Ocio compartido en familia: sus principales manifestaciones en comunidades santiagueras desde una perspectiva de género

Shared leisure in family: its main manifestations in communities santiagueras from a gender perspective

Autores: Liudka Guadarrama Álvarez

https://orcid.org/0000-0002-4699-4472

Evelyn Caraballo Cobas

https://orcid.org/0000-0003-2938-1284

Oxaris Cruz Soriano

https://orcid.org/0000-0002-7933-5449

Institución: Universidad de Oriente, Cuba

Correo electrónico: liud@uo.edu.cu

ecaraballo@uo.edu.cu

oxaris@uo.edu.cu

Resumen

El artículo presentado constituye un acercamiento al ocio como experiencia grupal compartida en el ámbito de la familia. El mismo se enfoca en los estilos de vida familiar en relación con los hábitos y prácticas de ocio, haciendo énfasis en esta dimensión como vivencia satisfactoria de cohesión, y espacio de educación. El estudio se concreta, en las comunidades de Flores y Micro 9, y tiene como objetivo fundamental identificar las principales manifestaciones de ocio familiar, teniendo en cuenta la perspectiva de género, y reflexionar acerca de su influencia en la construcción del ocio juvenil. Para ello se utilizaron instrumentos de la metodología cualitativa como la entrevista en profundidad y técnicas participativas como los grupos de discusión. Los resultados revelan prácticas de ocio compartido en la familia mediadas por los diferentes roles y protagonismos de los hombres y mujeres en las actividades que comparten con sus descendientes, y su carácter socioeducativo.

Palabras clave: Cohesión familiar, Espacio de educación, Grupo juvenil, Ocio en familia.

Abstract

The article presented constitutes an approach to leisure as a shared group experience in the field of the family. It focuses on family lifestyles in relation to leisure habits and practices, emphasizing this dimension as a satisfactory experience of cohesion, and educational space. The study is concretized, in the communities of Flores and Micro 9, and has as fundamental objective to identify the main manifestations of family leisure, taking into account the gender perspective, and reflect on its influence in the construction of youth leisure. For this purpose, instruments of qualitative methodology such as in-depth interviews and participatory techniques such as discussion groups were used. The results reveal shared leisure practices in the family mediated by the different roles and protagonists of men and womenin the activities they share with their descendants, and their socio-educational character.

Keywords: Educational space, Family cohesion, Family leisure, Youth group.

Introducción

La familia es una institución que proporciona a sus miembros la satisfacción de múltiples necesidades: alimentación, educación, soporte económico, pero también de ocio como aspecto que proporciona afectividad, interrelación y comunicación. Aunque el ocio es una experiencia de tipo personal, elegida libremente, visto desde un punto de vista familiar se transforma en experiencia grupal compartida, que tiene un reflejo inmediato en la cohesión de la familia y en los procesos educativos.

El ocio familiar es una cuestión individual y grupal, no excluye los ocios personales, pero reclama experiencias conjuntas. Al respecto Buxarrais y Escudero (2013) plantean “el ocio familiarizado es un periodo de tiempo donde todos los miembros de las familias desean compartir el tiempo de ocio” (p.5). Este se define a partir de la propia familia que lo vivencia, a partir de sus experiencias y tradición, así como de la cultura existente en su entorno. Teniendo en cuenta estos criterios, el ocio compartido puede sustentarse en juegos familiares, salidos en común los fines de semana y las vacaciones, la visión compartida de programas televisados, entre otros.

Las manifestaciones del ocio compartido están mediadas por diversos factores. Uno de ellos es su carácter intergeneracional, al llevarse a cabo entre las diferentes generaciones presentes en la misma. También se ve delimitado por el tipo y estructura de la familia (monoparental, familia numerosa, nuclear), las circunstancias de la familia (como la salud de los miembros, emancipación), su posición social (nivel cultural y nivel socioeconómico), el contexto (rural o urbano, con más o menos recursos) los horarios de trabajo y las dinámicas intrafamiliares de los miembros (Olmos y Hernández, 2011).

