Políticas públicas en respaldo a la Reforma
Universitaria en Cuba
Public
policies in support to the University Reform in Cuba
Autora: Dra. C. Miriam Alpizar
Santana
Institución: Ministerio de
Educación Superior, Cuba
Correo electrónico: malpizar@mes.gob.cu
Resumen
La influencia
ejercida en Cuba por el Movimiento de Reforma Universitaria en la Universidad
de Córdoba, se manifiesta desde los años 20, cuando Julio Antonio Mella y un
grupo de jóvenes cubanos fundaron la Universidad Popular José Martí; luego, en
la política educacional planteada en el Programa del Moncada, iniciada con el
triunfo de la revolución en Cuba con la Campaña de alfabetización y más
adelante, en la Reforma Universitaria del 10 de enero de 1962. La Reforma
de Córdova de 1918 fue un paradigma contentivo de postulados modernos y
revolucionarios para el momento histórico, y un movimiento que significó la Universidad
en América Latina y la necesidad del fortalecimiento de su función social, la proyección
al pueblo de la cultura universitaria y la preocupación por los problemas
nacionales. El presente artículo tiene el objetivo de destacar el impacto de
los postulados de la Reforma de Córdova en la Universidad en Cuba, el respaldo
del gobierno a través de políticas públicas, el financiamiento estatal para la
interacción universidad/sociedad y su papel en el desarrollo económico y social
del país, desde una perspectiva histórica, indicadores, referentes publicados,
realidades y políticas públicas aprobadas y en construcción.
Palabras
claves: Reforma universitaria, políticas públicas,
interacción universidad/ sociedad.
Abstract
The influence exerted in Cuba, by the reform movement College of the
University of Cordoba, was evident from the 1920s when Julio Antonio Mella and
a group of young Cubans, founded the Universidad Popular José Martí, then in
educational policy posed in the program of the Moncada, initiated with the
triumph of the revolution in Cuba with the literacy campaign and the University
reform of January 10, 1962. Cordova
reform of 1918, was a containing paradigm of modern and revolutionary,
postulates for the historic moment, and a movement that emphasized the
University in Latin America and the need for the strengthening of the social
function of the University, the screening at the village of University culture
and concern for national problems. This paper aims to highlight the impact of
the postulates of the reformation of Cordova in the University in Cuba,
supported by the Government through public policy, State funding for the
interaction University / society and the role of the University in economic and
social development of the country, from a historical perspective, indicators,
references published, realities and public policy approved and under
construction.
Keywords: University reform, public policy, interaction university/society.
Introducción
El desarrollo sostenible,
cultural, socioeconómico y ecológico de las comunidades, territorios y países ha
sido, en parte, determinado por la influencia de las universidades, lo que ha
quedado evidenciado en la historia de la humanidad. La Asamblea General de la
Organización de las Naciones Unidas, adoptó en la Agenda 2030 para el
Desarrollo Sostenible,[1]
un plan de acción a favor de las personas, el planeta y la prosperidad, cuya
intención es fortalecer la paz universal y el acceso a la justicia. Los Estados
miembros de la Naciones Unidas aprobaron una resolución en la que reconocen que
el mayor desafío del mundo actual es la erradicación de la pobreza, y afirman
que sin lograrla no puede haber desarrollo sostenible. La Agenda plantea 17
Objetivos y 169 metas de carácter integrado e indivisible, que abarcan la
economía, la sociedad y el medio ambiente.
Además de poner fin a la
pobreza, incluye lograr una educación de calidad; promover el crecimiento
económico sostenido; adoptar medidas urgentes contra el cambio climático, así
como impulsar la paz y facilitar el acceso a la justicia. La educación superior,
con sus capacidades en universidades y centros de investigación, tiene amplios
potenciales para trabajar a favor de la visión de futuro que formula la Agenda
2030, en el Marco de Acción Educación 2030, y juegan un rol determinante para contribuir a
enfrentar el gran desafío de erradicar la pobreza y alcanzar el desarrollo
sostenible.
Contribuir a la solución de
los acuciantes problemas de la sociedad actual, se traduce en destinar
programas de formación e investigación para incidir en la solución de los
problemas de disponibilidad del agua, el acceso a energía sostenible, combatir
las causas y los efectos del cambio climático, apostar a la sostenibilidad
alimentaria, aportar alternativas para mejorar la disponibilidad de viviendas, así
como medidas para el uso adecuado de recursos naturales agotables; construir y
encauzar políticas para atenuar la desigualdad, el analfabetismo, la pobreza,
entre otros importantes problemas que enfrenta la humanidad actualmente.
