Sistematización sobre el proceso extensionista
universitario desde la formación en la carrera Licenciatura en Economía
Systematization on the substantive activity university
extension since the training in the degree Degree in Economics
Autores:
MSc. Gisell Aguiar Melians
Dra.C.
Luisa Baute Álvarez
Institución: Universidad de Cienfuegos, Cuba
Correo electrónico: gaguiar@ucf.edu.cu
Resumen
Es la extensión universitaria uno de las
actividades sustantivas, conjuntamente con la investigación y formación en la
Universidad. Por la importancia de esta
actividad, debe concebirse como sintetizadora e integradora del quehacer
universitario para luego transmitirlo a la sociedad. Para que esa transmisión sea pertinente el
estudiante debe tener un rol protagónico y mantener un vínculo estrecho con su
entorno, no solo en lo cultural y deportivo, sino también desde el punto de vista
de la aplicación de los conocimientos que recibe en clases para promover la
cultura, en su sentido más amplio, preservada y desarrollada en la comunidad
universitaria, para aplicarlos en el contexto en que se desarrolla incidiendo
favorablemente en el contexto sociocultural. Desde esta perspectiva, se realiza
un análisis de diversas fuentes bibliográficas sobre la actividad
extensionista, teniendo en cuenta las relaciones que se establecen entre la
cultura de actuación extensionista y la sistematización de la participación
protagónica estudiantil, a partir de la formación del profesional del
Licenciado en Economía para propiciar la interacción de este futuro profesional
en el entorno sociocultural y la comunidad.
Palabras
clave: Extensión universitaria, proceso sustantivo,
formación del profesional.
Abstract
University extension is one of the substantive activities, together with research and training at the University. Due to the importance of this activity, it should be conceived as a synthesizer and integrator of university work and then transmitted to society. For this transmission to be relevant, the student must have a leading role and maintain a close relationship with their environment, not only culturally and sportively, but also from the point of view of the application of the knowledge they receive in classes to promote education culture, in its broadest sense, preserved and developed in the university community, to apply them in the context in which it develops favorably affecting the sociocultural context. From this perspective, an analysis of various bibliographic sources on the extension activity is carried out, taking into account the relationships established between the culture of extension activity and the systematization of the student participation, based on the training of the Bachelor's professional in Economy to promote the interaction of this professional future in the socio-cultural environment and the community.
Keywords: University extension, substantive process, professional training.
Introducción
La Universidad, como institución social, tiene
la misión de conservar, desarrollar y promover la cultura, incluyendo los
valores, sentimientos, tradiciones y raíces históricas de la sociedad y,
evidentemente, debe incluir a su vez, lo científico, productivo y tecnológico; tiene,
además, una responsabilidad social, que puede apreciarse en la historia del
pensamiento cubano desde sus primeras manifestaciones. José Agustín Caballero
(1672-1835), José Martí (1853-1895) y Enrique José Varona (1849-1933), abogaron
por la reforma universitaria en nombre de la utilidad a la patria (Ávila y González,
2016).
En recientes congresos internacionales, tanto
de pedagogía como de la educación
superior, se ha hecho referencia a una universidad cada vez más innovadora y
que aporte más al desarrollo sostenible, enriqueciendo continuamente su modelo
de gestión para alcanzar de forma
satisfactoria su misión, o como planteara Alarcón (2016): «para cumplir mejor su función social
mediante la sinergia de las actividades de formación, investigación y la
extensión universitarias, vinculadas siempre con la sociedad».
Siendo la extensión universitaria uno de los
procesos sustantivos, conjuntamente con el de investigación y formación en la universidad,
debe concebirse como un proceso que sintetice e integre el quehacer
universitario para luego transmitirse a la sociedad. Para que esa transmisión sea pertinente, el
estudiante debe tener un rol protagónico y mantener un vínculo estrecho con su
entorno, en lo cultural y deportivo, pero también desde el punto de vista de la
aplicación de los conocimientos que recibe en clases para promover la cultura,
en su sentido más amplio, preservada y desarrollada en la comunidad
universitaria, aplicándolos e incidiendo favorablemente en su contexto
socioeconómico y cultural.
