exist in the region. The objective of this
article is to present, covered by the historical referent of the Liminar
Manifesto of Córdoba, some theoretical reflections on extension work, which are
considered crucial for the development of peoples and, therefore, propose transformative
and innovative strategies, which incorporating the feeling - think make it
necessary to manage a deep balance between knowledge and feeling, take human
rights from theory to practice and become a condition for these institutions to
assume a new role amid the socio-cultural pressures and challenges that
currently face.
Keywords: Artistic culture, university extension, sociocultural, senti-thinking.
Introducción
Los impactos de la globalización neoliberal van configurando la
tendencia posmoderna de una sociedad líquida, que conduce a las nuevas
generaciones a ser simples fichas de un tablero lleno de contradicciones y
desigualdades, impidiendo el crecimiento de los países con equidad, justicia y
sostenibilidad. En este contexto, se manifiesta también una crisis cultural,
que plantea múltiples retos para salvaguardar la supervivencia humana.
Las Instituciones de Educación Superior (IES) de América Latina, a
partir de 1918 con el Manifiesto de Córdoba, expresaron su claro deseo de
trazar distancias con el modelo europeo. La actualidad y fuerza del análisis,
así como el debate sobre las tres funciones universitarias: docencia,
investigación y extensión, son retos a enfrentar para superar las
contradicciones que existen. La tarea extensionista tiene una permanente
postergación y limitada comprensión de su trascendencia social. Las
instituciones están obligadas a brindar respuestas a las crecientes y exigentes
demandas culturales, en especial, a aquellas en las que su abordaje es
complejo, ya que son muchos sus componentes, entre los cuales se encuentra la cultura artística, que tiene una amplia
gama de manifestaciones.
Los estudios socioculturales pueden aportar elementos de análisis
de carácter holístico, que posibiliten visualizar la compleja trama social y
cultural de pueblos que no han teorizado lo suficiente sobre sus valores de
identidad, pese a sus profundas raíces ancestrales, que han entregado con el paso
del tiempo. Esto aún genera debates sobre su autenticidad, o la usurpación
simbólica de tradiciones y costumbres de pueblos confrontados por una historia
poco feliz de conquistas, colonialismos y neocolonialismos.
En correspondencia con lo expresado anteriormente, el objetivo
general de este trabajo es presentar, cobijados por el referente histórico del Manifiesto
Liminar de Córdoba, algunas apreciaciones sociales de la extensión
universitaria en el ámbito de la promoción de la cultura artística.
El
campo de los estudios socioculturales está marcado por la independencia entre
los hechos sociales y las realidades culturales, sin olvidarse de su estrecha
relación. Al respecto, Bell (1977) divide la sociedad humana en tres esferas: «la
social, que se rige por el principio de la simpatía y la antipatía entre las
personas; la esfera económica, que se rige por el principio de la ganancia, el
lucro y la riqueza; y la esfera cultural, que tiene que ver con el afán de
autorrealización».
Para
efectuar estudios socioculturales es necesario encontrar las correlaciones
entre las esferas social, económica y cultural. Para mejor precisión
conceptual, el argumento de Pierre Boudieu, citado por Rojas y Rodríguez,
señala que: «La investigación sociocultural es el intento de superar las
limitaciones artificiales y la unilateralidad de la investigación histórico –
económica, histórico – cultural, histórico – religiosa, que emerge como
resultado de la división del trabajo al interior de la artesanía del
historiador» (2013, p.46).
En
el marco de esta breve precisión conceptual, se coincide en que el estudio
sociocultural se dirige a la articulación entre todos los elementos que
conforman el tejido de una sociedad, incluyendo entre estos, no solo los
explícitos, sino los implícitos e inconscientes como lo que hoy en día se llama
mentalidad (Ibídem, 2013, p.45).
A
partir de los sustentos teóricos señalados, se asume que los estudios
socioculturales apuntan a relacionar variables educativas, sociales,
económicas, políticas y culturales; y por ello, se considera que, siendo el ser
humano un ente social y naturalmente cultural, la característica mayor de sus
capacidades está signada por el lenguaje.