Corresponde a las
universidades un papel de avanzada, con adecuado equilibrio entre autonomía y
responsabilidad social. «A cambio del compromiso universitario de ejercer su
autonomía de manera responsable, las sociedades a las que sirven las Instituciones
de Educación Superior se están viendo fortalecidas por la formación de profesionales
y por la generación de conocimientos» (Valades,
2014, p. 35).
La Reforma universitaria de
Córdova en 1918, marcó un hito en la transformación de la universidad en la
región, sobre todo al sur de este continente, al destacar su misión en interacción
con la sociedad; a ella le siguieron varias transformaciones.
Desde inicios del siglo pasado
y particularmente en 1962, la Reforma en la educación superior, marcó el inicio
de un conjunto de cambios que, iniciados desde el triunfo revolucionario,
perduran hasta hoy, respaldadas por políticas de gobierno. Todo ello propicia
el desarrollo cualitativo y cuantitativo de las universidades, el mantenimiento
y crecimiento de la infraestructura edificada, el sistema de becas creado, la cuantiosa
fuerza profesional graduada, el claustro de profesores formado y los aportes de
la universidad en la investigación científica, así como la interacción
universidad-sociedad a la economía, la sociedad y al desarrollo local.
En Cuba hay resultados de gran
significación, y desafíos que impactan en el progreso de toda la sociedad; se
afrontan retos y se construyen e implementan políticas para lograr incrementos
sostenidos de la calidad de la educación en general y de la educación superior;
en particular el respaldo del gobierno a través de políticas públicas y el financiamiento
que se aprueba por el Estado para el desarrollo de la educación superior, su
vinculación e interacción con la sociedad y el desarrollo local.
El objetivo de este artículo es
destacar el impacto de los postulados de la Reforma de Córdova en la
Universidad en Cuba, el respaldo del gobierno a través de políticas públicas,
el financiamiento estatal para la interacción universidad/sociedad y su papel
en el desarrollo económico y social del país, desde una perspectiva histórica, indicadores,
referentes publicados, realidades y políticas públicas aprobadas y en
construcción.
Desarrollo
Antecedentes
de la educación superior y la Reforma de Córdoba en Cuba
Nacida en una época en la que
estaba asentado en la Isla el poder de una España colonial, la educación
superior comienza en Cuba al fundar la Orden de los Padres Dominicos, el 5 de enero de 1728, en la Real y Pontificia Universidad de San Gerónimo de La Habana, acorde a las características de su
momento. Esta universidad, verdadera Alma Máter de todos los centros de
educación superior que existen hoy en el país, no podía dar respuesta a las
transformaciones que necesitaba el país, motivo por el cual, ilustres cubanos, entre
los que se encontraba el Padre Félix Varela -prácticamente el iniciador de una
corriente de relaciones profundas entre el ideario cultural del país y su
quehacer político y revolucionario-, lucharon por reformarla y modernizarla
desde finales del siglo XVIII.
La protesta de los
universitarios de Córdoba contra los rezagos coloniales y escolásticos, que
ensombrecían la enseñanza superior, tuvo repercusión en la esfera académica y
política no solo en Argentina, sino en la generalidad de los países
latinoamericanos como alerta contra la dependencia económica, la falta de
libertad política y la opresión imperialista, que luego de las guerras por la
independencia, se habían asentado en los países latinoamericanos, incluida Cuba
(Tabares, 1993).
El movimiento estudiantil que se inició con la lucha
de los estudiantes de Córdoba, por la reforma de la universidad, señala el
nacimiento de la nueva generación latinoamericana. Lo más trascendente de las
reformas universitarias de la región, está en que enlazan la historia con la
mejor tradición progresista de la educación y las culturas latinoamericanas y
con el movimiento iniciado en Córdoba en 1918. Por ello, corresponde actualizar
esta historia en los países Argentina, Cuba y América Latina, eso es muy
necesario (Hart, 2003).
Los acontecimientos se sucedieron también en otros países
del continente, como en Perú, donde estalló la rebelión estudiantil en 1919; la
juventud peruana levantó las banderas de la Reforma Universitaria. Presidentes[2]
de las federaciones estudiantiles del Perú, Argentina y Chile, subscribieron
acuerdos en 1920, por los cuales dichas organizaciones se comprometían a
efectuar propaganda activa por todos
los medios para hacer efectivo el ideal del americanismo, procurando el
acercamiento mutuo de todos los pueblos del continente y el estudio de sus
problemas cardinales.
El Congreso Internacional de Estudiantes, efectuado en
1921 en México, tuvo carácter latinoamericano.
Se declaraba que la juventud universitaria lucharía por el advenimiento de una nueva humanidad
fundada sobre los principios modernos de justicia en el orden económico y político,
así como se condenaban las
tendencias del imperialismo y de hegemonía, y todos los hechos de conquista
territorial.