El proceso extensionista ha sido abordado
por diferentes autores en el devenir de los años, dando así fe de la
importancia de este proceso para la universidad en lo que respecta a una
formación mucho más integradora y humanista de los futuros profesionales y el
compromiso social que contraen en pos del mejoramiento de la sociedad en que se
desenvuelven.
El presente trabajo, desde esta
perspectiva, realiza un análisis de diversas fuentes bibliográficas sobre el
proceso extensionista, teniendo en cuenta la necesaria reciprocidad en las
relaciones que se establecen entre este y los procesos de formación e
investigación, a partir de la formación del profesional del Licenciado en
Economía para propiciar la interacción de este futuro profesional en su entorno.
Desarrollo
Para comprender mejor la extensión
universitaria, es necesario realizar una aproximación a las tendencias en su
evolución y desarrollo que permita el entendimiento de cuáles han sido las
manifestaciones de este proceso en diferentes escenarios y momentos históricos
y, por tanto, en la práctica en las instituciones de educación superior.
Es preciso remontarse a los inicios del nacimiento de
la actividad universitaria, que se ubica entre los siglos XI y XII en las
ciudades de Europa occidental, donde se orientaba solamente a la transmisión de
conocimientos tradicionales y a la especulación filosófica. Mientras que durante
los siglos XIII y XIV, una rápida expansión universitaria se produce por las
principales ciudades europeas, llegando a existir casi 80 universidades en la
Europa del siglo XVI y para el siglo XVII su misión principal era formar
profesionales capaces.
Luego, con la Revolución Industrial inglesa del
siglo XVIII, se produjeron cambios sustanciales en los ámbitos económico y
social para Inglaterra y sus colonias de América del Norte, suponiendo transformaciones
en las universidades al incorporar la actividad de extensión, que se vincula
con el desarrollo industrial y económico, pero limita el desarrollo de la
función extensionista por no tomar en cuenta las necesidades sociales de la
comunidad.
Más
adelante, durante el siglo XIX, Inglaterra tuvo como escenario primordial el
surgimiento de nuevas universidades, dando lugar al desarrollo de las primeras
acciones extensionistas, expandiéndose rápidamente a Europa y a Estados Unidos
como consecuencia de todo un proceso histórico dirigido a lograr la autonomía y
la democratización de la universidad.
Estas
primeras acciones que se identifican como extensión universitaria, se pueden
apreciar en lo político con la expansión de los ideales de la Revolución
Francesa, y en lo social con la organización del proletariado como clase y un
desarrollo de numerosos movimientos de vanguardia en lo que respecta a la
creación artística.
En Francia, en los inicios del siglo XIX, las universidades experimentaron profundas reformas bajo la dirección de Napoleón y su influencia en los ideales educativos politécnicos. El énfasis en las profesiones, la desarticulación de la enseñanza y la sustitución de la universidad por un conglomerado de escuelas profesionales, fueron los rasgos fundamentales de este modelo, así como la separación de la investigación científica, que deja de ser tarea universitaria y pasa a las academias e institutos.
Desde
la aparición de la extensión en la escena universitaria en el siglo ya
referido, se consideró como una función institucional, con cierta relevancia, a
través de la cual es posible llevar a cabo la retroalimentación de tareas
académicas de la institución. Ella requiere expresar los máximos valores que
desarrolla la institución y ser asumida con responsabilidad plena por parte de
todos sus actores.
Según Tünnermann (2000), la incorporación
en el quehacer de las universidades latinoamericanas de la función de extensión
universitaria por extender su acción más allá de sus linderos académicos, no «arranca»
sino hasta la Reforma de Córdoba de 1918.
Plantea además que ni la universidad colonial, ni la de la época
republicana, se plantearon como tarea propia la labor de extramuros. Una, por lo mismo que no se sentía vinculada
con su sociedad sino tan sólo con un sector o segmento muy reducido de ella, no
contempló entre sus cometidos la labor de extensión. La otra, no implicó la modificación de las
estructuras sociales de la colonia, permaneciendo prácticamente intactas, salvo
la sustitución de las autoridades peninsulares por los criollos.