Aunque ha sido una línea de indagación secundaria, en las últimas décadas se ha producido un aumento de estudios sobre el ocio familiar, destacando como principales temáticas: su relación con el bienestar, sus beneficios y limitaciones, cómo se configura en la diversidad de tipologías familiares y su funcionamiento, así como su carácter socioeducativo (Maroñas y Martínez, 2018). El creciente interés por la temática quizá esté relacionado con los muchos beneficios que el ocio compartido ha demostrado tener para la vida familiar, dentro de los cuales destacan: mayor cohesión, la asimilación de patrones de ocio saludables, mejor comunicación intrafamiliar y aumento de vínculos emocionales.

El funcionamiento interno de la familia se sitúa como un factor clave en la concreción de experiencias de ocio satisfactorias en el seno familiar (Valdemoros et al., 2014). De manera específica, las desigualdades en el uso del tiempo en este entorno se trasladan a la dimensión del ocio; esto significa que el género es una variable importante en el estudio de los tiempos sociales, y el ocio forma parte de estos, pues es reconocido que la incorporación de las mujeres a la esfera laboral no se corresponde con el aumento de la implicación de los hombres en el marco doméstico y las tareas de cuidado (Maclnnes y Solsona, 2006). Esto supone que mantienen una doble incidencia en ambos medios (público y privado), lo cual las sitúa en una posición de desigualdad frente al hombre en relación a las experiencias de ocio.

Otro aspecto válido de análisis, es el alcance socioeducativo del ocio compartido en familia. Según los criterios de investigadores del tema, la familia se constituye en un agente de primer orden en la construcción del ocio de sus miembros, haciendo del tiempo compartido un tiempo potencialmente educativo (Muñoz y Olmos, 2010) y una de las características más interesante del ocio en familia es su educabilidad, relacionada con el hecho de ser susceptible de mejora a través de intervenciones educativas (Cuenca, 2012).

El ocio en familia es marco propicio para formar un hábito en futuras generaciones y para transmitir valores positivos relacionados con este aspecto. Siguiendo esta lógica es posible expresar que el medio familiar, es un factor de protección frente al desarrollo de comportamientos de riesgo derivados del ocio practicado a partir de la adolescencia, la cual se considera una etapa como señalan algunos autores en la que predomina el salir con amigos y el ocio juvenil, distante de los modelos familiares (Olmos y Hernández, 2011; Cuenca, 2012; Navajas, 2016).

De tal modo, los adolescentes y jóvenes que comparten más cantidad de este tiempo con sus familiares, tienen menor probabilidad de desarrollar problemas comportamentales muy vinculados a los espacios de ocio en dichas etapas como el consumo de alcohol, tabaco u otras drogas. O sea, que las experiencias de ocio compartidas en familia pueden ser consideradas una estrategia para reducir el ocio nocivo, que incluye aquellas prácticas perjudiciales realizadas por los sujetos, tanto para ellos como para el entorno físico y social en el que viven (Cuenca, 2014).

Cuenca (2005), ya en estudios anteriores referidos al tema alude al ocio en familia como una vía para la prevención de conflictos. Sus beneficios son confirmados por otros investigadores, que señalan que el ocio familiar contribuye al desarrollo positivo de los jóvenes, resolución de conflictos, mejora del comportamiento, la comunicación y al bienestar emocional y familiar (Castillo y Tornero, 2018). Puede ser corroborado, en indagaciones recientes, en las que se considera contribuye a mejorar la cohesión, resiliencia, convivencia, relaciones y el funcionamiento familiar, así como el desarrollo personal y académico de los hijos incrementando sus oportunidades de éxito escolar (Álvarez Muñoz, 2020).

Teniendo en cuenta los aspectos abordados es de interés indagar acerca de este fenómeno, aún carente de análisis. En este sentido se realiza una aproximación en las comunidades santiagueras: Micro 9 y Flores, con el objetivo de identificar las principales manifestaciones de ocio familiar, teniendo en cuenta la perspectiva de género, y reflexionar acerca de su influencia en la construcción del ocio juvenil en dichas comunidades.