Para
cerrar este cuerpo de referencias conceptuales, es imprescindible que un
estudio sociocultural incorpore los elementos fundamentales de la crítica (de)
colonial; con ello, se asumirá el distanciamiento y ruptura respecto del
proyecto neoliberal y se podrán plantear escenarios distintos, que permitan
pasar de las fases declarativas a la praxis comprometida de inclusión social de
las minorías.
Esta
reflexión, obligatoriamente, remite a pensar en la necesidad de un constructivo
diálogo intercultural, como requisito previo y de resultados. Para ello,
Tubino, citado por Cruz, sostiene: «El diálogo intercultural es una alternativa
a la imposición de valores mono culturales. Requiere, por lo menos, tres
condiciones que deben ser definidas entre las distintas culturas: igualdad,
reciprocidad y rechazo a la coacción» (2013, p.65).
En Córdoba (1918), se cuestionó el statu quo de una sociedad
pacata y de una universidad enclaustrada, es por ello que en las primeras
décadas del siglo XXI es imprescindible referenciar a la globalización como
estrategia geopolítica de carácter imperialista. Constituye el punto de partida
en el análisis de cualquier problemática derivada de la crisis sistémica
mundial actual, que pretende ser abordada con rigor científico, ya que el
estudio del contexto incide en un conjunto de dimensiones: económicas,
sociales, políticas, culturales, ambientales, educativas, entre otras.
Al respecto, Pupo señala: «la globalización es un fenómeno
histórico – cultural objetivo, resultado del desarrollo de la ciencia, la
técnica y la cultura, en general» (2013, p.177). Específicamente, los países
latinoamericanos en el ámbito cultural requieren que, con pensamiento crítico,
sean capaces de referenciar la complejidad de los fenómenos que genera la globalización,
ya que al aplicar políticas de carácter neoliberal se privilegia el mercado en
detrimento de los derechos humanos, que son la pauta en el desarrollo humano.
El
Comandante en Jefe, Fidel Castro Ruz, en el discurso pronunciado en el acto de
clausura de la Tercera Convención Internacional de Educación Superior,
celebrada en La Habana, alertó sobre las consecuencias de la globalización de
corte neoliberal para el planeta:
Todo está en peligro hoy, desde la
supervivencia de la especie hasta la supervivencia de las identidades y de las
culturas ¿Hacia qué mundo marchamos? Hacia la monocultura, hacia la desaparición,
incluso de los idiomas. Los dialectos han ido desapareciendo por miles y son
producto de la inteligencia humana, de la forma de comunicarse unos seres
humanos con otros ¿Qué protección han recibido? Ninguna, han desaparecido al
mismo ritmo que han desaparecido especies vegetales que quien sabe cuánto valor
encierran (Ulloa, 2007, p. 22).
Esta reflexión advierte sobre el carácter excluyente y dominador
de la globalización neoliberal, que se inspira en la acumulación de riquezas en
pocas manos antes que en la solidaridad humana. Cuando se deja abierta la
interrogante sobre el futuro del planeta, la invitación es para que se asuma el
reto de promover una cultura de paz, que las soluciones se alcancen por la vía
negociada de los conflictos, que la tolerancia y el «aprender a vivir juntos»,
sea uno de los pilares de la educación del siglo XXI.
El mundo cambia con una velocidad asombrosa, ya que fenómenos que
no existían unas décadas atrás, están impactando, drásticamente, en las
expresiones culturales de los países. Así lo señala Pupo:
Hoy el mundo vive un
momento difícil, pues la globalización neoliberal no solo impide el desarrollo
del llamado tercer mundo, sino que está poniendo en peligro la propia
existencia de nuestro planeta con su acción depredadora. Por eso urge una
ecosofía, que funde una conciencia de resistencia y de lucha. Una utopía
realista, sustentada en la cultura del ser y la existencia humana para bien de
todos (2013, p. 179).
En términos generales, la crisis cultural de América Latina se
produce por la persistente penetración imperialista, que utilizando la
tecnología trastoca valores éticos y morales, deshumaniza a las sociedades,
hace que se tenga vergüenza de ser humanos en esta humanidad, que se desvaloricen
las expresiones artísticas, se renieguen las raíces culturales. La manipulada
posmodernidad y su interesado fin de las ideologías, trae como consecuencia la
robotización del ser.
