Ciencia, tecnología e innovación para el desarrollo empresarial socialista. Universidad y Empresa replanteando formas de gestión

 Science, technology and innovation for the managerial socialist development. University and Enterprise restating administration forms

Autores: MS.c. Yuri Fernández Capote1

Dr.C Yamila Roque Doval2

Lic. Vivian Espinosa Rodríguez2

Institución: 1Universidad de Ciego de Ávila Máximo Gómez Báez, Cuba

2Universidad de Central Marta Abreu de Las Villas, Cuba

Correo electrónico: yurif@unica.cu

yamilar@uclv.edu.cu

vivian@cepil.co.cu

Resumen

Los estudios de problemas sociales de la ciencia, tecnología y la innovación desde la universidad, son recurrentes en el abordaje de la problemática del desarrollo, aunque no siempre desde la perspectiva del trabajo opuesta a la lógica del capital dominante para avanzar a nuevas formas de gestión socialistas. Tampoco son prolíferas las sistematizaciones empíricas en busca de alternativas de desarrollo empresarial que tributen a nuevas formas organizativas, a la nueva socialización, capaz de anteponerse a las mediaciones sociales del capital históricamente aprendido por las fuerzas productivas. En este sentido se orienta el presente artículo de carácter reflexivo, cuyo objetivo central es presentar la perspectiva comunitaria del desarrollo como alternativa empresarial socialista en el contexto de los límites y posibilidades de la realidad económico-social cubana. El artículo se apoya en la revisión bibliográfica de algunos autores del enfoque ciencia, tecnología y la innovación, en la región latinoamericana y particularmente en Cuba, así como autores de la perspectiva sociológica de orientación marxista. El método histórico lógico permite develar el movimiento en las concepciones del desarrollo para identificar límites y posibilidades de una alternativa emancipadora desde lo comunitario en la empresa socialista cubana. Como principales resultados se identifica la necesidad de profundizar en los estudios del desarrollo empresarial con enfoque comunitario, para avanzar a sistematizaciones prácticas que aporten una tecnología propia para el desarrollo empresarial socialista en Cuba, alineado a las transformaciones socio-económicas aprobadas en la última década, con el objetivo de la construcción de un socialismo próspero y sostenible.

Palabras claves: Ciencia, Tecnología, Innovación, Universidad, Desarrollo Empresarial Socialista.

Abstract

The studies of social problems of science, technology and innovation (CTS + I) from the university, are recurrent in addressing the problematic of development, although not always from the perspective of work, opposed to the logic of dominant capital, to advance to new forms of socialist management. Neither empirical systematizations in search of business development alternatives that pay tribute to new organizational forms, to the new socialization, capable of taking precedence over the social mediations of capital historically learned by the productive forces. In this sense, this reflexive article is oriented, whose main objective is to present the community perspective of development as a socialist business alternative in the context of the limits and possibilities of the Cuban social-economic reality. The article is supported by the literature review of some authors of the CTS + I approach, in the Latin American region and particularly in Cuba, as well as authors of the sociological perspective of Marxist orientation. The logical historical method allows revealing the movement in the conceptions of development to identify limits and possibilities of an emancipatory alternative from the community in the Cuban socialist enterprise. The main results identify the need to deepen the studies of business development with a community approach, to advance to practical systematizations that provide their own technology for socialist business development in Cuba, aligned with the socio-economic transformations approved in the last decade, with the objective of building a prosperous and sustainable socialism.

Keywords: Science, Technology, Innovation, University, Socialist Enterprise Development.

Introducción

El constructo ciencia, tecnología, innovación y sociedad (CTS+I) va delimitando un área del saber científico necesario y oportuno para Cuba y el resto del mundo, en el interés por el bienestar humano y la sostenibilidad desde los más diversos ámbitos de interpretación.

Actualmente es significativo en este saber emergente, la preocupación por el papel y uso de la ciencia, la tecnología y la innovación en la respuesta a las más acuciantes necesidades y demandas de la sociedad contemporánea. Se proponen con fuerza modelos interpretativos donde se posicione la sociedad como fundamento del uso tecno-científico, más allá del telón de fondo históricamente atribuido al sujeto social en la relación de los conceptos. Tales contribuciones científicas, no encuentran aún el escenario favorable para su aplicación práctica debido al ejercicio del poder desde las clases dominantes en la sociedad capitalista del conocimiento, que encuentra mediaciones enajenantes -de la lucha de clases como contradicción social esencial-, para hacer funcional a la lógica del capital los resultados obtenidos en este orden de reflexión científica.