Materiales y métodos

La estrategia metodológica del estudio consistió en la aplicación de instrumentos de la metodología cualitativa como la entrevista en profundidad y el grupo de discusión. Dichas técnicas posibilitaron la aproximación a las manifestaciones de ocio compartido de las familias analizadas, así como a los criterios relacionados con la incidencia de este grupo en la construcción del ocio juvenil.

Las técnicas fueron aplicadas en familias de las comunidades: Micro 9 y Flores. Las entrevistas en profundidad fueron efectuadas a 16 familias, escogidas a través de un muestreo intencional con un criterio de inserción en la muestra relacionado con el tipo de familia (nuclear) y la presencia en ellas de hijos adolescentes o jóvenes, entre los 15 y 24 años. Para su aplicación se tuvieron en cuenta diversos elementos como: actividades más frecuentes realizadas en el espacio familiar; participación de cada miembro de la familia en actividades familiares, satisfacción con las actividades de ocio familiares y percepción acerca del tiempo familiar compartido.

Además, se aplicó la técnica participativa: grupo de discusión para conocer las percepciones, opiniones y sentimientos en relación con el ocio compartido en familia y su incidencia en la construcción de las formas de ocio que practica de manera general. Esta fue desarrollada en el grupo de jóvenes pertenecientes a las familias escogidas. Para su implementación se formaron dos grupos, con 8 integrantes de ambas comunidades.

Resultados y discusión

En cuanto a los momentos más comunes en los que tiene cabida el ocio en familia, se encontró que las familias escogidas, pasan frecuentemente más tiempo juntos durante los fines de semana, que durante ella. Los fines de semana según se muestra en las respuestas brindadas por 11 de las familias de las 16 analizadas, sus actividades conjuntas se concentran en el marco del hogar, compartiendo fundamentalmente el espacio televisivo y practicando en ocasiones algunos juegos de mesa.

La información obtenida permitió relacionar la práctica de juegos de mesa con la edad de los descendientes. En las 9 familias donde existen adolescentes entre los 15 y 19 años, se evidencia en mayor medida la práctica de juegos de mesa, donde ambos progenitores, tienen un rol fundamental. Aunque también afirman que en ocasiones la progenitora, adquiere el protagonismo en solitario.

Ver la televisión, que es una práctica de ocio recurrente según la muestra trabajada, está matizada por la variable género. Las entrevistas manifiestan que las mujeres comparten más este espacio con los hijos que los hombres, aunque con frecuencia las madres comparten espacios como la novela, o alguna serie con las hijas, y los padres películas y series con los hijos. No obstante, tienen sus espacios televisivos comunes, los cuales se consolidaron fundamentalmente a partir del confinamiento social.

En menor medida se realizan fiestas familiares, estas son esporádicas y responden a celebraciones de cumpleaños por lo regular. Aunque 5 de las familias manifiestan que con frecuencia realizan almuerzos familiares, escuchan música y pasan el rato. En estas el rol protagónico en la preparación de la actividad lo tiene la mujer, aunque los dos participan en ella.

Se aprecia en la mayoría de las familias escogidas, el predominio de un ocio informal, producido en el hogar de un modo espontáneo, y en menor medida se manifiesta el ocio formal, caracterizado por la programación de eventos u acciones planificadas y organizadas conjuntamente y con anticipación. Además, se advierte que las mujeres invierten más en el ocio compartido en familia que los hombres, y que los varones realizan más actividades con sus padres que con sus madres y viceversa.

Los miembros adultos de las familias indagadas expresan sentirse satisfechos respecto al tiempo libre que pasan familiarmente, aunque la mayoría opina que pudieran realizar otras actividades. En relación a los adolescentes y jóvenes que forman parte de ellas, existe diversidad de criterios: muchos de ellos prefieren actividades de ocio fuera del hogar con sus iguales; otros les gustan pasar tiempo de ocio con su familia y en igual medida vivenciar su ocio personal; por último, están los que prefieren las actividades de ocio con su familia, lo cual muestra que siguen necesitando a sus progenitores en primer lugar.

