| Yania Suárez Pérez | Alicia Casariego Año |
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Introducción
En el Instituto de Farmacia y Alimentos (IFAL) de la Universidad La Habana,
se imparten dos carreras: Ciencias Farmacéuticas (CF) y Ciencias Alimentarias (CA).
Ambas ostentan categoría de excelencia y son coordinadas desde el IFAL como centro
rector. Se imparten en curso diurno (CD) y en curso por encuentro (CPE). Son carreras
de ciencias naturales con sus particularidades y similitudes. Los objetos de trabajo
de los egresados de CF (medicamentos, cosméticos, diagnosticadores, suplementos)
y de CA (alimentos) como matrices complejas que interactúan con los organismos
vivos y su entorno, son productos de interés para la salud. Ambas carreras se
caracterizan por una sólida formación teórica y práctica en los diferentes campos de
acción del perfil profesional (Ochoa-Alomá et al., 2021; Suárez, 2017).
A partir de la necesidad de satisfacer las demandas educativas del presente
y del futuro, y otros cambios existentes a nivel nacional, se concibió la generación
de los planes de estudio E (Ministerio de Educación Superior MES, 2016), que
comenzaron a impartirse en el IFAL en el 2017. Se concibieron con tres premisas
básicas: formación continua, integral y de mayor calidad, que compromete no solo
a la Institución de Educación Superior (IES) sino también a los empleadores (Ruiz et
al., 2018). Sin embargo, durante la etapa de implementación, se presentaron
situaciones que afectaron su ejecución según los diseños originales, especialmente
debido a la pandemia por COVID-19.
Por indicaciones del ministro de Educación Superior en Cuba, se adoptaron
medidas desde marzo del 2020, como parte del plan para el enfrentamiento a la
pandemia, que conllevaron a transitar a la modalidad a distancia y al cierre de las
IES (MES, 2020). Evidentemente, en un corto período de tiempo, fue necesario
rediseñar, adaptar y replanificar las actividades docentes en un modelo
exclusivamente virtual (Fraguas & Ruiz Caro, 2021; Vaskivska et al., 2021; Rahim,
2021; Nurhas et al., 2022; Rof et al., 2022; Lazarenko & Ihnatova, 2022), sin estar
preparados para estos retos (Vidal et al., 2021).
En la Educación Superior, han sido diversos los autores que reconocen los
efectos de la crisis sanitaria derivada de la pandemia en las diferentes partes
interesadas: estudiantes, profesores, demás trabajadores, empleadores y las
instituciones educativas en general (Álvarez et al., 2020; Asociación Internacional
de Universidades, 2020; Marinoni et al., 2020; Vidal et al., 2021; Vílchez-Cáceda et
al., 2021). En la evaluación de las carreras universitarias, las valoraciones de los
egresados sobre la formación recibida, adquiere cada vez mayor connotación. En
Cuba, se deben mostrar evidencias de estos estudios, como parte de los procesos de
autoevaluación, por ser uno de los indicadores de la variable 1: pertinencia e
impacto social, del patrón de calidad, que promueve la Junta de Acreditación
Nacional para evaluar y acreditar las carreras universitarias (MES, 2019).
Aunque idealmente se deben llevar a cabo estudios de seguimiento a
egresados, por la posibilidad de comparación entre grupos generacionales o entre el
mismo grupo a lo largo del tiempo (García Ancira et al., 2019); también es de interés
evaluar el impacto en graduados que recién egresan. En este caso, los estudios se
limitan a explorar la percepción sobre la formación recibida, es decir, a la dimensión
aprendizaje (Ramos et al., 2016). La evaluación de impacto de los procesos de