Frei Betto, con extraordinaria precisión y agudeza en su
conferencia magistral «El papel del
educador en la formación política de los educandos», desarrollada en el
9no. Congreso Internacional de Educación Superior celebrada en La Habana en
febrero del 2014, señaló: «entre los desafíos que los países latinoamericanos
deben vencer en la actual coyuntura está el mimetismo cultural, que según Paulo
Freire, es propio de la conciencia colonizada, que considera el opresor como
modelo a ser imitado por el oprimido» (2014, p. 8).
Específicamente, el control imperialista de las tecnologías de la
información y comunicaciones, constituyen la punta de lanza en la penetración
cultural que, sistemáticamente, sufren los países de la región. Los procesos de
aculturación que a través de los medios de comunicación masiva y del internet
con sus redes sociales, traen como consecuencia la alienación[1]. El predominio de los países más ricos en el control y manejo de
la tecnología, se constituye en nuevas formas de dependencia y vasallaje
cultural, ya que, desde los centros de poder político, económico y militar, a
través de la denominada cultura mundial o cultura de masas, se tiende a imponer
su homogeneidad.
Esto hace que la brecha digital, científica, tecnológica e
idiomática incremente el analfabetismo funcional. Es por ello urgente la
consolidación de la idea de masificar la cultura general integral, donde los
conocimientos mundiales sirvan para encontrar soluciones a los problemas y
necesidades nacionales y locales, respetando su cultura e identidades. Es un
grave error importar e implantar soluciones ajenas a la diversidad de realidades
socio culturales.
Al
respecto, Romero señala:
Culturicidio: delito contra el derecho de gentes consistente en la aniquilación
intencional de las creaciones, objetos y valores culturales, patrimonio de un
pueblo, indispensables para la constitución de sus subjetividades, de su
identidad nacional, con el propósito de transformar a los sujetos sociales en
seres diametralmente diferentes, en individuos despolitizados, temerosos,
aislados de lo colectivo, disciplinados según los intereses del sector dominante
(2014, p.7).
Esto deja sentada la trascendencia de hacer cotidiano y masivo el
proceso de comprensión de la cultura. Para
este trabajo, se asume la definición que plantea Hart, ex ministro de Cultura
de Cuba:
La cultura no es accesoria a la vida
del hombre, está comprometida con el destino de la humanidad, está situada en
el sistema nervioso central de las civilizaciones. En la cultura hacen síntesis
los elementos necesarios para la acción, el funcionamiento y la generación de
la vida social de forma cada vez más amplia. En la médula de la cultura
encontramos no solo al factor humano, sino también a una compleja trama de
relaciones, creencias y valores. La cultura siempre ocupó un lugar destacado en
los procesos productivos, y en la economía (2014, pp. 148-149).
Esta definición permite asumir que la esencia del ser humano está
en la cultura y que es esta la que determina sus acciones y relaciones. Además
de dejar claro que se puede aprender a vivir en armonía y paz, con tolerancia y
comprensión de la diversidad, si se respetan
las creencias y valores que pautan las identidades de los pueblos del mundo. Entender con claridad que la cultura no es únicamente una
dimensión del desarrollo, sino una condición necesaria para el desarrollo.
América Latina cuenta con una diversidad de expresiones
culturales, que son producto no solo de la cosmovisión de pueblos originarios,
sino de la enorme hibridación que se genera de tres vertientes principales:
indígena, hispana y africana. Este hecho enriquece y complejiza la construcción
de identidades culturales. Se coincide entonces con
Seijas, cuando afirma:
La identidad cultural es, un concepto
relativamente nuevo para las ciencias sociales, que sistematiza los elementos
que distinguen a una colectividad humana, localidad, región, un país, área
geográfica e incluye los rasgos que tipifican entre sí a los individuos que
forman parte de la sociedad. La esencia está en que no se homogenizan a
referidos sujetos, sino que se tienen en cuenta y se integran sus diferencias
en un todo a desiguales escalas. Está inmersa en un proceso de construcción y
se enriquece con la pluralidad de culturas, con las cuales está en constante
interacción (2010, p. 2) (…) La identidad cultural es la autodefinición de un
grupo humano, un pueblo, una nación, un continente. Es producto de un devenir
histórico y atraviesa distintas etapas en las que puede desarrollarse y
acrecentarse; pero también, si no es preservada, puede tender a desaparecer
(2010, p. 5).