En las familias estudiadas el ocio compartido no se considera excesivo por parte de los adultos, al contrario, exponen que les gustaría pasar más tiempo de ocio juntos. En el caso de los hijos tampoco lo encuentran excesivo, lo cual es muestra que les reporta bienestar, pero reconocen que les gustaría aprovechar el tiempo libre con sus amigos, en el espacio público.

Los resultados muestran un ambiente familiar y unas actitudes de padres e hijos muy favorables para la práctica de ocio en familia. Sin embargo, la mayoría de los jóvenes reconoce que las experiencias de ocio compartidas con su familia, no van más allá de ver la televisión o alguna fiesta familiar.

Al preguntarles sobre los obstáculos que ellos perciben para compartir el ocio, mencionan la dificultad de equilibrar tiempos personales y profesionales en el caso de los hombres y la conciliación del trabajo con la carga doméstica en el caso de la mujer; la falta de acuerdo y, planificación conjunta entre los adultos y los adolescentes y jóvenes. Se apreció que las familias que mayor número de hijos tienen presentan más dificultades para llegar a acuerdos en relación a la práctica de las actividades de ocio.

La información aportada por los grupos de discusión demuestra diversidad de opiniones en los rangos de edad de 15-19 y de 20-24. En el grupo de 15-19, se observa una mayor identificación con las actividades familiares tanto dentro del hogar como fuera de él. En consecuencia, se sienten satisfechos con las fiestas familiares y salir a la playa, fundamentalmente las hembras, y los varones con asistir a eventos deportivos e ir al campismo en las vacaciones.

Las formas de ocio, en los límites domésticos, con las que más identifican los jóvenes de 20-24 son las vinculadas al móvil y a las redes digitales, las cuales muchas veces no son compartidas por los demás miembros de la familia. Es visible como el uso de las redes sociales modifica la dinámica del ocio en estos hogares, por la incidencia que tiene en el entramado de los vínculos familiares en estos tiempos. Las diferencias de género en el acceso a las redes digitales no son significativas, prácticamente no existen distinciones en el uso de ellas entre los y las jóvenes investigados.

La familia es para ellos un lugar privilegiado para la formación de ideas e interpretaciones de la realidad y donde buscan apoyo y de consejo. Consideran a la familia como un elemento muy significativo en referencia a la configuración de sus formas de entretenimiento, pero al mismo tiempo los discursos indican sus necesidades de privacidad y autonomía al respecto.

La valoración de la familia como espacio de ocio y como patrón de referencia de comportamientos de ocio, varía en dependencia de la edad e incluso del sexo. Los jóvenes de 15-19, explican que les otorgan un lugar privilegiado al compartir en familia, sobre todo el grupo de féminas. De igual manera sienten que las formas de ocio familiar inciden directamente en la conformación de sus estilos de ocio personales.

Mientras que el grupo de 20-24, les confieren primer lugar a los amigos, luego a la familia, fundamentalmente los varones. Por otra parte, piensan que sus alternativas de ocio individual están muy marcadas por sus vivencias dentro de los grupos de pares.

La práctica de un ocio informal, indica que no existe una gestión del ocio familiar, tal vez porque la mayoría aún no es consciente de sus beneficios, y de que través de las prácticas de ocio se esconde un ámbito importante para la comunicación y la cohesión. Pero también por lo difícil que resulta la falta de conciliación entre las maneras de lograr un ocio compartido que sea del interés de todos sus miembros.

De este modo se evidencia la utilización de modos de empleo de tiempo libre más tradicionales de la familia, como ver televisión, muy practicado durante el aislamiento social y que aún se mantiene. Este hecho también se manifiesta en otras indagaciones, que declaran que el confinamiento, en un intento por compensar el exceso de tiempo rescata estas formas de ocio familiar más tradicionales (Álvarez Muñoz y Hernández Prados, 2021)

Pues, aunque para los jóvenes la familia sigue siendo el principal núcleo de organización y le conceden mucha importancia, lo que es conocido a través de otros estudios (Sue, 1980), la identificación con formas de ocio relacionadas exclusivamente con las redes digitales, ya existentes y muy demandadas son muy común. Estas resultan especialmente atractivas para adolescentes y jóvenes porque les ofrece un sistema de comunicación a distancia intensivo, abierto y sincrónico, satisfacen las necesidades de comunicación de forma inmediata, divertida y sin esfuerzo. Producen la ilusión de que se está compartiendo un espacio (virtual) en el que se interactúa y se prolongan los contactos en persona.