El Movimiento de Reforma Universitaria se proponía
objetivos que iban más allá de las demandas estudiantiles, y se daban pasos,
cada vez más certeros, hacia una profunda renovación latinoamericana. Como
muestra de ello, los estudiantes se incorporaban al movimiento de difusión de las
ideas marxistas en la región y fueron creadas las Universidades Populares. Conjuntamente
a los reclamos de la Reforma de Córdoba, se extendieron por América Latina las
ideas socialistas del siglo XX.
En Cuba esa tarea la llevó a cabo la juventud
estudiantil bajo la dirección de Mella; ellos formaron la vanguardia del
movimiento que inició las luchas contra el tirano Machado. Se plantearon crear
la Universidad Popular José Martí, que vinculaba a los estudiantes con la clase
obrera y sentaron las bases de la lucha por la unidad continental (Tabares,
1993).
Entre sus acciones más significativas, se cuentan las
movilizaciones de los estudiantes universitarios, y en especial de las
organizaciones juveniles, las cuales se pronunciaban por: el carácter
científico de los estudios superiores, por la asimilación de las ideas del
marxismo, el enfrentamiento contra el imperialismo, la plena identificación con
los mejores ideales de la tradición pedagógica cubana, y las radicales y
profundas transformaciones sociales. Aspiraban a que los hijos de los obreros y
trabajadores del campo, estudiaran en las universidades.
La necesidad de la unidad y la cohesión nacional
reclaman nuevas formas de democracia. Cuba encontró a partir del pensamiento de
Julio Antonio Mella y los que propiciaron, desde los tiempos ya remotos de
Córdoba, reformas universitarias radicales y las halló en el entronque de estos
principios con las ideas que venían de Lenin. Esto, desde luego, sobre el
fundamento de la tradición y el pensamiento de José Martí (Hart, 1962, p.3).
Impacto de
la Reforma Universitaria de Córdoba, primera mitad del siglo XX
El movimiento de Reforma Universitaria impactó en Cuba
desde el mismo surgimiento en Córdoba, por el papel que los estudiantes habían
desempeñado. La transformación que la voluntad renovadora de la juventud había
reclamado se describe en la conferencia «La evolución de las universidades
argentinas»[3] (Arce, 1922), posterior a la cual se inicia en Cuba el
reclamo de la autonomía universitaria.
En este ambiente, los jóvenes cubanos se empeñaron en la tarea de organizar
una federación estudiantil y el 10 de diciembre del propio año, apareció en el
periódico «La Discusión» de
la Habana un «Manifiesto a los Estudiantes Universitarios» que los incitaba a
fundar la Federación de Estudiantes (FEU) en la Universidad de la Habana, la
cual quedó constituida el 21 de diciembre de 1922.[4]
La FEU de la Universidad de la Habana divulgó, en enero
de 1923, un manifiesto que recoge el programa de Reforma Universitaria en el
que exponía el derecho de la universidad a disfrutar de autonomía para
gobernarse; el derecho de los estudiantes a intervenir en la administración de
la universidad, y el deber del gobierno de facilitar los fondos necesarios para
la construcción de los edificios docentes y el mejoramiento de la enseñanza. Se
inician así los primeros reclamos de cogobierno, autonomía y de presupuesto
público en Cuba.
En esa fecha, se crea una Comisión Mixta de profesores
y alumnos para estudiar la Reforma Universitaria, lo que auspicia la
presentación de un proyecto de Ley Orgánica de la Universidad, donde se destaca
que la revolución universitaria es la continuación del gran movimiento iniciado
en Córdoba y que viene por ley histórica a surtir sus efectos en Cuba. En las universidades
latinoamericanas, fue un movimiento de libertad y de progreso, una revolución
de ideas y de nuevos métodos en la enseñanza que no ha podido detenerse, y han
cruzado las fronteras entre países impactando en la universidad y más allá de
ella.
El primer Congreso de Estudiantes, celebrado en 1923 y
desarrollado en Cuba, tuvo como objetivo decretar medidas orientadas al
perfeccionamiento de la acción estudiantil en lo educacional, social e
internacional, y a los problemas relacionados con la
falta de instrucción infantil. Fue aprobada una moción para que se iniciara una
campaña de alfabetización; se propuso proscribir la enseñanza religiosa en las
aulas, lograr el acercamiento a los países latinoamericanos, comenzando por los
estudiantes, entre otras propuestas (Portuondo, 1971).