En medio de ello, surge la universidad
latinoamericana como un injerto napoleónico que consagró sus mejores energías
al adiestramiento de los profesionales requeridos por las necesidades sociales
más perentorias. La ciencia y la cultura
no fueron cultivadas en ella sino en función de sus aplicaciones profesionales
inmediatas. Tampoco se planteó el problema de extender su acción más allá de
los reducidos límites de sus aulas.
Con el programa de la Reforma, se desbordaron
los aspectos puramente docentes e incluyó toda una serie de planteamientos
político-sociales que se atisbaban en el propio Manifiesto Liminar de los
estudiantes cordobeses de 1918.
El fortalecimiento de la función social de
la universidad, con la proyección de su quehacer a la sociedad mediante los
programas de extensión universitaria y difusión cultural, figuró desde muy
temprano entre los postulados de la Reforma de 1918; siendo entonces, la «misión
social» de la universidad un remate programático de la Reforma. Así, el movimiento agregó al tríptico
misional clásico de la universidad, un nuevo y prometedor cometido, capaz de
vincularla más estrechamente con la sociedad y sus problemas, de volcarla hacia
su pueblo, haciendo a este partícipe de su mensaje y transformándose en su
conciencia cívica y social. A partir de
este momento, se concibió toda una gama de actividades que generó el ejercicio
de esta misión social, que incluso se tradujo en determinados momentos en una
mayor concientización y politización de los cuadros universitarios,
contribuyendo a definir el perfil de la universidad latinoamericana, al asumir
ésta, o sus elementos componentes, tareas que no se proponían o que permanecían
inéditas para las universidades de otras regiones del mundo.
Con
la creación de la Unión de Universidades de América Latina, se convocó en 1957
la Primera Conferencia Latinoamericana de Extensión Universitaria y Difusión
Cultural, que se reunió en Santiago de Chile y aprobó una serie de
recomendaciones destinadas a precisar la teoría latinoamericana sobre esta
materia. En ese momento se adopta el
concepto de extensión:
La
extensión universitaria debe ser conceptuada por su naturaleza, contenido,
procedimientos y finalidades, de la siguiente manera: por su naturaleza, la
extensión universitaria es misión y función orientadora de la universidad
contemporánea, entendida como ejercicio de la vocación universitaria. Por su
contenido y procedimiento, la extensión universitaria se funda en el conjunto
de estudios y actividades filosóficas, científicas, artísticas y técnicas,
mediante el cual se auscultan, exploran y recogen del medio social, nacional y
universal, los problemas, datos y valores culturales que existen en todos los
grupos sociales. Por sus finalidades,
debe proponerse, como fines fundamentales proyectar dinámica y coordinadamente
la cultura y vincular a todo el pueblo con la universidad. Además de dichos fines, la extensión universitaria
debe procurar estimular el desarrollo social, elevar el nivel espiritual,
intelectual y técnico de la nación, proponiendo, imparcial y objetivamente ante
la opinión pública, las soluciones fundamentales a los problemas de interés
general. Así entendida, la extensión
universitaria tiene por misión proyectar, en la forma más amplia posible y en
todas las esferas de la nación, los conocimientos, estudios e investigaciones
de la universidad, para permitir a todos participar en la cultura
universitaria, contribuir al desarrollo social y a la elevación del nivel
espiritual, moral, intelectual y técnico del pueblo (Tünnermann, 2000).
En
este concepto de extensión universitaria y difusión cultural, predominante por
varias décadas, se caracterizó por incorporar las tareas de extensión y
difusión al quehacer normal de la universidad, pero se consideraban como una
proyección a la comunidad de ese quehacer, como una extensión de su radio de
acción. Puede decirse que, existió un predominio de «entregar» con un marcado
acento «paternalista» o «asistencial» en las labores que se realizaban. La universidad, a sabiendas de su condición
de institución superior del saber, trataba de remediar esta situación
privilegiada y procuraba que algo de su quehacer se proyectara a los sectores
menos favorecidos. Esa proyección, en que
la universidad es la que da y la colectividad la que recibe, establecía un
canal de una sola vía, que va de la universidad, depositaria del saber y la
cultura al pueblo, simple destinatario de esa proyección y al cual se supone
incapaz de aportar nada valioso.
