
| Javier Tarango | Fidel González-Quiñones |Juan D. Machin-Mastromatteo |
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La ciencia de frontera es definida como, las interacciones entre ciencia,
tecnología, sociedad e innovación en el mundo contemporáneo con la delimitación
de fronteras. Es la demarcación del conocimiento científico y las comunidades
disciplinarias, donde se entiende la frontera en el origen y el desarrollo de la
modernidad final al momento del análisis, tanto de la ciencia y la tecnología, como
de las artes plásticas, la literatura, el cine, los media y la gastronomía (López
Cerezo, 2012). Además, la paradoja de las ciencias de frontera (incluyendo los
avances más recientes en medicina, biología y neurolingüística) es su retorno a
fuentes del pensamiento tradicional (Ortega y Quiñones, 2018) y, por tanto, en las
fronteras del conocimiento sobre las innovaciones científicas y tecnológicas,
situación que se proyecta en el desarrollo económico y en el progreso industrial de
cada país en particular (Cacho Carranza, 2021).
Al considerar a la fronterización científica como un medio de innovación, se
suele asociar con la extensión de regiones geográficas, con el estudio de períodos y
con espacios disciplinares específicos (Sanchidrián Blanco et al., 1999), siendo esta
visión aquella relacionada al espacio físico como frontera de la ciencia, en lo cual se
destaca la filosofía, considerando aquellas que distinguen las diferencias de
desarrollo entre norte y sur (Primero Rivas, 2018); pero también la ciencia puede
tener una frontera psicológica, cuando se tiene una creencia que no necesariamente
va con la realidad (Anguita, 1995).
La ciencia de frontera exige innovación, por tanto, debe considerar el
trabajo a través de redes académicas, las cuales pueden ser internas a las propias
instituciones, con otras instituciones, tanto locales como internacionales (De las
Heras-Pedrosa et al., 2018), siendo esta clase de patrones los que evitan caer en la
fragmentación de regiones, siempre y cuando todas las entidades participen de
forma igualitaria (Ibáñez, 2018).
En el caso de los investigadores mexicanos y su relación con la ciencia de
frontera, se cuestiona si esta clase de actividades tienen vínculo con el
emprendimiento social y comercial; algunos consideran que la investigación tiene un
propósito social y otros afirman que tiene un fin comercial, otros más consideran
que la parte social está incluida dentro de la parte comercial, ya que toda acción
investigativa debería ser hecha sin ningún propósito lucrativo (Zerón Félix et al.,
2021). Además, surge la duda de cuando se logra un proceso formativo en ciencia de
frontera, González-Billault et al. (2011) consideran que debe ser desde la infancia
(especialmente desde los siete años) y lo demuestran con una experiencia a través
de la iniciativa nombrada ‘Programa de Fronteras de la Ciencia’ de la Academia
Chilena de Ciencias y del Instituto de Chile.
Resulta poco objetivo determinar qué producción científica es ciencia de
frontera y cual no lo es. Aunque en ocasiones se propone definirla de forma
cualitativa, sin embargo, se vuelve necesario recurrir a medios cuantitativos y
generar métodos mixtos. Ejemplo de ello, son las propuestas de Gorbea Portal (2011)
en relación al desarrollo de estudios sobre regularidades de la comunicación
científica por temática y región, además, por las relaciones interdisciplinarias en las
aportaciones al conocimiento; o la visión de Celeste et al. (2021) quienes consideran
a la medición de la ciencia de frontera a través de procedimientos cienciométricos
sobre aspectos cuantitativos de la ciencia y de la producción científica.