«El Primer Congreso Nacional de estudiantes constituye
la más alta y perdurable contribución del movimiento revolucionario de 1923 al
proceso de la reforma universitaria en América» (Roa, 1964,
p. 206). Lo que hizo perdurar la reforma universitaria cubana, es que respondía
a necesidades académicas de transformación radical de los métodos y contenidos
de la enseñanza, y simultáneamente, propagar lo docente para convertirse en una
exigencia político-social de extenso alcance. Las ideas de reformas docentes y
académicas procedían de la tradición educativa e independentista cubana desde
los tiempos coloniales[5]
(Rodríguez, 1984).
La Universidad Popular José
Martí, constituyó uno de los
logros más importantes de la Reforma Universitaria, con la creación de las mismas
y su vinculación con la clase obrera. A la Universidad de
La Habana se une la creación de la Universidad de Oriente en 1947 y
de la Universidad Central de Las Villas
en 1952,
lo que añade nueva tónica a la vida universitaria del país.
Los rasgos comunes que les caracterizaban
eran su reducida matrícula, que apenas rebasaba los 15 000 estudiantes; su
estructura de carreras, en las que predominaban las de humanidades en
detrimento de otras ramas de la ciencia, y el contenido obsoleto y las formas y
métodos de enseñanza pasivos y memorísticos que practicaba una parte del
claustro de los que estaba ausente, salvo excepciones, el trabajo de
investigación científica (Alpízar, 2013).
En 1953, fue conocido el Programa del Moncada editado
en «La historia me absolverá», en cuyo alegato de defensa en el juicio por el
Asalto al Cuartel Moncada, Fidel Castro Ruz señaló como prioridades del Programa
de la Revolución: el derecho al trabajo, a la tierra, a la vivienda, a la
educación y a la cultura, y la necesidad de garantizar la democracia más
amplia, la soberanía y la independencia del país. Los esfuerzos del Gobierno Revolucionario en
la educación, tuvieron como contenido esencial dar solución a los problemas del
pasado neocolonial, la reorganización y tecnificación, la toma de medidas
inmediatas para eliminar el analfabetismo y garantizar la extensión de los
servicios educacionales a todo el país, donde la mitad de los niños entre 6
y 14 no asistían a la escuela.[6]
Los casi un millón
de analfabetos y el bajo nivel escolar general del país, exigían comenzar con
la Campaña de Alfabetización, así como la extensión de las enseñanzas primaria,
media y superior a aquellos que no habían tenido posibilidades de acceso a
ellas. Desde los inicios del triunfo
revolucionario, se aprobaron las primeras leyes y medidas que fueron
modificando la estructura política y social en general. Se generalizó la educación
primaria; se aplicó la Reforma Integral de la Enseñanza; fueron creados el Contingente
de Maestros Voluntarios; la Brigada de Maestros de Vanguardia «Frank País» y el
Plan de Educación para Campesinas «Ana Betancourt»; la Campaña Nacional de
Alfabetización y la Ley de Nacionalización de la Enseñanza. Se inició un amplio
plan de becas en todos los niveles de enseñanza, que comenzó por los
brigadistas alfabetizadores de la histórica campaña de 1961.
El 10 de enero de 1962, se proclama la Reforma Universitaria
en homenaje a sus precursores, en especial a Julio Antonio Mella, símbolo más
alto que desde los inicios de los años 20 había levantado esa bandera.[7]
El artículo IV de la legislación otorgaba el respaldo jurídico a la
participación estudiantil en la dirección de la institución. Por tanto, la universidad
sería gobernada por sus profesores y alumnos bajo la responsabilidad de los
mismos y por medio de las autoridades y organismos que determinaran los
estatutos (Consejo Superior de Universidades, 1962).
Entre sus propuestas
destaca el enfrentamiento al verbalismo, el memorismo y actitudes pasivas. Los cursos
estarían divididos en dos semestres y se concibió al Departamento, y no la
Cátedra, como base de la estructura funcional en cuanto a docencia e
investigación. Las Facultades serían entonces órganos superiores para la
integración de las ramas afines; se decidió, asimismo,
que para los alumnos de asistencia cotidiana, sería obligatoria la asistencia a
clases en no menos del 80% y se harían trabajos prácticos en cada asignatura.
Las evaluaciones, en lo adelante, serían periódicas. Nació la idea de alumnos
ayudantes y el sistema de becas para quienes carecían de recursos económicos
para iniciar o continuar sus estudios. Surge la extensión universitaria,
responsabilizada en fomentar la cultura, el deporte y la recreación dentro y
fuera de los muros de la universidad.