La
extensión universitaria resulta un tanto polémica, evolucionando en la medida
en que la misma se ha ido consolidado como función y proceso inherente a la
universidad, a la par, se ha ido perfeccionando y enriqueciendo este concepto,
en el que varios autores han realizado investigaciones y aportes. En dichos estudios realizados declaran que la extensión
universitaria es el espacio donde debe prevalecer el sentido comunicativo entre
la universidad y su entorno, según el propósito de promover el ser de la
comunidad a través del quehacer de la universidad, así como fomentar el
quehacer de la comunidad mediante la proyección del ser de la universidad.
En
el Programa Nacional de Desarrollo de la Extensión
Universitaria aprobado, se expresa la extensión como el conjunto de acciones
que realiza el centro, dentro y fuera de sus instalaciones, dirigidas a los
estudiantes y trabajadores, y a la población en general, con el propósito de
promover y difundir la cultura en su más amplia acepción, es decir, la cultura
científica, la técnica, la política, la patriótico-militar e internacionalista,
la artística y literaria, la física, etc (González y González, 2001).
Como puede apreciarse, se refirma la extensión universitaria como
fortalecedora de la promoción de cultura entre la sociedad y la universidad,
sin embargo, se infiere de ellos que se limita a la intención de pronunciarse
desde los objetivos de la universidad.
Por
otra parte, resulta interesante direccionar la labor extensionista desde la
comunidad intrauniversitaria como parte integrante de la extrauniversitaria, lo
que permite la comprensión de que la promoción de la cultura se realiza dentro
de la casa de altos estudios y fuera de esta, potenciando el desarrollo
cultural de la comunidad universitaria y la comunidad social.
Tünnerman
(2000) plantea que consecuente con el criterio de que la extensión debería ser
la mejor expresión de una integración creativa universidad-sociedad y su
vínculo más idóneo, existe la posibilidad de hacer de esta función el eje de la
acción universitaria, el hilo conductor de la inmersión social de la
universidad, con lo cual adquieren sus programas una extraordinaria relevancia
en el quehacer de las instituciones de educación superior, de cara al nuevo
milenio. La extensión, acorde con la naturaleza del conocimiento contemporáneo,
debe estructurarse sobre la base de equipos interdisciplinarios.
Además,
si la extensión es la función universitaria más próxima a la realidad social,
por principio tiene que ejercerse interdisciplinariamente, desde luego que esta
es la única manera de acercarse a la realidad, que por naturaleza es
interdisciplinaria. Los sectores a quienes van dirigidos los programas de
extensión deben adquirir en ellos los aprendizajes que les permitan dar, por sí
mismos, continuidad a los proyectos. Los diseños programáticos de la extensión
deben dar amplio espacio a la crítica y autocrítica y prever los mecanismos de
evaluación permanente para la retroalimentación de los proyectos (Ibídem).
La
apreciación del autor antes mencionado propicia la reflexión sobre la
importancia de que los tres procesos fundamentales, los sustantivos de la
universidad, entiéndase formación, investigación y extensión, deben caminar juntos,
pues uno depende de otro para su buen desarrollo. No puede verse separada la formación
de la investigación porque a partir de la primera se aportan los conocimientos
para que la segunda se realice y desarrolle de forma satisfactoria y, la
segunda, permite consolidar y aplicar los conocimientos adquiridos en la
docencia y, por supuesto, la extensión permite sistematizarlos a los dos, como
una vía efectiva para su socialización.
Desde la perspectiva de
Del Huerto (2001), se precisa la extensión universitaria como:
proceso
formativo, integrador y sistémico, basado en la interacción cultural del
quehacer universitario en comunicación bidireccional permanente con la
sociedad, incluyendo a la comunidad universitaria, orientado a la
transformación social y que responde a necesidades concretas en un momento
determinado, posee objetivos y contenidos propios, se realiza a través de
diferentes métodos, necesita de medios y recursos adecuados y de mecanismos de
planificación y evaluación sistemática para su perfeccionamiento.