Así, los estudios de CTS+I vienen cumpliendo la misión de denunciar y advertir las oportunidades de cambio social contenidas en la relación de estos conceptos, lo que sin dudas se configura como arsenal teórico-metodológico a considerar camino a un verdadero desarrollo humano de esencia emancipadora –solo posible tras la asunción de la diferencia de clases como contradicción social fundamental.

Para Cuba en lo particular, también es un campo reciente, transdisciplinar y crítico con posibilidad de transformar visiones tradicionales de la ciencia y la tecnología (Marino, et al; 2001, p.125). Pero es, esencialmente, un recurso de carácter social -dado el marco de propiedad existente y el fundamento socialista del proyecto revolucionario[1]-, que puede contribuir notablemente al desarrollo de las fuerzas productivas, a la consecución de la nueva socialización, así como para orientar los cambios socio-económicos del país camino al desarrollo socialista.

Las dificultades aún latentes en cuanto a integración del saber científico- tecnológico disponible y la práctica productiva para el desarrollo empresarial y social, la concreción de una organización empresarial con marcada orientación emancipadora -como expresión de la transición hacia nuevas formas de producción socialistas que resuelven las contradicciones de la producción, la distribución y el consumo- para el despliegue de las oportunidades de creatividad e innovación contenidas, constituyen verdaderos desafíos de los actuales y futuros estudios de CTS+I en las universidades, inclinados hacia la necesidad social fundamental de avanzar en la construcción de un socialismo próspero y sostenible.

Partiendo de este papel e importancia, el presente estudio se orienta al objetivo general de presentar la perspectiva comunitaria del desarrollo como alternativa y tecnología válida para el desarrollo empresarial socialista. Para ello, se describen las particularidades interpretativas del desarrollo en los estudios de CTS+I como fundamentos teóricos de soporte, se identifican límites y posibilidades del desarrollo empresarial socialista en las condiciones actuales de Cuba y se propone la perspectiva comunitaria como tecnología alternativa al desarrollo empresarial socialista, con marcado carácter emancipador, desarrollado por la universidad cubana.

El artículo se vincula directamente con el papel de las universidades comprometidas con la búsqueda de alternativas positivas de desarrollo socialista, presentando con énfasis las contribuciones teórico-metodológicas del centro de estudios comunitarios (CEC) de la universidad central “Martha Abreu” de Las Villas (UCLV), en la definición y gestación empírica de lo comunitario como cualidad del desarrollo, sensible a ser utilizado en nuevas formas de gestión de la empresa cubana camino al desarrollo socialista.

Desarrollo

 Universidad y estudios de CTS+I para el desarrollo

La cuestión del desarrollo social sostenible ocupa la agenda de los estudios contemporáneos con enfoque de “ciencia-tecnología y sociedad + innovación” (CTS+I). De acuerdo con Núñez (1999), “la polémica en torno a cómo debería ser pensado el papel de la ciencia y la tecnología en relación con el desarrollo social sigue teniendo la mayor actualidad” (p.108).

El modelo lineal asumido durante mucho tiempo en los estudios de CTS+I, entiéndase aquel en el que hacer ciencia es garantía de tecnologías, innovación y riquezas incrementadas, lo que directamente resulta en mayor bienestar social o mayor atención a las necesidades sociales fundamentales, ya no puede dar cuentas de la compleja relación centro-periferia[2] impuesta por la lógica del capital dominante a nivel macro-social.

Las contribuciones teóricas de Mészáros (2010), alertan de la existencia de una estructura de metabolismo social del capital, en la que mediaciones de segundo orden -entre las que pueden incluirse la ciencia y la tecnología como productos del propio sistema del capital-, sirven de anclajes para garantizar en el tiempo la reproducción y consolidación de formas de relación enajenantes y asimétricas entre las fuerzas productivas. Ante esta realidad se demandan posiciones críticas como la del paradigma de la dependencia[3] -en oposición a reformismos del estructuralismo cepalino[4]- para interpretar el desarrollo social en los enfoques de CTS+I.

Los condicionamientos socio-económicos del capital son propicios para que la universidad -como cerebro social (Pérez y Rodríguez, 2018)-, describa cambios sustantivos en función de reposicionar las formas de crear conocimiento al asumir los estudios de CTS+I sobre el desarrollo social. Desde un modelo de universidad emprendedora (Hernández, Albarado y Luna, 2015), se refuerza la función extensionista y una más amplia relación con el entorno, superando el tradicional enfoque de universidad exclusivamente formativa (Almario 2009).