Los principios fundamentales de la
Reforma eran lograr la autonomía, el cogobierno, el acceso por concursos, la libertad
de cátedra, la vinculación docencia- investigación, la inserción de la
universidad en la sociedad, la solidaridad latinoamericana e internacional y la
unidad obrero-estudiantil (Pulido
de la Paz, 2017). El
concepto principal está en que a la Universidad corresponde suministrar
la enseñanza superior a sus alumnos y extenderla, en lo posible, hacia todo el
pueblo; realizar la investigación científica general y difundir los
conocimientos y la cultura. Para las universidades fueron definidos objetivos y
.funciones, los cuales se plantean a continuación:
a) Formar
profesionales de nivel superior en el número y calidad que demanden las
necesidades de la nación.
b) Organizar
y difundir los estudios de la ciencia y las humanidades.
c) Realizar
investigaciones científicas, desarrollar el espíritu de investigación en los
universitarios y colaborar con las instituciones científicas y otros organismos.
d) Completar
la formación cultural, moral, política y corporal de los estudiantes, de modo
que constituyan ciudadanos de las más altas cualidades, dispuestos a servir
siempre a la Patria y a la Humanidad con la eficiencia, el desinterés y la
abnegación. e) Contribuir a elevar, mediante actividades de extensión
universitaria, el nivel cultural del pueblo cubano.
f) Fomentar
el intercambio científico y cultural entre Cuba y los demás países.
Se destacaba la aspiración de desempeñar la orientación
científica fundamentada en la mejor tradición pedagógica cubana, y ampliar este
pensamiento a todas las carreras; situar el pensamiento socialista como brújula
fundamental en la enseñanza universitaria y en especial, en las Humanidades. Lo
esencial de la reforma universitaria cubana y lo que la hizo perdurar, está en
que acogía y daba respuestas a las necesidades académicas de transformación
radical de los métodos y contenidos de la enseñanza, a la vez que trascendía lo
específicamente docente para convertirse en una exigencia político social de
vasto alcance.
Después de casi un siglo, se habla de la
vinculación y de interacción universidad/ sociedad, universidad/sector
productivo, como la tercera misión de la universidad, por su papel activo y
directo en el desarrollo social y económico (UNESCO, 2008).
Resultados, retos y políticas públicas a finales del siglo
XX y principios del XXI
A partir de 1959, la reforma de la Universidad se
convirtió en importante momento de la transformación revolucionaria de Cuba,
escenario ideal para las ideas de Varela, de Luz, de Varona y Martí, compartidas
con Fidel, del vínculo estudio-trabajo en la formación (Rodríguez, 1984). Las transformaciones y la
masificación que experimentaron los niveles de enseñanza precedentes a la
educación superior, como consecuencia de la campaña de alfabetización nacional
en 1961 y de la garantía del derecho a la educación de todos los ciudadanos,
repercutieron en la educación superior que desde la misma década de los años 60
del pasado siglo, comenzó un proceso de desarrollo y expansión, potenciado por
un programa de Reforma Universitaria en enero de 1962 (Santos y Alpízar,
2002, p.65).
En noviembre de 1972, se crea el Centro
Universitario de Camagüey, que pasa a ser Universidad en mayo de 1975 y
la primera Universidad creada por la Revolución. En los años 70 del pasado
siglo, surgen y se desarrollan los cursos universitarios para trabajadores, y
entre los años 1972
y 1976
se crean otras filiales y sedes universitarias, con el objetivo de extender la
educación superior a diferentes regiones del país, dichas filiales se irían
convirtiendo en centros independientes.
Ante la importancia creciente que el
Estado le concedía a la educación superior, y como forma de garantizar una
atención especializada, dentro de la reestructuración organizativa que originó la
nueva división político administrativa en 1976, fue creado el Ministerio de
Educación Superior (MES). Asimismo, se creó una nueva estructura de carreras y realizó
significativa ampliación de la red de Instituciones de Educación Superior (IES)
en el país[8].
Ello conllevó a la ampliación y creación de capacidades universitarias,
especialmente en la década de los años 80 del pasado siglo, con el fin de
satisfacer el incremento sostenido de los niveles de las matrículas (Alpízar, 2013).
La magnitud de los fondos aportados por
el Estado cubano representó un colosal esfuerzo inversionista, que incluyó la
creación o ampliación de más de cincuenta instituciones de educación superior,
así como su dotación en equipamientos, mobiliarios y demás infraestructura. Un mayor
esfuerzo fue desplegado para la formación y desarrollo del personal docente. Se
creó la Comisión Nacional de Grados Científicos, la Junta Nacional de Acreditación
y una amplia red de consejos técnicos asesores de carreras, de ciencia, técnica
y extensión universitaria, entre otros órganos colegiados de estable y
permanente funcionamiento, en función del sistemático incremento de la calidad
de la educación superior y su perfeccionamiento, que ha transitado por medidas
en beneficio del acceso, el mejoramiento de generaciones de planes de estudio,
la extensión de educación superior a los municipios y la integración de
universidades (Alpízar, 2012).