En
esta definición llama la atención que se hace referencia a la bidireccionalidad
de la comunicación, es decir, a que no solo es la trasmisión e información del
quehacer universitario, sino el necesario contacto con la sociedad para poder responder
a sus necesidades concretas; sin embargo, puede decirse que no solo deben
tenerse en cuenta en esta comunicación las necesidades sociales, sino también
sus logros y perspectivas como actores participantes en el proceso
extensionista.
Sin
embargo, teniendo en cuenta la opinión de Medina (2011), se debe destacar que
se considera una limitación que la participación activa de la comunidad
universitaria y extrauniversitaria se visualice como método, cuando por la
importancia que tiene debiera verse como objetivo de la extensión
universitaria. Además, las autoras del presente trabajo consideran que se hace
necesario, cuando se habla de promoción de la cultura acumulada, aclarar que no
solo se refiere a la cultura deportiva, artística, literaria y de salud, como
es habitual en la labor extensionista, sino también a la adquirida desde los
conocimientos propios de la profesión.
Desde
el punto de vista de Pérez (2007),
es la extensión la función que le permite a la Universidad interactuar
proactivamente con su entorno social, siendo la dimensión del proceso educativo
que se articula transversalmente con las restantes funciones y subsistemas de
la universidad para lograr una nueva cualidad en el desarrollo sociocultural de
las comunidades intra y extra muros al promover cultura, ciencia, técnica y
valores que comprometen al hombre con su sociedad.
Según
Pérez de Maza (2011), la extensión universitaria emerge como una función que
procura la relación dialéctica de la universidad con la sociedad, mediante su
integración con la docencia y la investigación, plantea además, que es en esta
relación, donde la universidad obtiene retroalimentación del servicio público
que presta, de la pertinencia del currículum y de sus prácticas educativas e
institucionales, al establecer retos que demandan el cambio y la transformación
de la universidad para atender los requerimientos de la sociedad.
La
anterior concepción resulta muy abarcadora, pues en ella se recoge la esencia
misma de la extensión universitaria al hacer referencia a la relación entre la
universidad y la sociedad, la integración entre los tres procesos sustantivos
de la universidad, al igual que el propuesto por Pérez (2007) y, algo muy
interesante refiere además la necesaria
retroalimentación con la comunidad a partir de los servicios que le presta, de
las buenas prácticas curriculares y educativas para poder transformar la
universidad atendiendo al desarrollo social.
Luego
del análisis de los conceptos y definiciones anteriores, puede entonces decirse
que la extensión universitaria es un proceso por excelencia que vincula e
inserta a la universidad con la sociedad, teniendo en cuenta para ello la
integración de los tres procesos sustantivos universitarios: formación,
investigación y la propia extensión universitaria, sin desestimar las
características y necesidades de las comunidades en las que se inserta, para
así incidir en su desarrollo socioeconómico, ganando en la retroalimentación
tan necesaria para conocer y evaluar el impacto que estas acciones tienen.
Considerando las definiciones
y reflexiones anteriores, resulta necesario hacer referencia a que, en análisis
realizados a los planes de estudio, fundamentalmente el plan de estudio D, que
convive con el plan de estudio E (solo en primer año), se refleja dentro de los
objetivos de estudio la participación de los estudiantes en la vida universitaria
y en tareas sociales, el mismo se desarrolla en la Disciplina Práctica
Profesional que constituye la integradora de la carrera de Economía, esta se
encuentra articulada en cada año
académico con los objetivos integradores, con el fin de dotar al estudiante de
las habilidades necesarias para la solución de problemas prácticos.
Para ello debe lograrse,
a través de un adecuado diseño del Componente Laboral Investigativo, la combinación
de los conocimientos teóricos con la experiencia práctica, teniendo como
presupuesto que el concepto de economista integral, supone la capacidad del
egresado para resolver problemas profesionales en los diferentes niveles de la
economía: territorio, empresa, organismo ramal y central; lo que exige la
organización de una práctica laboral e investigativa consistente con ello.