Es consecuente entonces, que crezcan los vínculos universidad-empresa en las últimas décadas, incluso que ello cobre relevancia en los estudios de CTS+I sobre el desarrollo, cuando este último es entendido desde perspectivas economicistas distantes de la visión emancipatoria de las relaciones de producción. Como refieren Sánchez y Díaz (2015) este cambio del rol de la Universidad conocido como paradigma empresarial reúne un importante número de contribuciones científicas a nivel global.

En Sánchez y Díaz (2015), se defiende que la transferencia de conocimiento y tecnología entre universidad y entorno -más concretamente empresa-, se inició en los países industrializados desde un esquema oferta-demanda muy lineal, disciplinar, homogéneo y jerárquico, realizado solo para satisfacer intereses académicos y fue conocido como “modo I de transferencia”, que por sus propias dificultades diera lugar al “modo II”, caracterizado por una transferencia más transdisciplinaria, heterogénea y heterárquica, donde prima la aplicabilidad y la utilidad social de la investigación.

Según Sánchez y Díaz (2015), fruto del modo II de transferencia surgen y se sistematizan modelos más concretos y reconocidos como el modelo del triángulo de Sábato, el modelo de los sistemas de innovación y el modelo de la triple hélice. Estos modelos, que incluyen la triada gobierno-universidad-empresa como precursores del desarrollo social, comprometen su contribución al someterse a la dinámica social desde la lógica del capital y capitalizan el conocimiento más que favorecer verdaderos cambios, especialmente en los países en vías de desarrollo. Para ampliar el tema puede verse Núñez (2007) y Armas, Morell y Rodríguez (2020).

Límites y posibilidades del desarrollo empresarial socialista

Novaes (2012) interpretando a Mészáros (2010), refiere que, para promover, incluso las partes más básicas del sistema del capital imperante, se necesitan “ataques dobles” constantemente renovados, tanto en las “células constitutivas” o “microcosmos” (modo singular de organizar la jornada de trabajo) como a los “macrocosmos” autorregulantes y a los límites estructurales autorrenovantes del capital en su totalidad.

En este sentido, destaca el papel de la industria como estructura de especial significación para el cambio social ya enunciado desde Marx (1965). No es casual que Fajnzylber (1983 como citado en Núñez, 1999), incluya el precario liderazgo del empresariado en sectores que definen el perfil industrial de países latinoamericanos, como uno de los rasgos condicionantes del estado actual de industrialización en el área.

El tránsito de la sociedad industrial a la sociedad del conocimiento, deja como saldo un posicionamiento del sector empresarial y particularmente del industrial para emprender verdaderas transformaciones sociales. La complejidad organizativa dado el crecimiento vertical y horizontal de la empresa y la industria actual, deviene como escenario pertinente para golpear la estructura metabólica del capital en busca de alternativas viables en el sentido de la lógica del trabajo. Irónicamente, la industria como motor del nombrado desarrollo contemporáneo -solo funcional a la lógica del capital dominante- se constituye como fortaleza del sistema de dominación y a la vez como debilidad sensible a ser utilizada para promover sus vínculos autorrenovantes.

Esta oportunidad pasa en primer orden por una cuestión de “poder”. En otras palabras, la superación de las actuales relaciones de jerarquía, o lo que es lo mismo, el antagonismo estructural resultante de la división y especialización del trabajo, que termina por asignar a una clase de sujetos las funciones productivas y a otros las funciones de control de la producción, condicionando la fragmentación y asimetría en el vínculo, constituye la prioridad cuando se pretende iniciar un camino hacia un desarrollo social realmente liberador o emancipador[5] y consecuentemente sostenible.

Solo a partir de resolver el problema del poder, consolidarlo como ejercicio de intereses clasistas de nuevo tipo, -no un divorcio en consecutividad temporal, sino en una jerarquización de esencias a atender- es posible desarrollar todas las facetas de la nueva relación, al desarrollarse dichas facetas en un mutuo condicionamiento dialéctico dentro del sistema de relaciones de la nueva socialidad. Y dentro de esta problemática, dentro de esta tarea de génesis y desarrollo, el sistema de la dictadura del proletariado resulta central en la concepción de la autodirección social comunista, en tanto elemento decisivo para la práctica transformadora y en el plano conceptual, como rasgo individualizador que aglutina en una nueva esencia los aspectos desde lo macro hasta lo micro de la nueva socialidad, y se objetivará a través de una actividad de gobernar de nuevo tipo (García, 2007, p.35).

No es casual que Lebowitz (2015), tras una sistematización de las experiencias de construcción socialista a nivel global durante el siglo XX y las décadas del XXI, consiga identificar la autogestión obrera y la producción orientada a las necesidades de los otros, como pilares para una alternativa positiva al verdadero desarrollo humano, en condiciones de propiedad social de los medios de producción.