Esta
definición, al concebir a la identidad como un
concepto nuevo, parte de un ámbito inacabado, en construcción, que se
transforma permanentemente. Otro aspecto fundamental radica en la importancia
de respetar las diferencias sin pretender homogenizarlas, esto posibilita que
constantemente se enriquezca. Concebir que la identidad es producto de la
autodefinición, brinda la oportunidad de entender que ésta nace del propio
pueblo; rompe con la tradicional visión de fijar identidades a través de la
construcción teórica de carácter intelectual. A su vez, al fijar la identidad
en el marco referencial del devenir histórico, se abre la opción de entender
las causas y motivaciones que hacen que determinados rasgos de identidad
cultural se acrecienten o tiendan a desaparecer.
Afrontar
los problemas culturales de la región y establecer las estrategias para su
solución, visualizando un futuro que responda a las nuevas demandas, requiere
desplegar un esfuerzo concertado en cada IES, pero también entre dichas
instituciones, las representaciones gubernamentales y los sectores comunitarios
que se involucran y se relacionan de diferentes maneras. Esto no se logra si se
tienen IES como si fueran torres de marfil, encerradas en sí mismas,
contemplando la realidad, en un ambiente tranquilo, a espaldas del entorno
cultural que les rodea.
En la actualidad, se requiere una IES dialógica, concienciadora, problematizadora y contextualizadora, que supere su mirada solamente hacia dentro, para promover ampliamente la cultura, en sus diferentes manifestaciones; profunda y sólida, para que la población acumule, conscientemente, valores materiales y espirituales creados, propios de un determinado pueblo o comunidad. Esto significa que dichas instituciones deben concebir a la cultura no solo para ellas mismas, como una exigencia interior, sino para los pueblos, cumpliendo así uno de los componentes de su real misión social: la proyección cultural para el desarrollo integral de los ciudadanos.
Las IES de la región son centros autónomos de libertad, creadores de ideas nuevas y provocativas, diríamos casi de transgresiones, abiertas a diversas corrientes y a la experimentación; y es a través de la función de extensión universitaria que promociona la cultura.
En
resumen, se puede plantear que la educación superior en la región es uno de los
ejes estratégicos y elemento insustituible para construir mayores niveles de
crecimiento cultural de los pueblos en cada uno de los países. Uno de los
principales componentes de su misión, dentro de la sociedad, es contribuir a la
satisfacción de las demandas del desarrollo cultural de la población. Ello se
logra a través de las relaciones que se establecen entre los procesos
académicos universitarios, donde un rol importante le corresponde al de
extensión universitaria, clara expresión del fortalecimiento del vínculo universidad
– cultura y, por tanto, de la función social de una IES al promover, en su
interior y en el entorno, como parte de su estrategia, diferentes expresiones
de la cultura, entre las cuales, se encuentran aquellas vinculadas con la artística.
Esto va de la mano de la necesidad de emprender la gran tarea de
(de) colonizar la interculturalidad, reciclar el eurocentrismo y desmonopolizar
la vida de corte occidental, para revalorizar los saberes ancestrales. Es
urgente también concienciar que la cultura no es ornamental ni accesoria, y
para ello la propia IES tiene que mirarse a sí misma para, incluso en el
ambiente académico, romper con viejos esquemas y conceptos que han relegado la
tarea cultural a un segundo plano, olvidándose que la cultura es la única
respuesta global cuando el ser humano se pregunta qué hace sobre la tierra. En
consecuencia, los referentes teóricos son imprescindibles para un cabal
entendimiento de una de las tareas esenciales de las IES.
La historia de la extensión universitaria está pautada por muchos
aportes teóricos, que con el pasar del tiempo han ido evolucionando, y en la
medida que fueron cambiando los niveles de comprensión de su tarea misional,
las rupturas conceptuales le brindaron a esta importante función universitaria
nuevos y mayores retos.