Por otro lado, Díaz-Canel plantea que si se acepta que
la universidad es por excelencia la institución social con mayor capacidad para
preservar, ampliar y difundir la cultura en su sentido más amplio, resulta
lógico esperar que sea la institución que ponga, asimismo, el conocimiento más
avanzado al servicio y salvaguarda de la humanidad, de la manera más integral e
inclusiva posible. Podría decirse entonces que hay que defender con mucha
fuerza dos convicciones muy estrechamente relacionadas entre sí. La primera, es
que la educación superior debe ser considerada como un bien público social que
beneficia a la sociedad en su conjunto y la segunda, es que le concierne, en
gran medida, fomentar los cambios y no solo reaccionar ante los nuevos
acontecimientos ( 2012, p.12).
En Cuba, la gratuidad de la educación es un derecho
constitucional[9],
por lo que el financiamiento de la educación superior es responsabilidad del
Estado y se respalda mediante el Presupuesto aprobado para cada periodo como Ley, por el
Parlamento. Son asumidos por ese presupuesto los conceptos de gastos siguientes:
o
Los gastos regulares de funcionamiento y las
inversiones que requieren las universidades para su funcionamiento.
o
Los materiales, libros de textos, libretas, lápices
y otros recursos necesarios para el proceso de enseñanza – aprendizaje.
o
Los servicios sociales a los estudiantes: alojamiento,
alimentación, atención médica, recreación, práctica deportiva y cultural y
otros beneficios.
o
El estipendio, los préstamos y otras ayudas
financieras a los estudiantes.
Una parte importante del presupuesto estatal, se
destina a los conceptos que reciben los estudiantes de manera gratuita, lo que constituye
un rasgo distintivo de la educación superior en Cuba, pues no solo se refiere a
la gratuidad de los servicios académicos y de los libros y materiales docentes,
sino que el acceso a la universidad otorga automáticamente el derecho, también
gratuito, al resto de los servicios y a recibir de un estipendio en efectivo
mensual, según el nivel académico para gastos menores, así como una bonificación
en el precio del transporte público y una cuota de descuento en espectáculos
culturales públicos; ambos, por un 50%, juntos a otras bonificaciones para
gastos de prácticas laborales.
Se presta ayuda a los estudiantes con una necesidad
económica crítica, a través del sistema de préstamos financieros, reintegrables
o no. Del componente en los gastos corrientes o de funcionamiento, que
representa todo lo que reciben los estudiantes, cerca de la mitad de las
instalaciones en los campus de las universidades se dedican a necesidades
extracurriculares, como son los comedores para la alimentación, las residencias
estudiantiles para el alojamiento, las consultas e instalaciones para los
servicios médicos, los teatros, las salas de video, las áreas de recreación y
juego para el desarrollo de actividades culturales, festivas, de
entretenimiento, y otras edificaciones para servicios de apoyo.
De igual manera, se aplican los conceptos de
gratuidad a los profesionales cubanos en el desempeño de las actividades
posgraduadas que desarrollan las universidades, incluidos los programas de
diplomados, especialidades, maestrías y doctorados. La Educación
Superior es un derecho humano y un bien público social. Los Estados tienen el
deber fundamental de garantizar este derecho. Los Estados, las sociedades
nacionales y las comunidades académicas deben ser quienes definan los
principios básicos en los cuales se fundamenta la formación de los ciudadanos y
ciudadanas, velando por que ella sea pertinente y de calidad[10].
Los resultados logrados en el sector de la educación
en Cuba, fundamentalmente sustentados por el presupuesto del Estado, son una realidad
ininterrumpida en algo más de cinco décadas a lo largo del período
revolucionario, con el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo del Milenio hasta
el 2015. Los espacios responsabilidad social y la autonomía universitaria,
requieren de políticas públicas en sus diferentes niveles, de institucionalidad
y de relaciones adecuadas y efectivas con la producción y los servicios, la
comunidad y los ciudadanos. La universidad cubana se
expande fuera de sus muros, el gobierno reconoce a las universidades como un
componente estratégico para el desarrollo, por su aporte a la formación, la investigación
científica, la cultura, así como al proceso de innovación, al desarrollo local
y además por el papel que desempeñan en la transformación de la sociedad.
Importantes indicadores sociales en Cuba,
tales como la tasa neta de matrícula en la enseñanza primaria de 99%, la de
culminación de estudios en ese nivel de 99,7%, la tasa bruta de escolarización de
enseñanza secundaria de 89,4%, son bases fundamentales y resultados de políticas
públicas en educación. Constituye una fortaleza el claustro universitario con
más de cincuenta mil profesores, más del 10 % de ellos con doctorados en un
área de conocimiento y más del 55% son másteres.