Obviamente, cualquier propuesta en torno a la vertiente positiva (lógica del trabajo) del desarrollo humano, debe soportar las presiones y resistencias de múltiples mediaciones sociales de la actual estructura metabólica del capital reinante, las cuales se refuerzan unas a otras y a su vez refuerzan la estructura como un todo, lo que torna más complejo el triunfo de cualquier alternativa contraria a la conocida organización jerárquica de producción.

Por solo ejemplificar algunos aspectos, cabe apuntar que operan factores socio-culturales limitantes para el despliegue de este tipo de alternativas. La propia relación centro-periferia condiciona comportamientos resumidos en Núñez (1999):

-              Tendencia a un modelo de racionalidad en la periferia que defiende la importación de tecnología sobre la producción local de la misma.

-              La dependencia cultural que le condiciona a la periferia el pensamiento de que toda tecnología extranjera es mejor que la local.

-              Mimetismo en la periferia que conlleva a copiar hasta los peores productos y procesos del centro.

-              Escasa articulación entre protagonistas del proceso: funcionarios del estado, empresarios y gerentes y científicos y técnicos. (p.111)

 

No obstante, en la capacidad de identificar propuestas y sistematizarlas descansa la oportunidad de una alternativa positiva. Tarea esta que parece estar históricamente confinada a los países de la periferia, -en especial a los que asumen modelos y políticas de construcción socialista- dada su condición de desventaja y opresión respecto a los países más desarrollados.

Las iniciativas con pretensiones de articulación global y regional de las últimas décadas como la alternativa bolivariana para las Américas (ALBA), los esfuerzos de integración de Venezuela, Bolivia, Cuba y Ecuador orientados a conseguir una estructura financiera, jurídica y política común, más allá de los intereses puramente económicos de otros intentos de integración regional en el mundo, dan fe de acciones realizadas, aunque insuficientes, en el sentido de promover los “macrocosmos” autorregulantes y los límites estructurales autorrenovantes del capital.

 A nivel de microcosmos, también son insuficientes los resultados. La búsqueda de nuevas formas de propiedad, reconocen las experiencias venezolanas de cooperativas que no consiguen consolidarse por falta de apoyo estatal, así como empresas de producción social o empresas de propiedad social (directas o indirectas) dentro del enfoque de socialismo del siglo XXI propuesto por Chávez (2004)[6], que aún merecen sistematización.

En Cuba, el instituto de estudios e investigaciones del trabajo perteneciente al ministerio del trabajo y seguridad social (MTSS), declara que las nuevas formas de organización no han logrado imponerse a las formas tradicionales heredadas (Alhama, 2004).

Las investigaciones del centro de estudios de la economía cubana (CEEC) y el instituto de información científica y tecnológica (IDICT), describen la prevalencia de una empresa que opera bajo esquemas rígidos tanto en lo estructural como en lo económico, que conlleva a una orientación hacia la disciplina y el cumplimiento de planes o tareas, antes que alentar espacios de autonomía y maniobras que estimulen la iniciativa creadora individual de los trabajadores. El bajo aprovechamiento de las capacidades sugiere que los procesos de trabajo no están dirigidos hacia el aprendizaje organizacional, el cual se ve limitado por las estructuras jerárquicas y las relaciones asimétricas existentes. Aspectos de la realidad empresarial que conducen a rasgos culturales generales de pasividad, rigidez, complacencia, operatividad y disciplina con pobre fomento del espíritu emprendedor latente. (Díaz, 2013)

También, es llamativo que las empresas apenas financian las actividades de Investigación y Desarrollo (I+D) y que este sector empresarial apenas formule demandas al sector de investigaciones[7]. Como refieren Núñez y Montalvo (2015), “Cuba está entre los países que dedican menos recursos a la investigación básica en América Latina y el Caribe” (p.32).

Según Castro (2017), en esta realidad, también, resalta la obsolescencia tecnológica y el deterioro de la infraestructura, la falta de un sistema integral de financiamiento que promueva los proyectos, y estrategias válidas para la permanencia de los recursos humanos que emigran a otros destinos por salarios y condiciones inadecuadas.

En este sentido, la academia de ciencias de Cuba alerta de otros desafíos:

La persistente ausencia de mecanismos económicos que favorezcan o al menos permitan la contratación de transferencia de conocimientos entre el llamado sector «presupuestado», al que pertenecen los mayores centros de sabiduría del país, y el «empresarial», ha obligado a buscar nuevas iniciativas. Los casos más recientes implican tanto laboratorios para los universitarios en instalaciones empresariales, como los de estas en las universidades, con personal de nivel superior para su operación. Se trata de un camino inicial que puede dar frutos muy valiosos, a pesar de la rigidez estructural de nuestra actual organización económica (Montero, 2018, p.6).