A partir de la bibliografía internacional consultada, se puede
plantear que existe un gran número de autores que han abordado el devenir
histórico de la extensión universitaria en América Latina. Con estas
referencias, se pueden establecer de manera sucinta las etapas de evolución del
trabajo extensionista y sus principales características:
(a) desde su surgimiento hasta la
Reforma de Córdoba (1908 a 1918): aislamiento social; (b) desde la Reforma de
Córdoba hasta finales de la década del 40: ruptura con el esquema europeo; (c)
desde la década del 50 hasta mediados de la década del 70: conceptualización de
los procesos de reforma; (d) desde mediados de la década del 70 hasta los
últimos años del siglo XX: inicio de la integración entre las funciones
esenciales de la universidad (docencia, investigación, extensión), y (e) desde
el 2000 hasta la actualidad: búsqueda de nuevos paradigmas, producto de la
influencia tecnológica.
El movimiento reformista de Córdoba, marca un antes
y un después en el quehacer universitario, al concebir la Misión Social de las
universidades, es por ello que el análisis y debate cobra actualidad en este
siglo, por la creciente influencia de la tecnología y la diversificación de los
medios de comunicación, que ubican a la extensión universitaria en un nuevo
momento. Los países de América Latina, en su gran mayoría, con diferentes
matices, tienen un despertar de posturas ideológicas que favorecen el ejercicio
de los derechos humanos y, por ende, la búsqueda de aplicación práctica de los
derechos culturales. La extensión universitaria debe asumir la responsabilidad
social de promover la cultura en un escenario de interculturalidad y
pluriculturalidad con participación social.
La extensión universitaria forma parte de los compromisos vitales
de la educación superior en la región, ya que contribuye a fomentar las
culturas en un contexto de respeto y defensa de la diversidad, y sin discriminaciones
de ningún tipo y en general, como garantía de los derechos humanos. Esa
promoción, desde una cosmovisión pluricultural, ayudará a crear mejores
condiciones para desarrollar la interculturalidad, entendida como la
convivencia armónica y estable entre distintas culturas.
La
extensión universitaria, comprometida con el desarrollo social, posee un
conjunto de características, a saber:
Es bidireccional: La
comunidad universitaria y la sociedad, mutuamente y en igualdad de condiciones,
aportan sus conocimientos y saberes. Esto facilita la solución de los problemas
e influye positivamente en universitarios y comunidad, otorgándoles nuevas y
mejores visiones de las complejas y diversas problemáticas del planeta.
Es educativa:
Los procesos de aprendizaje son de carácter individual, colectivo,
organizacional y de la sociedad en su conjunto. La extensión universitaria
facilita la educación permanente para impulsar la formación cultural de todos
durante toda la vida.
Es transformadora:
Desarrolla el pensamiento crítico, creativo y propositivo. Impulsa la
autotransformación y transformación. Genera cambios de creencias, valores,
actitudes y comportamientos.
Es comunicacional y dialógica:
Freire plantea: «la educación es comunicación, es diálogo, en la medida en que
no es la transferencia del saber, sino un encuentro de sujetos interlocutores,
que buscan la significación de los significados» (2001, p.77). El ser humano es
un animal social y naturalmente cultural, la característica mayor de sus
capacidades está signada por el lenguaje.
Con estos
sustentos teóricos, se pueden sustentar varios aspectos que en el marco del
trabajo extensionista aportarían a una adecuada promoción de la cultura
artística.
En
América Latina, si bien se cuenta con pueblos originarios que tratan de
mantener sus propias expresiones culturales, la población mayoritaria es,
ciertamente, producto de un mestizaje racial. Sin embargo, su mayor riqueza
radica en su realidad cultural, su carácter fundamental está marcado por sus
ideas, costumbres, religiosidad, lenguas y dialectos, que reflejan una compleja
identidad cultural. Esta gran diversidad humana se asienta a su vez en una gran
variedad de climas, espacios geográficos y realidades ambientales, que en
conjunto han ido gestando identidades nacionales y locales que dan la muestra
de una variada y a veces, contradictoria expresión, donde se incluyen las
manifestaciones de su cultura artística.
Varios
autores han efectuado definiciones de cultura artística, desde diversas
ópticas, tomando esas referencias se puede afirmar que la cultura artística significa: construir, participar y reflexionar
sobre las formas simbólicas del pensamiento estético de la sociedad en que se
producen; es una penetración profunda a ideas y cosmovisiones, actitudes y
creencias, sistemas de valores y jerarquización de los mismos, formas de
comportamiento y modelos de expresión y contemplación del arte y las
artesanías.