Estos resultados coinciden con otros estudios como los de Castro e Isidro (2019), quienes han revelado que el ocio digital se ha instaurado de forma generalizada en la vida de los adolescentes de tal manera que resulta difícil vislumbrar una imagen de estos en la que no se vea acompañado de su teléfono móvil, o cual afecta al ocio familiar. En su estudio se expresa “no se disfruta de la misma manera el ocio compartido porque parte de la atención se la están prestando al dispositivo, priorizándolo frente al resto” (p.522).

A decir de ciertos estudiosos, con las nuevas tecnologías el hogar moderno se abre a nuevas experiencias que se caracterizan por la individualización progresiva, permitiendo que hagan diferentes actividades, y al mismo tiempo perdiendo la cohesión entre sus miembros, lo que desencadena un ocio aún más pasivo y privado, que ha influido en la llamada “desfamiliarización del ocio” (De Bofarull, 2005). Algunos autores consideran relevante esta cuestión, y advierten que “la desfamiliarización del tiempo de ocio es un proceso amenazante, pero se puede anticipar conforme las hijas e hijos reclaman más autonomía y encuentran nuevos referentes morales en contextos ajenos a la familia” (Buxarrais y Escudero, 2013, p. 6).

El microanálisis de la realidad del ocio familiar evidencia una diferenciación de género, en lo que respecta tanto a las experiencias como a los elementos organizativos. A pesar de que en el contexto cubano se apuesta por la corresponsabilidad parental en lo que respecta al acompañamiento en las experiencias de ocio, en correspondencia con otros contextos con bastante frecuencia son las madres quienes asumen la organización de estas actividades, aunque también son las que tienen menos tiempo de descanso (Maroñas y Martínez, 2018; Varela y Maroñas, 2019).

A causa de esta realidad descrita en investigaciones a nivel global, es posible expresar que aún perduran los roles instrumentales, que continúan manteniendo estereotipos y roles de género que tienen incidencia en el ocio en familia. También se pueden observar diferencias de género desde la perspectiva de las actividades entre padres e hijos. Otras investigaciones han revelado que los chicos son menos propensos que las chicas a mantener actividades de ocio únicamente con su madre y viceversa (Buxarrais y Escudero, 2014).

En el estudio se advierte que existe una valoración significativa del rol de la familia en la conformación de comportamientos de ocio por parte de los jóvenes. El reconocimiento de la familia como agente en la promoción del ocio no es novedoso, Álvarez (2020) asume que este es identificado como agente dinamizador estrella. Belmonte et al. (2021) demuestran la consideración de que los progenitores son los que habitualmente planifican las experiencias de ocio, y por ende son impulsores del ocio familiar e individual. De hecho, siguiendo a Cuenca (2021) los niños ni están solos ni son autosufiencientes, por lo que su ocio se encuentra determinado por lo que piensen o quieran sus familiares y educadores.

Conclusiones

Los posicionamientos de las familias estudiadas, expresan el valor que le imprimen a las experiencias de ocio compartido en el espacio familiar, y que estas influyen en la satisfacción y bienestar de sus miembros. Entre las principales manifestaciones de este tipo de ocio resaltan las desarrolladas en el propio marco del hogar, emergidas de manera informal, y mediadas por aspectos relacionados con el género.

Los criterios aportados por los jóvenes analizados muestran que la construcción de su ocio individual es un proceso que se inicia dentro de la familia. Las vivencias, aprendizajes e interacciones de ocio compartido en familia son el punto de partida para la configuración del ocio juvenil. En la misma línea, se aprecia que los elementos más valorados para la conformación de sus prácticas de ocio por los jóvenes comprendidos entre los 20-24 años; son en este orden: amigos y familia.

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Conflicto de interés

Los autores no declaran conflictos de intereses.

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