 

Se puede concordar entonces como afirma Núñez (2018), que “la empresa cubana no es innovadora y se vincula poco con las universidades y los centros de investigación por razones estructurales inherentes al modelo económico y las omisiones y debilidades de las políticas de ciencia-tecnología e innovación (PCTI) practicadas” (p.63)

De aquí que se emprendan transformaciones fundamentales respaldadas en la reforma constitucional cubana, pues como defiende Lage (2018), el desarrollo socialista es consecuencia del desarrollo de las fuerzas productivas y se requiere crecer en capacidad científico-técnica y cultura innovadora, no según las posibilidades económicas, sino antes que ellas.

Tras la aprobación de los documentos rectores[8], la universidad cubana esta llamada a facilitar el desarrollo del sector empresarial que reconoce a la empresa estatal como figura protagónica, que ahora se inserta en un escenario de co-participación con un sector privado emergente de elevadas potencialidades para realizar encadenamientos productivos.

En dicho sector privado, actualmente, se despliegan experimentos bajo principios cooperativistas de funcionamiento[9]estimulando formas autogestionarias. Se requiere sistematización práctica para evaluar las reales posibilidades de consolidación de estas nuevas formas de gestión y su capacidad para superar las determinaciones establecidas por el capital, lo que sin dudas establece un nuevo desafío entre la autonomía de gestión para las formas productivas y el nivel de aprendizaje de los mecanismos de autogestión camino al verdadero desarrollo humano.

Las experiencias anteriores de enfoque cooperativista en Cuba, limitadas a sectores específicos como el cañero, agrícola y agropecuario dentro del ministerio de la agricultura, refieren una pobre integración de la dimensión social y económica, con particular énfasis en la atención a la segunda, así como una necesidad de cambio de sus relaciones productivas y mayor autonomía para su gestión, tal como reflejan los estudios del centro de estudios sobre desarrollo cooperativo de la universidad de Pinar del Río[10] y el CEEC (2012).

Para la empresa estatal se enuncian cambios en el marco regulatorio legal y financiero en busca de mayor autonomía, sin embargo, no son igualmente explícitas las transformaciones en lo que respecta a las formas de gestión que encaren directamente la contradicción producción-distribución-consumo.

Gambina y Roffinelli (2012), defienden que “un verdadero proceso de emancipación debería apuntar a liberar la sociedad de la dominación capitalista apoyando las formas de propiedad que tienen una función social: pequeña propiedad privada, propiedad pública, propiedad cooperativa, propiedad comunal y colectiva, etc.” (p.57).

No obstante, para el desarrollo empresarial socialista la declaración de la forma de propiedad con función social es condición necesaria pero no suficiente. Como ejemplifica el caso cubano, avanzar en la compleja tarea de crear una nueva socialización que supere la contradicción producción-control camino al verdadero desarrollo humano, exige sistematizar prácticas de gestión no tradicionales enfocadas en lo “común”[11] de los actores empresariales.

En este escenario, se debate la posibilidad de iniciar un camino a la estimulación del conocimiento, el aprendizaje y el surgimiento de un sistema propio y participativo de innovación social[12], o como refiere Alhama (2013) una tecnología social que cuente con mayor respaldo político y ampliación de la base social de la dirección (p.7). Proceso que puede y debe facilitarse desde la

universidad cubana.

La perspectiva comunitaria como alternativa para el desarrollo empresarial socialista

La necesidad de presentar soluciones para avanzar a nuevas formas organizativas (NFO) y nuevas formas de organización del trabajo (NFOT) (Alhama, 2004), que permitan emerger una nueva socialización en la empresa cubana, posiciona a las ciencias sociales, la universidad y la “perspectiva comunitaria del desarrollo”[13].

La presencia de la perspectiva comunitaria en los análisis de la categoría desarrollo empresarial y social más amplio es emergente, negada por su vínculo con la sociedad tradicional que se interpreta retrógrada, cuando constituye la esencia relacional del giro epistemológico propuesto en el sentido de la lógica del trabajo contraria a la lógica del capital dominante.

La perspectiva comunitaria del desarrollo constituye una alternativa viable para la empresa independientemente al modo de producción asumido. Su potencial para la conciliación de intereses individuales, organizacionales y sociales más amplios posiciona su uso como tecnología de gestión en contextos de propiedad social con o sin NFOT.

