| Javier Tarango | Fidel González-Quiñones |Juan D. Machin-Mastromatteo |
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aplicabilidad observa condiciones similares, regularmente su arbitraje es limitado
(Calderón García, 2015; Tóth et al., 2024).
Tanto los investigadores como las instituciones, las regiones y las disciplinas
científicas generan conocimiento a través de procesos de investigación, cuyos
hallazgos sólo se vuelven evaluables a partir de su publicación en medios reconocidos
por la ciencia según su valor, lo cual convierte a las entidades científicas (sean
personas o comunidades) en ámbitos de ciencia de corriente principal o ámbitos de
ciencia periférica o secundaria (Vega, 2012). Por tanto, las dimensiones de la ciencia
publicada son dos: Por la calidad de los contenidos comunicados, y por la región en
la que se genera (Lozano y Sánchez-Mora, 2008).
La ciencia de corriente principal (basada en productos) y los escenarios
vinculados a la generación de la misma (ambientes geográficos en los que se
concentran la ciencia de alta calidad, constituidas por personas, grupos,
instituciones y regiones que se desempeñan en ese contexto) son ampliamente
interdependientes, siendo que la condición de los escenarios depende de la
naturaleza de la ciencia de corriente principal generada. Los escenarios de ciencia
de corriente principal, están vinculados a condiciones favorables de productividad
científica, compuestos por recursos humanos altamente calificados, integrados a
comunidades epistémicas de alto reconocimiento, ambientes de cultura científica
sólida, acceso a recursos de información valiosos y en general, ofrecen condiciones
reglamentarias que propician la generación de ciencia de corriente principal acorde
a sus mismos estándares de calidad, por consiguiente, se convierten en referentes y
autoridades de posicionamiento en contextos nacionales e internacionales.
En todo este análisis, debe considerarse que existen disciplinas científicas
más propensas a contribuir a la ciencia de corriente principal, especialmente las
exactas o ciencias duras (química, bioquímica, medicina, etc.), caracterizadas por
ofrecer resultados de interpretación concreta relacionada con situaciones y
soluciones prácticas (bajo el interés de sectores empresariales e industriales), las
cuales incluso muestran oposición a participar en ámbitos de generación de
conocimiento de ciencia secundaria y más aún, en relación con procesos de
divulgación científica (OEI, 2012). En cambio, las humanidades y ciencias sociales,
enfrentan la problemática de demostrar la aplicación práctica de sus fundamentos
en sectores propios o de otros contextos sociales (Armendáriz Núñez, 2021), lo cual,
le resta rentabilidad ante la perspectiva de las instancias financiadoras de la ciencia.
En el caso específico de las humanidades (incluyendo las ciencias sociales),
existe una defensa constante hacia el convencionalismo de que en general son
disciplinas no utilitarias, que por consiguiente sólo aportan producción basada en la
subjetividad, lo cual no representa una justificación para que sea frecuente su
presencia científica en diversas regiones geográficas de un país a partir de la
generación de núcleos de concentración científica (Ortiz-Ocaña y Llanes-Montes,
2018). Esta problemática propicia de por sí un escaso desarrollo de las bases
científico-tecnológicas endógenas, la asociación de la disciplina con contenidos
“blandos” de heterogénea calidad, orientadas sólo a la integración de funciones de
adhesión cultural de masas (Nugrahanti, 2023; Uyanga et al., 2023).
Relativo al estudio de los contextos periféricos de la ciencia, que
regularmente generan ciencia periférica o ciencia de corriente principal de forma