Al respecto, resulta interesante el pensamiento del Comandante en
Jefe de la revolución cubana Fidel Castro, quien, al referirse sobre la
diversidad cultural y creatividad, expresó:
(…) todas las
manifestaciones artísticas no son exactamente de la misma naturaleza, y a
veces, hemos planteado aquí las cosas como si todas las manifestaciones
artísticas fuesen exactamente de la misma naturaleza. Hay expresiones del
espíritu creador que, por su propia naturaleza, pueden ser mucho más asequibles
al pueblo que otras manifestaciones del espíritu creador (2001, p. 15).
La cultura artística es muy amplia, por ejemplo, tiene entre sus
manifestaciones las artes plásticas, musicales, dancísticas, teatrales,
visuales, literarias y artesanales. Cada una de ellas aporta al desarrollo
humano con sustentos fundamentales para cimentar la identidad de los pueblos,
elementos que sirven a su vez para estructurar su patrimonio material e
inmaterial. A menudo, haciendo un todo armónico, suelen formar parte de las
expresiones festivas populares, hecho que, en muchas ocasiones, se convierte en
un factor decisivo para incluir a determinadas fiestas en los registros
patrimoniales inmateriales y constituirse en la principal representación
identitaria de las comunidades.
El trabajo extensionista en las diferentes manifestaciones de la
cultura, contribuye a una formación integral y armónica de la personalidad,
facilitando que el pueblo sea conocedor y disfrute del hecho artístico. Cuando
esto se logre, será entonces cuando se pueda hacer realidad la premisa martiana
de «ser cultos para ser libres».
La receptividad de la comunidad universitaria, en materia de
extensión y cultura artística, siempre ha sido muy fuerte; el reto es enfocarse
en la promoción de esta generadora de identidad. Esto podría significar una
real responsabilidad social universitaria, que vaya más allá del ya conocido
tercer pilar de la universidad latinoamericana, que la reforma de Córdoba llamó
la «misión social». El trabajo extensionista en las IES siempre se ha
desarrollado en condiciones difíciles, y enfrentar con éxito los retos que le
plantea el siglo XXI no es la excepción.
Al promocionar la cultura desde los diferentes ángulos artísticos,
es necesario contribuir con un profundo sentido de los deberes sociales y
humanos para lograr una IES vinculada con su pueblo, y que ese pueblo
contribuya con la academia en la formación integral de las nuevas generaciones,
en la construcción del hombre nuevo. Las afirmaciones anteriores invitan a
meditar sobre alternativas para promocionar la cultura que respondan a los
intereses y necesidades de los millennials
y centennials que constituyen la población mayoritaria.
El panorama que se presenta es de amplias necesidades y carencias
que demandan importantes, urgentes e innovadoras respuestas. Por
ello, es imperativa la búsqueda de nuevas vías para la promoción de la cultura
artística mediante el trabajo extensionista. Resulta impostergable una ruptura
definitiva con la extensión bancaria, aquella que expresa desánimo frente a los
desafíos, privilegia el individualismo antes que los derechos colectivos, es
indiferente a las necesidades de los grupos de atención prioritaria (niños,
adultos mayores, personas con discapacidad).
La cultura artística jamás debe ser entendida como algo estático e
inmutable, para plantear nuevas vías de promoción e innovaciones desde el
proceso extensionista. En la comunidad universitaria debe consolidarse la idea
de una vivencia artística, altamente cambiante y dinámica, que, sin perder su
esencia, acoge a todas las expresiones culturales, las procesa, las incorpora y
las transforma en función de las diversas identidades, producto de la
multiculturalidad o pluriculturalidad.
Se hace necesario crear
un adecuado hilo conductor entre las tres funciones de la educación superior.
La promoción de la cultura debe ser claramente entendida e
incorporada a las tareas cotidianas de la docencia, la investigación y la
extensión universitaria. Esto es esencial en un mundo tan dinámico y cambiante.
Si los tomadores de decisiones en los diferentes niveles no efectivizan esta
premisa, los diferentes proyectos o propuestas artísticas pueden quedar
descontextualizadas y con bajo impacto en los resultados deseados.