Para la empresa capitalista el despliegue de lo comunitario como cualidad del desarrollo organizacional permite mayor implicación del obrero asalariado en la reproducción ampliada del capital desde condiciones y formas tradicionales del desempeño. La ausencia de una consciencia de masas, el pobre cuestionamiento de la lógica social imperante, la asunción acrítica de las prácticas reproductoras del statu quo y el pobre compromiso con el cambio al aceptar las condiciones de desempeño como las únicas y mejores posibles según las circunstancias, facilita al capitalista la creación de un clima pseudo-participativo que es presentado como participativo y un proyecto al servicio del capital que es vivido como propio por sus obreros asalariados. De esta forma se manifiesta un nivel primario y elemental de despliegue de lo comunitario, que es utilizado y reforzado como mecanismo de dominación por las múltiples mediaciones de la lógica del capital reinante.

Para la empresa socialista, lo comunitario como cualidad del desarrollo constituye el eje articulador, la base en la que se asientan los procesos de autogestión y el nuevo sistema de relaciones sociales del trabajo, que tributa a la nueva conciencia necesaria para la construcción socialista y la ruptura con las formas jerárquicas tradicionales de organización del trabajo.

Esta particularidad se asienta en los criterios de Riera (2012), cuando apunta:

Lo comunitario es una potencialidad que convive con la fragmentación y el individualismo, su despliegue como realidad está multicondicionada, requiere de conocimientos profundos que expresen la complejidad manifiesta del proceso sustantivo del desarrollo capitalista para transformarlo en su contrario, en desarrollo libre de la personalidad humana, para lo cual se hace necesario aprehender la lógica de lo social teóricamente y transformarla en voluntad de cambio, incluso a contrapelo de las tendencias reproductoras que actúan para perpetuar el estado de cosas que alienan al hombre de las relaciones sociales que lo constituyen. Los procesos de emancipación encuentran en lo comunitario, en el modo de ser y hacer comunitariamente, la solución a sus desencuentros teóricos y prácticos, conceptuales y metodológicos en tanto la finalidad del desarrollo no capitalista. (p.4)

 

El análisis de la perspectiva comunitaria del desarrollo implica el despliegue de sus dimensiones fundamentales. En este sentido, es necesario hablar del “vínculo” que expresa la lógica de la acción del sujeto empresarial. A tono con lo descrito antes, también el vínculo expresa diversos grados de expresión, de acuerdo con Alonso (2009, p.123) la integración de lo común depende de la forma en que el grupo es impactado por la diversidad contenida (variables de vecindad, de género, de raza, generacional, etc.).

En esta dimensión, la simetría constituye el elemento distintivo para el despliegue de lo comunitario. La lógica del capital refuerza por medio de la competencia el individualismo y la segregación entre los actores empresariales gracias a la histórica y necesaria división jerárquica del trabajo, todo lo que se orienta en el sentido de la relación de igualdad entre pares, apunta al despliegue de lo comunitario como cualidad del desarrollo.

En esta misma línea se incluye la “cooperación” (Alonso, 2009, p.122), como posición contraria a la histórica competencia que atribuye al otro la condición de adversario o contrincante. Al decir de este autor, la cooperación constituye un elemento diferenciador de lo comunitario a partir de la condición simétrica en la que posiciona a las partes, que van al encuentro de lo común aún en condiciones de heterogeneidad social, para evitar que la afirmación de cada uno pase por la negación del otro.

Otra dimensión esencial a lo comunitario es la “participación” (Alonso, 2009, p.124). Esta es entendida como inclusión, personal o colectiva, como sujeto de la actividad, que es contraria a la pseudo-participación en sus múltiples manifestaciones en las que el sujeto es objeto de otros para la consecución de los fines.

Como describe García (2007),

Se trata de perfeccionar la participación como expresión de pertenencia, no de relación entre partes mutuamente alienadas; es la participación en la autodirección social comunista, un proceso que se dirige por los mismos que resultan ser objeto de las transformaciones a él asociadas; es la participación en la elaboración de las decisiones, en la formulación de las políticas, en su implementación, ejecución y control, con derechos y obligaciones; es la participación en la que la dicotomía dirigentes –dirigidos se extingue como expresión de jerarquías, de subordinaciones excluyentes, y deviene relación entre actores de un sistema, iguales socialmente, “productores libres asociados” en el sentido planteado por Marx en El Capital, que se integran contradictoriamente en una nueva identidad (p.81).

Igual es necesaria la materialización de un “proyecto colectivo” como dimensión para el despliegue de lo comunitario (Alonso, 2009 p.125). Este es entendido como eje articulador del comportamiento y como cultura empresarial capaz de guiar al colectivo en la consecución de sus metas, las que constituyen un reflejo de la consciencia colectiva.