Unido a lo anterior, los profesionales y técnicos, preparados y comprometidos
con el proyecto social, son parte de una poderosa fuerza laboral con la que
cuenta el país.
En Cuba se han graduado más de un millón
cuatrocientos mil profesionales, así como también, más de cincuenta mil extranjeros[11]
y estudian actualmente más de diez mil[12],
que egresan con una preparación profesional de calidad reconocida, y reciben en
su formación elevados principios éticos y humanistas.
La ciencia y la innovación que se
desarrolla en las universidades cubanas permite lograr más del 50% de los
Premios Anuales de la Academia de Ciencias de Cuba (ACC);
más del 60% de las publicaciones en el Sistema de información científica (SCI)
y más de mitad de los de innovación tecnológica (Núñez, 2013).
Cuba se destaca en la región por el
porciento de gastos públicos respecto al Producto Interno Bruto (PIB) que se
destina a la educación general por encima de un 9% y a la educación superior
casi un 3%, lo que significa un importante esfuerzo en condiciones de crisis
económica internacional, escasos y limitados recursos, en gran medida, causados
por el bloqueo del gobierno norteamericano.[13]
Son significativos los indicadores de la
tasas de mortalidad infantil inferiores al 4,3% de cada mil nacidos
vivos, un maestro por cada 49 habitantes y un médico por 125; el
12,9% de la población son graduados universitarios y el hecho de contar por
cada 1 000 habitantes de la población laboral económicamente activa, con 222
graduados universitarios ( 22,2%).[14]
El grado de escolaridad de casi 11
grados es el más alto de América Latina y el Caribe, y de los más altos del
mundo. Cuba se ubica entre los países de alto IDH,[15]
según el PNUD al ocupar el lugar 68 entre 188 países.[16]
El bloqueo ininterrumpido que ha
experimentado el país hace más de cinco décadas, así como las insuficiencias
internas en el mantenimiento de las edificaciones, condujeron a serias
afectaciones materiales en la infraestructura y en el equipamiento y su
modernización. Los esfuerzos por mantener la calidad de la formación bajo esas
adversas condiciones materiales, impusieron la aplicación de iniciativas, así
como un importante apoyo del sector de la producción y los servicios,
facilitando el acceso de los estudiantes a laboratorios para prácticas
docentes.
La base técnico material de las
universidades cubanas, no exentas aún de carencias materiales, ha mejorado en
los últimos diez años, lo cual ha significado un enorme reto y una priorización
para el estado cubano, en el marco de las circunstancias económicas generales
por las que atraviesa el país.
Disponer de la financiación que respalde
el desarrollo tecnológico, el perfeccionamiento de la infraestructura y la
continuidad en la calificación del claustro, para avanzar en la producción,
difusión y aplicación del conocimiento en la economía y la sociedad, es uno de
los retos más importantes de la educación superior cubana para lo que fue aprobada
la «Política para
asegurar los recursos humanos e
infraestructura requerida para el incremento de la calidad de la educación
superior», y la creación de los parques científicos y tecnológicos, vínculos de
las universidades y entidades de ciencia, tecnología e innovación con las
entidades productivas y de servicios para la aplicación de resultados de la ciencia, la tecnología y la innovación,
y su aporte a la economía y la sociedad.
La Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, aprobada por los 193 estados
miembros de las Naciones Unidas en 2015 en la Cumbre de la Organización de
Naciones Unidas, cuenta con 17 Objetivos del Desarrollo Sostenible y 169 metas
económicas, sociales y ambientales para un periodo de quince años. Entre los compromisos de los Estados, se
encuentra lograr la provisión de doce años de educación primaria y secundaria
de calidad y equitativa, con financiamiento público, de los cuales al menos nueve
años deberán ser gratuitos y obligatorios, así como reforzar la ciencia, la
tecnología y la innovación, en particular, el reconocimiento de que la
información y las tecnologías de la comunicación deberán ser utilizadas para
reforzar los sistemas educativos (Agenda 2030, ONU).
En Cuba, sobre la base de un amplio
debate y el consiguiente consenso, fueron aprobados los Lineamientos de la
Política Económica y Social que marcan los cambios económicos y sociales que en
el país se están realizando.[17] Se
definieron las Bases del Plan Nacional
de Desarrollo Económico y Social hasta el 2030: Visión de la Nación, Ejes y Sectores
Estratégicos, documento de alcance trascendental de trabajo compartido y
herramienta económica principal sobre la planificación socialista como la
categoría rectora del sistema de dirección de la economía en los diferentes
horizontes de la planificación.[18] En el
eje
estratégico: Potencial humano, ciencia, tecnología e innovación, se incluyen
como objetivos específicos: garantizar el desarrollo de las universidades, sus
recursos humanos e infraestructura para impulsar la formación del potencial
humano de alta calificación y la generación de nuevos conocimientos, así como, propiciar
una mayor incorporación de estudiantes a las carreras de ciencias naturales,
exactas, técnicas y pedagógicas en correspondencia con el patrón productivo
nacional y territorial al que se aspira y la dinámica demográfica, garantizando
una mayor eficiencia en el proceso de formación y ubicación laboral, diseñar programas de estudio y potenciar el
otorgamiento de becas de formación de estudios avanzados para jóvenes talentos
en las universidades e institutos que respondaa requerimientos de introducción de tecnologías de
avanzada, según demandas del desarrollo económico y social.