Para que el egresado de
la Licenciatura en Economía cuente con esa formación integral, es necesario el
desarrollo de una actividad investigativa sustentada en las técnicas que aporta
la metodología de la investigación, por lo que se incluye dentro de esta
disciplina y, muy importante resulta además la vinculación de los estudiantes
con instituciones económicas sin embargo, aún no es suficiente esta inserción
de los estudiantes en el contexto laboral, pues desde las diferentes
disciplinas y asignaturas que las integran, se pueden realizar acciones
extensionistas con este fin.
En
este sentido, resulta evidente que el eslabón fundamental en la estructura de
las universidades actuales es el departamento docente, pues es donde se
integran una o varias disciplinas y, a su vez, en él se concretan las funciones
sustantivas universitarias. Por esta razón, el departamento docente no puede
limitarse únicamente a la actividad académica en la que el estudiante se
apropia de la cultura de la humanidad.
Es
por ello que la tendencia no puede ser que la universidad sea el espacio donde
se formen profesionales o especialidades en el que predomine lo académico o lo
científico únicamente pues, esto conduciría, irremediablemente, a la creación
de una mentalidad dirigida a la
docencia, con muy poco interés por la investigación y, como consecuencia
directa, se quedarían separadas dichas actividades y, aparejado a esto, un muy
limitado desarrollo de proyectos en todos los sentidos y, por tanto, un
estancamiento palpable del conocimiento y de las innovaciones que se podrían
llevar a cabo en pos del mejoramiento económico, cultural y social. Además,
debe tenerse en cuenta que el conocimiento se aplica y consolida en las
investigaciones, y la mejor manera de desarrollarlas es dándolas a conocer,
socializarlas y es aquí donde se logra, de la mejor manera posible, la inserción
de la Universidad en la sociedad.
Esta
inserción no debe limitarse solamente a la promoción de acciones en el entorno
social, para satisfacer las necesidades del desarrollo cultural, sino que debe
conocer sus necesidades, problemas y capacidades para, a partir de este
conocimiento, desarrollar investigaciones, proyectos e innovaciones que
permitan un mayor y mejor desarrollo de la sociedad. Puede decirse entonces que
la extensión implica un aprendizaje recíproco, pues al conocer la universidad,
la realidad nacional, puede enriquecer y redimensionar toda su actividad
académica.
El
espacio educativo, por el alcance y repercusión que tiene tanto en estudiantes
como en sus familias y comunidades, es ideal para realizar acciones que
promuevan el conocimiento de la profesión y de índole general, que aporten al
crecimiento individual y social y así lograr bienestar en los estudiantes y en
su calidad de vida, por lo que en la propia formación de los profesionales debe
tenerse en cuenta los patrones culturales desde la óptica de las profesiones;
la producción científico-tecnológica se inscribe como un proceso continuo de
creación y consolidación de la cultura humana y la extensión universitaria es
la que se encarga de promover la cultura entre la universidad y su entorno
social interno y externo. Partiendo de esta afirmación es que se plantea que la
extensión universitaria es una función sustantiva que ocupa un lugar especial,
por su profundo contenido cultural, en el sentido más amplio de la palabra, que
transversaliza los procesos de docencia y de investigación y que, además,
participa como proceso en el sistema de relaciones entre la institución
formativa y la sociedad.
Conclusiones
La extensión
universitaria conjuntamente con la docencia y la investigación, integran la
misión educativa de las instituciones de la educación superior y que, por
tanto, deben estar presentes en las políticas y estrategias de estas
instituciones, estrechamente unidas, interrelacionándose y enriqueciéndose
recíproca y continuamente.
Una estrecha
interacción Universidad-Sociedad es la esencia de los programas de extensión,
por lo que en su concepción y diseño deben basarse en la relación dialógica con
la comunidad y la inmersión de la Universidad en los problemas de su
sociedad.
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