El grado de madurez alcanzado en el proceso dialéctico de construcción de ámbitos de actuación emancipadores, se corresponde con el grado de madurez de las subjetividades que co-participan, así pueden describirse complejidades a tono con niveles de desarrollo empresarial en lo referido al grado de emancipación que consiguen como colectivo.

En correspondencia con la descripción marxista y la experiencia del CEC en la UCLV, pueden identificarse tres niveles: a) “empresas en sí”, -caracterizadas por la enajenación-, b) “empresas para sí”, -caracterizadas por la toma de conciencia de las contradicciones y materialización de un proyecto autogestionario conjunto- y c) “empresas en emancipación”, -caracterizadas por un compromiso social más amplio en el despliegue del vínculo simétrico hacia “otros” incluso fuera de la empresa.

Esta asunción del despliegue de lo comunitario como proceso contradictorio de avances y retrocesos, no obvia el papel de los factores culturales –valores, actitudes, creencias, normas de la empresa-, sociopsicológicos –que incluye elementos diversos de la relación en pequeños grupos empresariales- y psicológicos –particularidades individuales de estos sujetos- que a pesar de ser enunciados desde Foster (1962) en términos de barreras al desarrollo y la participación en su concepción verticalista, generalmente permanecen relegados a un segundo plano por la tradicional omisión del sujeto en los aún dominantes análisis tecnocráticos, o esencialmente sociopolíticos, de la realidad empresarial.

La lectura de dichos factores culturales y sociopsicológicos de la realidad empresarial es fuente informativa del estado del vínculo entre el “productor directo” y el “controlador de la producción”, de la cualidad en las relaciones dirigentes-dirigidos interesados en la superación de la esencial problemática del poder, en tanto lucha de contrarios, para dar paso al despliegue de lo comunitario.

Al decir de Riera (2012),

Cualquier debate académico y/o político sobre las variantes prácticas para promover desarrollo tendrá, necesariamente, que estar mediada por las consideraciones que científicos y decisores tengan sobre la esencia y el contenido del desarrollo y su cualidad comunitaria como proceso ontológico y como categoría para la adecuación dinámica de medios y fines en sus mediaciones. (p.6)

Las sistematizaciones prácticas que promueve el CEC en la UCLV, cuyas bases se pueden profundizar en Alonso et al. (2004), avalan más de dos décadas de resultados en la transformación de realidades comunitarias en la provincia de Villa Clara con la validación de una metodología propia para gestar lo comunitario, lo que constituye un material tecno-científico de incuestionable valor para las condiciones actuales de la empresa cubana, una metodología con base en la investigación-acción-transformación y con potencialidades para la simetría en los vínculos dirigente-dirigidos camino a la emancipación y el desarrollo desde la perspectiva humana.

En síntesis, ante la demanda realizada a la universidad cubana de contribuir al desarrollo de nuevas formas de gestión que faciliten el desarrollo empresarial en el sentido de construcción socialista, las ciencias sociales en Cuba cuentan con la perspectiva comunitaria como producto tecno-científico de valor sensible a experimentación y sistematización teórico-práctica.

Conclusiones

Los estudios de CTS+I desde la universidad develan la necesidad de profundizar en el aprovechamiento de las capacidades tecno-científicas desarrolladas como talento humano tras más de 60 años del proceso revolucionario cubano. La transformación socio-económica definida en los documentos rectores (lineamientos, conceptualización del modelo y plan económico hasta el 2030), demandan una empresa capaz de superar los actuales límites a su desarrollo, de manera que pueda desplegarse todo el potencial creativo e innovador para avanzar a una cultura del conocimiento y el aprendizaje organizacional desde la lógica del trabajo.

Avanzar en la compleja tarea del desarrollo socialista en la empresa cubana, implica asumir riesgos necesarios en el sentido de potenciar la autogestión como expresión de superación de la contradicción producción- control, históricamente impuesta por la división social del trabajo.

Aún son efímeros los vínculos ciencia, tecnología e innovación frente a la urgente necesidad de promover la lógica del capital dominante, siendo el vínculo universidad-empresa una oportunidad inaplazable para la materialización de sistematizaciones empíricas conducentes a validación de alternativas de desarrollo emancipadoras.

El despliegue de lo comunitario como cualidad contenida en toda realidad social, constituye una alternativa viable para el desarrollo empresarial socialista en Cuba, correspondiendo a los líderes empresariales y los investigadores/asesores desde las universidades conformar la plataforma de integración facilitadora de la gestación de lo comunitario.