Conclusiones
La Reforma Universitaria de 1918 es un proceso que ha
propiciado transformaciones en la región desde sus inicios. En Cuba dichos
cambios han operado durante décadas, adecuando el programa de mejoras y
modernización a los cambios del entorno, construyendo una universidad más multidisciplinaria,
científica, moderna, pertinente, socialmente responsable, humanista e
innovadora, en estrecho vínculo con la economía y la sociedad, que participa en
la implementación de políticas públicas.
La educación superior constituye una de
las conquistas del proceso revolucionario en Cuba, alcanzadas mediante políticas
públicas del gobierno y con el aseguramiento del financiamiento estatal y la asignación
de recursos a las universidades, con destino a la renovación, ampliación y
mantenimiento de la infraestructura y los procesos sustantivos..
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[1]Agenda 2030
para el Desarrollo Sostenible (UNESCO, 2015).
[2]Víctor Raúl
Haya de la Torre, Gabriel del Mazo y Alfredo Demaría (respectivamente).
[3]El 4 de
diciembre de 1922, el profesor argentino José Arce, Rector de la Universidad de
Buenos Aires que se encontraba en Cuba en representación de su nación al VI
Congreso médico Latinoamericano, recibió la investidura de Rector Honoris
Causa de la Universidad de la Habana, en cuyo acto, pronunció una conferencia“La
evolución de las universidades argentinas”.
[4]Elegido en su
directiva Felio Marinello como presidente y Julio A. Mella como secretario de
la FEU.
[5] Expuestos en la obra de José Agustín Caballero, Félix
Varela, José de la Luz y Caballero y José Martí.
[6] Datos del
Censo de 1953
[7] Con carácter
de Ley, la Comisión Ejecutiva, presidida por el entonces Ministro de Educación
Armando Hart, con la presencia de Regino Boti (Vicepresidente), Carlos Rafael
Rodríguez, Gaspar Jorge García Galló, entre otros
[8] Las IES
cubanas en el curso académico 1976-77 eran 28 y se incrementaron a 42 en el
curso académico 1986-1987
[9]“El Estado orienta, fomenta y
promueve la educación en todas sus manifestaciones” (…) “Todos tienen derecho a la educación.
Este derecho está garantizado por el amplio y gratuito sistema de escuelas,
seminternados, internados y becas, en todos los tipos y niveles de enseñanza, y
por la gratuidad del material escolar, lo que proporciona a cada niño y joven,
cualquiera que sea la situación económica de su familia, la oportunidad de
cursar estudios de acuerdo con sus aptitudes, las exigencias sociales y las
necesidades del desarrollo económico-social”. “Los hombres y mujeres adultos
tienen asegurado este derecho, en las mismas condiciones de gratuidad y con
facilidades específicas que la ley regula, mediante la educación de adultos, la
enseñanza técnica y profesional, la capacitación laboral en empresas y
organismos del Estado y los cursos de educación superior para los trabajadores”
(Constitución de la Republica)
[10] La CRES
2008 fue realizada en Cartagena de Indias y tiene como antecedentes las conferencias
similares que se realizaron en La Habana en 1996, Ambas precedieron
respectivamente a las Conferencias Mundiales de Educación Superior de 1998 y
2009, que tuvieron lugar en París. La CRES 2018 se prepara para realizarla en
Argentina previa a la Conferencia Mundial de la educación Sueprior en Paris en
el 2019.
[11]Prontuario
Estadístico 2017, MES
[12] Prontuario Estadístico 2017, MES
[13] Anuario
Estadístico de Cuba, Edición ONE, La Habana, Cuba, 2016.
[14]Anuario
Estadístico de Cuba, Ediciones ONE, La Habana, Cuba, 2016.
[15] Índice de
Desarrollo Humano (IDH)
[16] Informe sobre Desarrollo Humano 2016.
Desarrollo Humano para todas las personas.
PNUD
[17]7mo. Congreso del Partido Comunista de Cuba.
abril 2017
[18] Sesión Ordinaria del Parlamento Cubano, junio
2017.