El fenómeno unidireccional de globalización busca imponer un modelo
mundial que uniforme la cultura y para ello, cuentan con el control absoluto de
las nuevas tecnologías de la comunicación y a través de ellas, universalizan la
información. Estos ejes del poder homogenizante, trastocan y atentan contra la
diversidad cultural, debilitan las identidades locales y las reemplazan por
imaginarios colectivos de carácter mediático, que convierten al ser humano en
una pieza de los intereses comerciales. Hart, ex ministro de Cultura de Cuba,
al respecto señaló:
Recordemos que el mundo se
ha globalizado y sus problemas también; que no se trata ya de salvar a una
comunidad aislada, sino a la humanidad toda; porque se ha ido imponiendo un
materialismo vulgar acompañado por el desorden jurídico, las diferencias de
desarrollo económico, social y cultural, el racismo, el hegemonismo y la
´fascinación´ por el modelo consumista a ultranza que impone el lenguaje
subliminal y empobrecedor de los medios de comunicación masiva (2014, p. 147).
Al concluir este conjunto de reflexiones, en la búsqueda de nuevas
vías para la promoción de la cultura artística desde el proceso de extensión
universitaria, se puede señalar que todo el empeño que se ponga en la preservación
de la identidad, será estéril si no se cultiva en las instituciones educativas
el conocimiento intercultural.
El
mundo actual es escenario de una globalización de corte neoliberal, que marca
tendencias en múltiples relaciones de toda índole, en las que se pone en
evidencia la importancia que tiene la cultura para el desarrollo integral y la
calidad de vida de la sociedad humana.
Los
procesos de modernización y estandarización hacia conceptos homogenizantes de
la cultura occidental, inciden en modificaciones esenciales de los patrones
culturales pre-existentes y generan actitudes, en muchos casos, proclives a la
depredación cultural.
Se
evidencia que la crisis cultural de América Latina tiene referentes históricos
de carácter colonial y neocolonial que trastocan valores éticos y morales,
deshumanizando y desvalorizando las expresiones artísticas.
El
vínculo universidad - cultura debe dejar atrás concepciones elitistas que
encierran a las IES en sí mismas, como si fuesen torres de marfil y convertirse
en centros culturales dialógicos, concienciadores, problematizadores, contextualizadores;
las claves para el desarrollo humano sostenible están en el fortalecimiento del
antes dicho vínculo para enfrentar la gran tarea de (de) colonizar la
interculturalidad y la transculturalidad.
Tomando
como referencia el Manifiesto Liminar de Córdoba y los aportes teóricos sobre
la tarea extensionista que, con el pasar del tiempo fueron evolucionando, es
importante analizar los retos y tensiones de la extensión universitaria en una
época marcada por la creciente influencia de
la tecnología y la diversificación de los medios de información. La extensión
universitaria en la era de la información, el conocimiento y las crisis
multifacéticas, debe constituirse en un proceso sustantivo clave para lograr
una adecuada vinculación de la universidad a la sociedad.
La
extensión sentí-pensante es expresión de la evolución de las definiciones
conceptuales que en diferentes épocas se han dado, y que requieren ser llevadas
a la praxis desde una mirada que recorra holística ese importante desarrollo
teórico.Cada vez más una IES es consciente, si se exige a sí misma y se le
demanda un compromiso con la cultura y la sociedad, que se manifieste en una
labor extensionista coherente con su comunidad universitaria, con su época y
con su entorno.
La
sociedad de hoy es compleja, multiforme, multicultural, cambiante; y la
extensión universitaria debe ser cada vez más reflexionada, abierta y crítica,
para ayudar a los ciudadanos a comprender mejor su mundo y tener la oportunidad
de orientarse en él. Concebir una extensión universitaria con sentido” brinda
una visión más aguda y a la vez, comprensiva y diferente de la convivencia
humana.
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[1]Transformación
de los productos de la actividad humana (producto del trabajo, relaciones
sociales y políticas, normas de conducta, teorías científicas, formas de la
conciencia social), así como de propiedades y capacidades humanas en algo
independiente del hombre, ajeno a él y que lo domina (Herrera y otros, 1994).