La ampliación de la base social de la dirección y el conocimiento, la relación de producción en condiciones de simetría, la participación real en la toma de decisiones vinculadas a la producción-distribución-consumo, la cooperación como expresión de unión dentro de la diversidad y el proyecto conjunto, como expresión de metas según el grado de madurez de la consciencia colectiva, delimitan un “saber” que merece experimentación práctica, camino al “saber hacer” y “saber estar”. Así poder dar cuentas en el tiempo de un cambio en las formas de organización de la producción y un salto cualitativamente superior en el sentido del verdadero desarrollo humano en la empresa socialista cubana, desafío este en el que las ciencias sociales y la universidad cubana se implican conscientemente.

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[1] Ver fundamentos político-económicos, y los principios educacionales, científicos y culturales instituidos por la Constitución de la República de Cuba y aprobados por la Asamblea Nacional del Poder Popular.

[2] Describe las relaciones entre países de alto desarrollo científico-técnico (productores de bienes industrializados) y países en vías de desarrollo (suministradores de materias primas).

[3] Paradigma de pensamiento social latinoamericano desarrollado desde 1960 con fuerte influencia del marxismo. Cuestiona las posibilidades de desarrollo social en la periferia al interpretar el vínculo centro-periferia como condicionamiento estructural de dependencia mediado por el poder y no solo por las condiciones económicas de producción.

[4] Paradigma de pensamiento social latinoamericano desarrollado desde 1950 por los trabajos de la comisión económica para América Latina (CEPAL). Denuncia el deterioro del intercambio centro-periferia y propone estrategia de industrialización por sustitución de importaciones. Entiende la relación centro-periferia como dependencia externa y esencialmente económica.

[5] Concepto propuesto por Riera (2012) para describir las particularidades del verdadero desarrollo humano en el sentido de la lógica del trabajo. Como la autora refiere, el término es utilizado solo por la necesidad de distinguir entre tantas definiciones que ocultan o soslayan la contradicción enajenación-emancipación, pues el desarrollo es un concepto comprometido con la lucha de clases como contradicción social fundamental, que no exige adjetivos acompañantes si no hay intensión de desvirtuar su verdadera esencia.

[6] En diciembre de 2004, durante el 1er encuentro mundial de intelectuales y artistas “en defensa de la humanidad, realizado en Caracas, el presidente de Venezuela Hugo Chávez Frías planteó que el proyecto venezolano era el socialismo del siglo XXI o democracia participativa. A mediados del 2006, especificaría sus ejes de acción como sigue: 1) economía de mercado por economía de valor democráticamente planeada, 2) estado clasista por administración de asuntos públicos al servicio de las mayorías, 3) democracia plutocrática por democracia directa.

[7] Como se cita en Núñez y Montalvo (2015, pp.41-42), algunos de los resultados de la encuesta nacional de innovación realizadas en 2004 y 2006 muestran, entre otras limitaciones: a) no existe vinculación regular y sistemática con el sector científico: centros de investigación y universidades; b) el concepto de innovación que maneja la empresa cubana es el tradicional de innovación incremental que no conlleva al cambio tecnológico y se asocia a la solución de problemas prácticos para mantener la producción y los servicios; c) las innovaciones de carácter organizacional tienen el peso fundamental.

[8] Referido a los documentos que orientan el proceso de actualización del modelo económico y social en Cuba, donde se incluyen los lineamientos aprobados en el VII congreso del PCC, la conceptualización del modelo económico y social cubano y el plan económico hasta el 2030.

[9] Según Cruz y Piñeiro (2012), la alianza cooperativa internacional (ACI) incluye como principios de funcionamiento cooperativista los siguientes: membresía voluntaria y abierta, gestión democrática de los asociados, participación económica de los asociados, autonomía e independencia, educación, formación e información, cooperación entre cooperativas e interés y compromiso por la comunidad. Estos se aplican según características y contexto, además de tener la posibilidad de incluirse otros por la junta de asociados.

[10] Investigaciones de Dr.C. Claudio Alberto Rivera Rodríguez, la Dra. C. Odalis Labrador Machín y del Dr.C. Juan Luis Alfonso Alemán.

[11] Asumido aquí en el sentido de Marx y Engels en el manifiesto comunista como contrario a lo privado.

[12] Término utilizado por Núñez (1999) para conectar cambios tecnológicos con mutaciones sociales, para involucrar a todo el tejido social en la problemática de la innovación y no restringirla solo algunos actores económicos.

[13] Asumida en el sentido del centro de estudios comunitarios de la universidad central “Martha Abreu” de las Villas (UCLV-Cuba). Como vínculo simétrico resultante de la toma de conciencia crítica de los límites y posibilidades presentes en las contradicciones de la realidad empresarial y que describe procesos de participación y cooperación en torno a un proyecto conjunto.